Diari de les idees 78 – Especial guerra en Ucrania: un año después, lo inimaginable continúa
24 febrero 2023

Ideas de actualidad

El Diari de les idees ha querido dedicar un número especial al primer año de guerra en Ucrania, doce meses después de lo que sucediera lo que todo el mundo consideraba como impensable. Lógicamente, la estructura de este número es diferente de la habitual y centramos nuestro análisis en cinco ámbitos: el balance de un año de conflicto; la prospectiva y los posibles escenarios de futuro; las consecuencias geoestratégicas globales; el impacto de la guerra sobre Rusia; y finalmente, el reto de ganar la paz. A última hora, hemos podido añadir el plan de paz presentado por China y publicado esta mañana en la web oficial del ministerio de Asuntos Exteriores chino.

Coincidiendo con la efeméride, los dos principales líderes de los bandos enfrentados se han pronunciado a pocas horas de intervalo. La visita sorpresa del presidente de los Estados Unidos a Kiev tiene un carácter histórico y, quizás, definitorio. Es histórica ya que es la primera vez que un presidente norteamericano visita Ucrania en el ejercicio de su cargo, desde que George W. Bush lo hiciera en 2008, antes, por lo tanto, de la anexión de Crimea. Y lo ha hecho en un país en guerra en que no hay desplegadas tropas de combate norteamericanos, que no pertenece a la OTAN, y con quien Washington no tiene ningún acuerdo formal de defensa mutua. Y también es definitoria ya que más allá del nuevo paquete de 500 millones de dólares destinados a Ucrania, Joe Biden ha reiterado que los EE.UU. están dispuestos a llegar hasta donde haga falta para conseguir la victoria.

Por su parte, Vladímir Putin ha anunciado en el discurso sobre el Estado de la Nación pronunciado ante la Duma, la suspensión de la participación rusa al Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START III) firmado con los EE.UU. en 2010 y que limita el arsenal nuclear de ambas potencias. También recordó el legado de la generación que luchó contra el invasor nazi, un recurso habitual a la retórica oficialista rusa, y afirmó que, paso a paso, conseguirían sus objetivos. El líder del Kremlin también denunció que los países occidentales no esconden su objetivo de infligir una derrota estratégica a Rusia, su intención de convertir un conflicto local en un enfrentamiento global y les acusó de haber iniciado las hostilidades. Finalmente, Putin aludió a la supuesta decadencia moral de Occidente, volviendo a utilizar su discurso anti-LGTBI para justificar la guerra cultural que según él también enfrenta Rusia y Occidente.

Por lo que se refiere al balance del conflicto, el informe anual que acaba de publicar el International Institute for Strategic Studies (IISS) revela que Rusia está recurriendo a equipamiento militar antiguo debido a las importantes pérdidas de material que está sufriendo, mientras que Kiev compensa los daños con armamento moderno proporcionado por los aliados occidentales. El informe señala que las fuerzas armadas de ambos países han sufrido un fuerte desgaste desde el inicio de la invasión: Rusia habría perdido en torno al 50% de su flota de tanques más sofisticados, lo que la ha obligado a poner en servicio equipos más antiguos. Asimismo, el refuerzo de las líneas de frente con soldados reclutados para suplir las grandes bajas ha comportado la afluencia a primera línea de tropas menos experimentadas. El informe también estima que Moscú ha perdido en torno al 8% de su aviación y que el fracaso de Rusia para conseguir la superioridad aérea conllevado que sus tropas hayan tenido que golpear objetivos ucranianos desde la larga distancia, con un uso extensivo de misiles de crucero y otras armas similares. Eso ha comportado que Rusia aproveche las estrechas relaciones con Irán para proveerse de drones, otros vehículos aéreos no tripulados y munición de ataque directo, que ha utilizado reiteradamente para bombardear las infraestructuras ucranianas. En cambio, Ucrania ha aprovechado el apoyo de los países occidentales para iniciar un proceso de transformación de su armamento, con un uso creciente de la artillería moderna y de vehículos blindados para sustituir los antiguos equipos de fabricación soviética.

Stephen Walt reseña en Foreign Policy las cinco grandes lecciones que se pueden extraer de este primer año de guerra. Primero, es obvio que Vladimir Putin se equivocó cuando pensó que Ucrania no podía oponer una resistencia seria. Calculó mal la capacidad militar de Rusia, la tenacidad de Ucrania y la voluntad de Europa occidental para encontrar fuentes alternativas de energía. Pero los occidentales también cometieron errores: descartaron la posibilidad de la guerra durante años, sobreestimaron el impacto de las sanciones económicas y en cambio subestimaron la oposición rusa a los esfuerzos occidentales por llevar a Ucrania a su órbita. Segundo, la guerra nos recuerda que los estados del sistema internacional suelen unirse para oponerse a actos de agresión manifiestos. Esta es otra lección que Putin pasó por alto: además de creer que Ucrania caería rápidamente, parecía considerar que la OTAN no respondería tan enérgicamente como lo ha hecho. Así, en lugar de combatir a un oponente más débil, ahora Rusia está luchando en una guerra contra un país apoyado por una coalición cuyo PIB combinado es casi 20 veces superior al suyo. Tercero, las guerras no se ganan hasta que no acaban. Tras doce meses, las fuerzas convencionales de los dos estados todavía están luchando en el campo de batalla y buscan nuevas maneras de presionar al otro bando. Cuando el ataque inicial de Rusia fracasó y sus fuerzas sufrieron grandes pérdidas, Ucrania y sus partidarios concluyeron que una generosa ayuda exterior, la determinación ucraniana y las sanciones económicas podrían infligir una derrota decisiva a Rusia y quizás incluso expulsarla de las filas de las grandes potencias. No obstante, un año después Rusia sigue siendo una potencia importante, con una población más de tres veces superior a la de Ucrania, con una gran base militar-industrial y reservas sustanciales de equipamiento militar. Cuarto, la guerra favorece a los extremistas y por lo tanto se hace más difícil discutir cualquier tipo de compromiso, incluso cuando ninguno de los dos bandos tiene un camino claro hacia la victoria. Pero hay que plantearse si los halcones han pensado que alargar la guerra podría comportar un peor resultado para Ucrania. Existe un precedente bastante inquietante: el apoyo norteamericano a las fuerzas locales en Vietnam, Irak y Afganistán alargó los conflictos, pero estos países no quedaron en mejor situación cuando los Estados Unidos finalmente se retiraron. Finalmente, esta guerra habría sido mucho menos probable si los Estados Unidos hubieran adoptado una estrategia de contención en materia de política exterior. Si los responsables políticos norteamericanos y occidentales no hubieran hecho caso omiso de las reiteradas advertencias sobre las consecuencias de ampliar la OTAN hacia el este y de intentar incorporar Ucrania a las instituciones económicas y de seguridad occidentales, en cuyo caso el incentivo y las justificaciones de Rusia para atacar habrían sido muy menores. En definitiva, está claro que Putin tiene la responsabilidad principal de iniciar una guerra brutal e ilegal, pero la administración de Biden y sus predecesores tampoco están exentos de culpas. En último término, ahora el pueblo ucraniano está sufriendo la crueldad de Putin y también la arrogancia y la ingenuidad de los líderes occidentales.

Por su parte, Euractiv también hace balance del coste material y humano del conflicto. Con respecto a las pérdidas militares, según las últimas estimaciones de Noruega, 180.000 soldados rusos y 100.000 soldados ucranianos han muerto o han sido heridos durante el conflicto. Otras fuentes occidentales estiman que la guerra ha causado 150.000 víctimas en cada bando. En comparación, unos 15.000 soldados soviéticos murieron en toda una década de combates en Afganistán entre 1979 y 1989. Todo indica que el alto índice de bajas se debe a que la mayoría de soldados son reclutas poco entrenados o individuos reclutados en las prisiones rusas para aumentar las filas del grupo paramilitar Wagner y que sirven como carne de cañón. En cuanto a las pérdidas civiles, entre 30.000 y 40.000 personas han muerto en todo el país según fuentes occidentales. Por otra parte, también hay que tener en cuenta que las minas terrestres serán una gran amenaza para los civiles en el futuro ya que casi el 30% del territorio ucraniano ha sido contaminado, mientras que Human Rights Watch también acusa a las tropas ucranianas de haber colocado minas antipersonales prohibidas en la región oriental de Izyum. Los expertos advierten que las operaciones de desminado podrían tardar décadas. Otro aspecto es el de los crímenes de guerra cometidos, que quedaron patentes cuando periodistas de la AFP entraron en Bucha el 2 de abril de 2022, y encontraron las calles llenas de cuerpos de civiles o como cuando un misil cayó sobre la estación ferroviaria de Kramatorsk, causando numerosas bajas civiles. Desde el inicio de la guerra se han denunciado en torno a 65.000 presuntos crímenes de guerra, según el comisario de justicia de la Unión Europea, Didier Reynders. Por su parte, investigadores de la ONU han acusado a Rusia de cometer crímenes de guerra a escala masiva: atentados, ejecuciones, torturas y violencia sexual. Asimismo, Kiev denuncia que se han deportado por la fuerza más de 16.000 niños a Rusia o zonas controladas por los separatistas apoyados por Moscú. Por otra parte, varias ONG han denunciado Ucrania por violar los derechos de los prisioneros de guerra rusos, pero a una escala muy menor. En este sentido, la Corte Penal Internacional inició una investigación sobre crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad el año pasado aunque no puede procesar ninguno de los dos países por posibles crímenes de guerra, ya que ni Rusia ni Ucrania son miembros del tribunal de la Haya. En cambio, Kiev está presionando para que se cree un tribunal especial para juzgar los crímenes perpetrados por Rusia. Desde el punto de vista económico, en las zonas ocupadas las viviendas, comercios y fábricas han sido destruidos. A nivel nacional, Rusia ha atacado repetidamente las infraestructuras energéticas clave<A[clave|clavo|llave]>, provocando cortes de suministro y privando millones de personas de calefacción durante el invierno. El Banco Mundial anunció en octubre que la economía ucraniana se contraería un 35% en 2022. Por su parte, la Escuela de Economía de Kiev estimó en enero que reconstruir las infraestructuras devastadas por la guerra costaría unos 138.000 millones de dólares. En un país famoso por sus exportaciones de cereales y aceite de girasol, la guerra ha causado más de 34.000 millones de dólares en pérdidas económicas en el sector agrícola. Y según con una evaluación conjunta del gobierno ucraniano, la Comisión Europea y el Banco Mundial, la reconstrucción de Ucrania costaría unos 349.000 millones de dólares. Tampoco se pueden olvidar los más de ocho millones de ucranianos de que se han visto obligados a huir, según la agencia de refugiados de la ONU, lo que convierte este éxodo en la mayor crisis de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Desde el punto de vista económico, los efectos de la guerra han pasado factura a familias, empresas y países, y todo indica que sus consecuencias tendrán todavía un impacto por lo menos en 2023 y 2024 en forma de elevados tipos de interés que seguirán lastrando el poder adquisitivo, la inversión y la capacidad de gasto de los presupuestos públicos. El impacto de la guerra sobre la economía europea, en general, y catalana y española, en particular, ha comportado el encarecimiento de la energía y de las materias primas. La rápida escalada de la inflación ha causado la mayor pérdida de poder adquisitivo de los 40 últimos años y ha obligado los gobiernos a inyectar importantes cantidades de dinero público para aliviar los efectos de la subida de los precios. No obstante, las medidas adoptadas por los gobiernos contra la inflación y la capacidad de Europa para afrontar el bloqueo de los suministros energéticos rusos han hecho posible una corrección rápida. En España, la inflación ha pasado del 10,8% de julio del año pasado al 5,9% en enero de este año y en la zona euro se ha pasado del 10,6% de octubre al 8,5% de enero. El Banco de España prevé que la inflación baje hasta una media del 4,9% en 2023 y del 3,6% en 2024. Según estas previsiones, habría que esperar a 2025 para ver una inflación por debajo del 1,8%. También para frenar la inflación, los bancos centrales de la zona euro, los EE.UU. y el Reino Unido han emprendido una subida importante de los tipos de interés. En la zona euro, el precio oficial del dinero ha pasado de 0% a 3% en sólo siete meses. Los analistas anticipan que el precio oficial del dinero podría tocar techo en torno al 4% a mitad de año. Aun así, para los estados -la mayor parte sobreendeudados tras la pandemia-, la subida de los tipos de interés se percibe como un riesgo añadido para las finanzas.

En cuanto a posibles escenarios de futuro, desde las páginas de The Spectator Owen Matthews reseña que después de un año de conflicto, el ejército de Ucrania está ahora mejor equipado que el de la mayoría de los miembros de la OTAN, pero sigue luchando por contener los avances rusos en el Donbás y podría sufrir mucho de una ofensiva rusa a principios de primavera. Ahora que Occidente ha atravesado el Rubicón del suministro de carros de combate en Kiev, Matthews considera que vale la pena plantearse como evitar que el conflicto se convierta en una guerra mundial. El escenario de la victoria ucraniana es claro: expulsar las tropas rusas de todo su territorio, incluidas Crimea y las autoproclamadas repúblicas del Donbás anexionadas. La situación en las repúblicas rebeldes del Donbás es menos clara, sobre todo debido a la limpieza étnica masiva de facto llevada a cabo por ambos bandos que ha provocado que hasta dos tercios de la población que antes de la guerra vivía en las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk se haya ido. El hecho que entre la población que se ha quedado prácticamente no haya nadie que quiera unirse a Ucrania plantea una pregunta muy incómoda: ¿Occidente estaría de acuerdo en obligar a los ciudadanos a unirse a una nación de la que no quieren formar parte? En Ucrania, el tema era tabú incluso antes de la guerra. El primer ministro de Asuntos Exteriores de Zelensky, Vadym Prystaiko, fue destituido tras sugerir que el futuro del Donbás debería someterse a la decisión de sus habitantes. La tragedia de esta guerra es que no hay una solución equitativa ni segura para todos. Ceder formalmente el control de partes del Donbás y Crimea a Putin supondría recompensar al agresor, dejaría Ucrania sin frontera natural defendible, y permitiría la supervivencia de un régimen peligroso para Kiev y sus vecinos. Por el contrario, permitir a Ucrania recuperar sus fronteras de 1991 implicaría dar apoyo a lo que muchos en el Donbás verían como una guerra de conquista. Putin, por su parte, todavía tiene reservas masivas de hombres y armas de baja tecnología, aunque su arsenal de misiles de alta precisión se está agotando. Matthews afirma que en una competición militar entre calidad y cantidad (la moral, la disciplina, el entrenamiento y el equipamiento superiores de Kiev frente a la maquinaria de estilo soviético de Moscú) desgraciadamente siempre se llega un punto en que la cantidad acaba por imponerse. Es por eso que Putin está preparando una ofensiva importante, probablemente desde varias direcciones, para aprovechar los recientes avances en torno a Soledar y crear una ventaja táctica sobre el terreno antes de que se puedan desplegar los tanques occidentales. Así pues, si Rusia no puede esperar ganar esta guerra, todavía tiene posibilidades de no perderla. Por su parte, Zelensky también se encuentra en una posición mucho más precaria de lo que sugiere su popularidad actual. Ha prometido a su pueblo la victoria total, y las encuestas dicen que cerca del 90% de los ucranianos confían en ello. No conseguirlo le sería políticamente fatal. Lo mismo pasaría con la firma de un acuerdo de paz que implicara pérdida de territorio ucraniano.

Por su parte, en UnHerd, el especialista en estrategia militar Edward Luttwak sólo ve posibles dos movimientos militares importantes ahora que la movilización de 300.000 reservistas añadirá al ejército ruso por lo menos 150.000 soldados aptos, un número superior al total que entró en acción el febrero pasado. Tras un año de una guerra que se está estancando a pesar de los avances y retrocesos puntuales de unos y otros, las nuevas tropas de las que dispone Rusia proporcionan a Putin dos posibles estrategias. En primer lugar, las nuevas tropas se podrían utilizar para seguir luchando a la antigua, lo que en este momento significa intentar expulsar las últimas fuerzas ucranianas de las regiones de Donetsk y Lugansk. Ahora bien, Putin tiene también otro camino: dejar que las tropas de las repúblicas secesionistas de Donetsk y Lugansk, las unidades de soldados contratados y los mercenarios de Wagner sigan haciendo retroceder los ucranianos poco a poco y, con las nuevas unidades de reservistas, sus renovados vehículos de transporte de tropas, su artillería autopropulsada y sus carros de combate, lanzar una nueva ofensiva desde Bielorrusia que podría cambiar completamente los términos de la guerra, ya que los rusos podrían cortar las carreteras y líneas ferroviarias que transportan armas, municiones y suministros civiles desde Varsovia, Berlín, Praga y el resto de Occidente. En este escenario, Luttwak considera que una victoria operacional que permitiera a los rusos posicionar sobre las líneas de suministro críticas para los ucranianos podría abrir el camino a la solución diplomática: la celebración en Donetsk y Lugansk de plebiscitos supervisados internacionalmente a cambio de la retirada rusa de todas las otras zonas del sur y el sureste y, por descontado, del cese completo de los combates.

Para evaluar cuánto de tiempo Rusia puede mantener su esfuerzo de guerra, Max Seddon analiza en el Financial Times cuatro áreas clave: las fuerzas en el campo de batalla; el stock de municiones; el estado de la economía; y las actitudes de la población respecto de la guerra. Con respecto a las municiones y equipamiento militar, desde que empezó la invasión, Rusia ha perdido al menos 4.500 vehículos blindados, 63 aviones de ala fija, 70 helicópteros, 150 vehículos aéreos no tripulados, 12 barcos y más de 600 sistemas de artillería. Aunque Rusia está desplegando actualmente unos 1.800 tanques y tiene 5.000 más en reserva, muchos son equipos de la era soviética a menudo en malas condiciones. En cuanto a la economía y a las finanzas, el PIB de Rusia sólo ha caído un 2,1%, mucho menos que la contracción del PIB de los Estados Unidos durante la crisis financiera de 2007-09, ya que los beneficios récord del petróleo y el gas (11,6 mil millones de rublos, es decir 168 mil millones de dólares) han permitido al Kremlin compensar los esfuerzos occidentales por dejar fuera de Rusia. de los mercados globales y de las cadenas de suministro. Pero las cifras más recientes indican que esta situación puede ser puntual: en enero, los ingresos energéticos cayeron un 46% interanual, mientras que el gasto militar ha aumentado, y el déficit se ha disparado. En cuanto a la disponibilidad de tropas, antes del inicio de la guerra, el ejército de Rusia sumaba entre 740.000 y 780.000 efectivos, mucho menos que la cifra oficial de 1,15 millones. Las fuerzas rusas desplegadas en Ucrania sufrieron grandes pérdidas durante las primeras semanas de la invasión y, en julio, los EE.UU. calculaban que más de 50.000 soldados habían muerto o sido heridos. Las bajas han sido especialmente relevantes en las unidades de élite: a finales del verano, hasta el 50 por ciento de la fuerza aerotransportada de Rusia estaba fuera de combate. Ahora bien, Rusia dispone de una reserva de 30 millones de hombres en edad de luchar, entre 18 y 50 años, aunque sólo entre 9 y 10 millones tienen experiencia militar. Por lo tanto, desde un punto de vista demográfico, Rusia puede seguir acumulando efectivos durante mucho más tiempo. Finalmente, con respecto al apoyo popular, la falta de entusiasmo popular indica que la sociedad rusa se mantiene muy cautelosa. Por otra parte, como la censura ha acabado destruyendo de manera efectiva los medios independientes de Rusia y prácticamente ha borrado el activismo contra la guerra, es complicado saber exactamente lo que piensa la población más allá de las encuestas oficiales (una encuesta realizada en noviembre de 2022 por una empresa controlada por el Kremlin indicaba que el 60% de los rusos consideraba que Putin había tenido razón en iniciar la guerra). En cambio, una encuesta, publicada por primera vez por periodistas independientes apunta a una brecha generacional creciente: sólo el 40% de los rusos de entre 18 y 45 años piensa que Rusia tenía razón de iniciar la guerra contra el 76% entre los mayores de 45 años. En último término, aunque la máquina de guerra de Putin está sometida a una presión enorme todavía está capacitada para iniciar nuevas ofensivas ya que sigue disponiendo de los recursos suficientes para seguir luchando.

Sobre las consecuencias geoestratégicas del conflicto, Luuk van de Middelaar afirma en El País que el mapa estratégico de Europa ha cambiado: las fronteras se están consolidando y el poder se desplaza hacia el este. Para entender lo que está pasando, se tiene que ver el año 2022 como una especie de “mini 1989″, ya que la invasión ha supuesto la mayor sacudida geoestratégica en el continente europeo desde la caída del muro de Berlín. El primer cambio que ha provocado es el propio concepto de Europa: hoy, Rusia ya no es Europa. Un símbolo inequívoco fue en marzo del año pasado cuando Rusia fue expulsada del Consejo de Europa. Un segundo cambio es el endurecimiento de las fronteras: ha vuelto a surgir una línea clara de demarcación que atraviesa el continente, como un nuevo  telón de acero, desde el Báltico hasta el Mar Negro, y ya no hay espacio conceptual para la neutralidad y el no alineamiento. También en el seno de la UE la contienda ha alterado muchos equilibrios. Desde la invasión rusa, las voces de los europeos del Este se han hecho sentir con más fuerza en los debates públicos y en las reuniones de la UE y la OTAN. Especialmente, los polacos y los bálticos se sienten reivindicados ya que advertían desde hace mucho sobre la agresiva actitud de Rusia y la ingenuidad de la política energética de Alemania. El autor también destaca que, con la interrupción de suministro de gas ruso, los países mediterráneos se hallan de repente en una nueva posición de fuerza: producción de hidrógeno a partir de la energía solar, importaciones desde el norte de África y Latinoamérica, terminales de gas natural licuado desde Barcelona hasta Sines (Portugal), sin olvidar la extraordinaria capacidad de regasificación de España. En definitiva, en el nuevo mapa de Europa, mientras el Este se está situando a la vanguardia en temas de defensa, el sur se coloca en el centro de la transición energética.

Mientras tanto en el Financial Times, Michael Scott presenta una visión de la invasión de Ucrania desde el punto de vista de los países de América Latina. Desde que empezó el conflicto, varios países han intervenido mediante el envío de armamento militar a Ucrania, pero los países latinoamericanos no tienen intención de sumarse. De hecho, han rechazado la oferta de Washington de mandar a Ucrania sus equipos militares fabricados en Rusia a cambio de recibir armamento norteamericano muy superior y más moderno. Eso ha quedado patente con la negativa de Brasil a revender tanques a Alemania para su utilización en el conflicto o la de Argentina a contribuir al envío de armas. Así las cosas, hay que plantearse por qué América Latina no quiere contribuir a la ayuda militar a Ucrania y básicamente es porque estos países entienden la actual guerra como una continuación del viejo conflicto Este-Oeste, defienden que hay que llegar a una solución pacífica y argumentan que dar más apoyo militar a Ucrania no llevará a la finalización del enfrentamiento, sino a su empeoramiento con las consecuencias que eso supondría para el conjunto de los estados que forman parte de la comunidad internacional. Por consiguiente, los líderes políticos latinoamericanos apuestan por un alto el fuego sin condiciones preestablecidas. Así pues, Latinoamérica está volviendo de alguna manera a la política de no alineamiento y reivindican su neutralidad para no interferir en los asuntos ajenos con el fin ello no afecte sus relaciones futuras. Concretamente, son conscientes de que potencias como China o Rusia pueden ser fuentes de apoyo en un futuro próximo y no se las quieren enajenar.

En la misma línea una encuesta reciente del European Council on Foreign Relations revela que si europeos y norteamericanos coinciden al apostar por la victoria total de Ucrania con la reconquista de todos los territorios ocupados por Rusia; en cambio, los ciudadanos de la India, Turquía, Rusia y China son mayoritariamente partidarios de acabar la guerra lo antes posible, aunque eso signifique ceder territorio ucraniano. La encuesta se ha llevado a cabo entre más de 19.000 personas de nueve países pertenecientes a la Unión Europea, el Reino Unido, los Estados Unidos, la India, Turquía, Rusia y la China entre diciembre de 2022 y enero de 2023. Los encuestados de los países no occidentales consideran que la formación de un nuevo orden mundial multipolar después de la guerra es más probable que la consolidación de un escenario bipolar. La encuesta sugiere que la existencia de una diferencia de opinión tan marcada entre países puede estar relacionada con la manera como los líderes de Europa y de los Estados Unidos han planteado la guerra en términos de lucha para defender la democracia. Si esta retórica ha servido para unir Occidente, no ha tenido el mismo efecto en otros lugares<A[lugares|sitios]>, ya que para muchos encuestados fuera de Occidente, sus países también son democracias, y quizás incluso mejores que las occidentales. Por otra parte, en un mundo cada vez más fragmentado y polarizado, países como la India y Turquía parecen atraídos por un soberanismo libre, en el que cada conflicto entre superpotencias se convierte en una oportunidad para mostrar su relevancia y capacidad para tomar decisiones soberanas. En la India, más del 80% de los encuestados consideran Rusia, los EE.UU., la UE y el Reino Unido como aliados o socios, mientras que el 76% ve China como un rival o un adversario. Los autores concluyen que la victoria de Ucrania en la guerra será fundamental para determinar la forma que tendrá el próximo orden europeo pero que es muy poco probable que se restablezca un orden liberal global liderado por los EE.UU. En cambio, Occidente deberá convivir en un mundo multipolar, con dictaduras hostiles como China y Rusia, pero también con grandes potencias independientes como la India y Turquía. En último término, este puede acabar siendo el mayor punto de inflexión geopolítico de la guerra: la consolidación de Occidente se está produciendo en un mundo post-occidental cada vez más dividido.

Con respecto al impacto de la guerra sobre Rusia Anders Åslund analiza en La Vanguardia el resultado desastroso de la invasión y afirma que aunque Rusia haya desplegado en Ucrania un 85% de su poder militar, sólo ha conseguido apoderarse de un 11% adicional del territorio ucraniano. Destaca que Putin ha degradado, desacreditado y aislado Rusia de manera tal que resulta difícil describir la magnitud del desastre que ha supuesto para su país y el mundo. Ha desencadenado guerras injustificadas en Georgia y Ucrania; ha destruido a su propio ejército; ha acabado con la libertad iniciada bajo Gorbachov e Yeltsin; ha aislado Rusia del resto de países desarrollados; ha dañado su economía; y ha paralizado la modernización del país. Con su guerra contra Ucrania de 2014, Putin aisló Rusia de los EE.UU., Europa y la mayoría de las antiguas repúblicas soviéticas. Se quedó con el tercer mundo y promovió los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Pero ahora Brasil y Sudáfrica han perdido gran parte de su atractivo debido al estancamiento económico provocado por el final del auge de las materias primas y si la India y China no han condenado la guerra de Rusia, tampoco lo han apoyado abiertamente. Hace unos años, China superó Rusia en PIB per cápita en dólares norteamericanos, lo cual que significa que su PIB total es diez veces mayor. El comercio entre Rusia y China está adoptando un cariz netamente colonial en el que China vende a Rusia componentes electrónicos y otros productos manufacturados sofisticados mientras le compra petróleo y gas a bajo coste. Así pues, Putin ha supuesto una catástrofe para la economía rusa. En 2000 heredó una economía reformada y después disfrutó durante una década del auge de las materias primas, pero la economía rusa se estancó a partir de 2014 y de acuerdo con las estadísticas oficiales, la renta real disponible de Rusia cayó un 10% entre 2014 y 2020. Por otra parte, Rusia es una dictadura personal con unas instituciones de gobierno reducidas al mínimo. Åslund apunta que los tres factores más habituales que contribuyen a la caída de este tipo de régimen son la derrota en una guerra (que parece probable en Ucrania), el malestar social (que todavía no se ha manifestado) o las divisiones entre las fuerzas de seguridad (de momento no aparentes). En último término, Åslund considera que, sea cuál sea la evolución de los acontecimientos, es difícil imaginar que Putin logre sobrevivir a una derrota en Ucrania.

En cuanto a un posible cambio de régimen en Moscú si Rusia pierde la guerra, la revista Slate subraya que la historia de los regímenes rusos es la historia de sus guerras. Victoriosos, se vuelven más agresivos; vencidos, se tambalean o se derrumban. Así, la guerra de Crimea comportó un debilitamiento duradero del Imperio; la derrota contra Japón llevó a la revuelta del acorazado Potemkin; la Primera Guerra Mundial a la revolución y la guerra civil; la de Afganistán a la caída de la Unión Soviética, y la segunda guerra de Chechenia permitió el ascenso al poder del actual presidente. En un momento en que todos los escenarios son posibles –victoria ucraniana o rusa, estancamiento, proceso de paz, partición del país– una cosa es cierta: todo el mundo ya se posiciona para la posguerra. El conflicto se ha convertido en el campo de batalla entre siloviki, oligarcas y ultras, y lo que acontezca en 2023 puede decidir no sólo el resultado de la guerra sino también el camino que tomará el Kremlin durante los próximos diez años. Vladimir Putin confía sobre todo en su círculo más íntimo para tomar sus decisiones. Son los siloviki procedentes de las agencias de seguridad y del aparato militar, a menudo antiguos colegas del KGB en San Petersburgo. El segundo círculo, no oficial y más heterogéneo, está formado en su mayoría por oligarcas, y finalmente hay los ultras, que no pertenecen a ningún círculo. Después de meses de combates encarnizados en torno a Bakhmut y Soledar, las tropas de Wagner han conseguido la primera victoria rusa desde hace meses y no se tiene que menospreciar el valor simbólico, ya que los ultras están adquiriendo cierto ascendiente sobre los militares. Al mismo tiempo, sin embargo, si Putin da vía libre a los ultras y a sus aliados para contener las ambiciones de los siloviki, también sabe que debe mantener su papel de árbitro entre las partes. Así, al día siguiente de la captura de Soledar, nombró al general Valeri Gerasimov, jefe del estado mayor del ejército, con un triple objetivo: devolver la iniciativa a un estratega convencional de cara a la ofensiva prevista para la primavera; controlar el ego y las ambiciones de Yevgueni Prigozhin, el jefe de Wagner; y obligar las dos partes, la convencional y la ultra, a trabajar conjuntamente. En último término, el mantenimiento de este equilibrio entre facciones hostiles es la mejor carta de Putin para mantenerse en el poder.

Por su parte, desde las páginas de Foreign Policy, Alexey Kovalevplantea la pregunta qué es Rusia y afirma que ni los propios rusos pueden estar seguros de cuáles son las fronteras de su país. Los mapas de Rusia recientemente publicados incluyen regiones de Ucrania que ni siquiera están controladas por el ejército del Kremlin. Tampoco hay una respuesta definitiva a la pregunta de por qué tipo de Rusia se está luchando. En su último discurso sobre el estado de la nación el presidente ruso Vladimir Putin no aportó ninguna respuesta y se limitó a pronunciar su habitual letanía sobre la perfidia de Occidente, incluyendo su obsesión por la sexualidad y el género. Pero la confusión de los rusos se extiende mucho más allá de sus fronteras nacionales y de los objetivos de la guerra. El problema es mucho más existencial: Rusia simplemente no sabe qué es y cuál es su lugar en el mundo. Esta es, por lo tanto, la cuestión que debe resolver la Rusia moderna. ¿Es un imperio que hay que restaurar, como parece pensar Putin? ¿Su destino es ser una autocracia oligárquica, una especie de versión moderna del zarismo? ¿Es una sociedad post-soviética que avanza hacia mejores infraestructuras y quizás incluso hacia la democracia? ¿Un antiguo imperio que se afana por aceptar un futuro post-imperial? ¿U otra cosa de completamente diferente? Estas preguntas todavía serán más apremiantes cuando finalice la guerra, acabe la influencia de Putin sobre el país y los rusos intenten construir un futuro común dentro de sus fronteras. A medida que los restos de la identidad imperial y post-imperial rusa se van borrando, hay que preguntarse si quedará alguna cosa para formar una idea nacional rusa, algo que no tiene el país desde que surgió de los restos de la Unión Soviética en 1991. La respuesta de Putin ha quedado bastante clara para todos. Su idea nacional es abiertamente imperialista: al invadir Ucrania, quiere restaurar el control del Kremlin sobre una antigua colonia zarista y soviética, borrando su identidad nacional y convirtiendo a sus habitantes en rusos mediante la represión y la reeducación.

No obstante, algunos rusos empiezan a plantear una visión alternativa de cómo podría ser un hipotético proceso de democratización una vez Putin ya no esté en el poder. Hace pocos días, Alexey Navalny esbozó un plan de 15 puntos que empieza con un primer punto obvio: reconocer la invasión criminal de Putin, salir de Ucrania (incluida Crimea), pagar reparaciones a Ucrania y cooperar con las instituciones internacionales para llevar ante la justicia a los responsables de la guerra. A continuación, señala explícitamente el imperialismo ruso como culpable: afirma que Rusia es un país vasto con una población que va disminuyendo y que por lo tanto no necesita más territorio. Concibe el futuro político de Rusia como una república federal y parlamentaria con la autoridad delegada en las regiones. Aunque las propuestas de Navalny hoy todavía parecen inscribirse en una perspectiva muy lejana, no son intrínsecamente impracticables. Hace sólo una generación, en los años crepusculares de la Unión Soviética, la sociedad rusa salió de más de siete décadas de represión para celebrar sus primeras elecciones semi-libres en 1989 y en 1991 frustró un intento de golpe de estado por parte de los sectores más intransigentes del PCUS. Sin embargo, los demócratas rusos acabaron fracasando finalmente y las dos guerras en Chechenia provocaron la aparición del régimen actual.

Finalmente, y a pesar del discurso belicista dominante, algunos abogan por asumir el reto de ganar la paz. Es el caso del filósofo Jürgen Habermas que un largo manifiesto publicado en la Süddeutsche Zeitung plantea temas como el tono belicista de una opinión publicada casi uniforme, la carrera armamentística actual y cuando la asistencia militar que Occidente proporciona en Ucrania dejará de ser considerada como defensiva por parte de Rusia. Habermas afirma que Occidente tiene sus intereses legítimos y sus propias obligaciones. Los gobiernos occidentales operan en una esfera geopolítica más amplia y en esta guerra deberían tener en cuenta otros intereses además de los de Ucrania. Tienen obligaciones legales con las necesidades de seguridad de sus ciudadanos y también —independientemente de lo que opine la población ucraniana— una corresponsabilidad moral hacia las víctimas y la destrucción que causan las armas procedentes de sus países. Por lo tanto, no pueden trasladar algGobierno ucraniano la responsabilidad de las consecuencias brutales de una prolongación de las hostilidades que sólo es posible gracias a su apoyo militar. El hecho de que Occidente no puede evitar tomar sus propias decisiones importantes y hacerse responsable se manifiesta también en su principal temor: un escenario en que la superioridad militar rusa lo sitúe ante la disyuntiva de recular o convertirse en parte beligerante. Otros motivos más inmediatos por los que el tiempo apremia para negociar son el agotamiento de las reservas de tropas y de recursos materiales necesarios para la guerra. El factor tiempo influye también en las convicciones y las disposiciones de la población occidental. Asimismo, es demasiado sencillo reducir las posiciones sobre la cuestión controvertida del calendario de las negociaciones a la mera oposición entre moral e interés propio. Las razones que urgen a poner fin a la guerra son sobre todo morales. Habermas también critica que la afirmación según la cual Ucrania no tiene que perder pone en duda una perspectiva amigo-enemigo que considera la solución bélica de los conflictos internacionales natural y sin alternativa, incluso en el siglo XXI. Una guerra, y con más razón la que ha iniciado Putin, es el síntoma de un retroceso con respecto al nivel de interacción civilizada entre potencias alcanzado a lo largo de la historia, especialmente entre las potencias que han aprendido la lección de las dos guerras mundiales. Si el estallido de conflictos armados no se puede evitar con sanciones dolorosas incluso para los propios defensores del derecho internacional, la alternativa es la búsqueda de compromisos tolerables. El propio Habermas apunta una objeción evidente a su razonamiento: de momento no hay indicios de que Putin quiera iniciar negociaciones. Hay que añadir, además, que Putin ha tomado decisiones que hacen casi imposible iniciar negociaciones prometedoras, ya que con la anexión de las provincias orientales de Ucrania ha creado una situación inaceptable para los agredidos. Sin embargo, Habermas también afirma que eso quizás haya sido una respuesta –desacertada–, al error de la alianza occidental de dejar Rusia deliberadamente a oscuras desde el principio en cuanto al objetivo de su apoyo militar, ya que eso dejaba abierta la perspectiva de un cambio de régimen, una cosa inaceptable para Putin. Por el contrario, el objetivo declarado de restablecer el estatus quo anterior al 23 de febrero del 2022 quizás habría allanado el camino posterior hacia las negociaciones. Pero ambas partes querían desanimar la otra marcando posiciones muy ambiciosas y aparentemente inamovibles. Finalmente, Habermas también plantea otras cuestiones incómodas para el relato dominante: ¿sólo Ucrania decidirá el momento y el objetivo de unas hipotéticas negociaciones o sus aliados europeos tendrán alguna cosa que decir? ¿Y qué pasa con las víctimas? Si la guerra responde a un imperativo moral, las bajas y la destrucción causadas por las armas de Occidente también formarían parte de nuestra responsabilidad moral hacia Ucrania. Habermas concluye que desde su punto de vista son principalmente razones morales las que exigen que se ponga fin a la guerra.

Un final de la guerra que también es deseado por la China que ha anunciado su voluntad de presentar un plan de paz coincidiendo con el primer aniversario de la invasión. En la revista Time, Charlie Campbell afirma que la iniciativa de paz china representa un paso atrevido que plantea muchas preguntas. En primer lugar, el momento escogido para presentar el plan. Históricamente, China se ha involucrado varias veces en otros conflictos como el de Corea en los años 50 y el de Vietnam en los años 70 y quizás actuar como factor de paz en la guerra en Ucrania responda a un deseo de demostrar su relevancia en el escenario internacional. También puede haber influido el hecho de que la guerra no le esté yendo nada bien en Rusia. Desde la perspectiva de China, una victoria rápida de Putin habría sido una humillación para los Estados Unidos y una señal de la impotencia de Occidente. Pero la prolongación del conflicto ha reforzado la UE y ha reactivado a la OTAN. Así, cuanto más se alargue la guerra, mayores son las posibilidades que una derrota militar comporte que Rusia no pueda mantener el control sobre el conjunto de su territorio, lo que haría presagiar una disminución de su esfera de influencia en Asia Central y un vacío político a lo largo de la frontera norte de China sería una amenaza de seguridad muy grave para Beijing. Otro factor a tener en cuenta es que durante los últimos veinte años China ha incrementado sus contribuciones a los esfuerzos humanitarios internacionales y hoy es el miembro del Consejo de Seguridad que más contribuye a las fuerzas de paz de la ONU. Si el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, ha respondido con cautela el anuncio del plan chino, el presidente Volodymyr Zelensky en cambio ha descartado repetidamente un acuerdo que suponga renunciar a una parte del territorio, con lo cual no queda claro cómo se podría llegar a algún tipo de compromiso. No obstante, un punto de partida plausible podría ser decretar un armisticio a lo largo de las líneas de frente actuales con el fin de dar tiempo a establecer los mecanismos adecuados para futuras negociaciones de paz. Otra motivación que podría tener Beijing sería la de crear disensiones entre Kiev y sus aliados occidentales. En efecto, a medida que se alarga la guerra, la financiación de la ayuda a Ucrania se convertirá en un factor que puede llegar a crear divisiones entre los Estados Unidos y Europa. Eso en un contexto en el que crece el apoyo y la influencia de la China a instituciones multilaterales como la ASEAN, la Unión Africana y la Liga Árabe, lo cual indica que Beijing está cada vez más implicado en el llamado Sur Global donde, precisamente, son numerosas las voces que disienten de los discursos predominantes sobre el apoyo a Ucrania. En último término, con la presentación de su plan de paz China puede arrebatar a los Estados Unidos el predominio sobre el discurso moral sobre el compromiso con la paz y el diálogo en un mundo que está cambiando. Porque si el plan de paz chino acaba siendo rechazado por Occidente, seguramente tendrá mucha resonancia en los países en desarrollo, que son los que mayoritariamente sufren las consecuencias de la guerra en materia de seguridad alimentaria y energética.

Por su parte, Pilar Bonet argumenta en El País que un año después del inicio del conflicto se refuerza la idea de que esta guerra se alargará por tiempo indefinido. La agresión rusa está dejando en ruinas un gran país europeo y ya ha producido decenas de miles de muertos <A[muertos|muertes]>, quizás centenares de miles, y millones de desplazados. Rusia destruye la Ucrania de hoy y también la del futuro, ataca la población civil y las infraestructuras básicas y sus soldados torturan, roban, expolian el patrimonio cultural y facilitan la deportación de los niños para que sean adoptados y adoctrinados en Rusia. A la determinación del presidente ruso, Vladímir Putin, de seguir avanzando, cueste lo que cueste, sin reparar en vidas ―las de los ucranianos y las de sus propios conciudadanos movilizados―, se le opone el coraje del presidente Volodymyr Zelensky y del pueblo ucraniano para resistir con ayuda del armamento facilidad por Occidente. En este contexto, Pilar Bonet argumenta que en estos momentos ninguno de los dos bandos dispone de fuerzas suficientes para obtener una victoria. Los países de la OTAN descubren con alarma que sus arsenales no son suficientes para sostener el ritmo con que se gastan en Ucrania y Rusia constata que parte de su armamento es obsoleto y ha pedido ayuda a países como Irán, con el que está organizando la fabricación conjunta de drones. Unos y otros aumentan o se disponen a aumentar la capacidad de su industria bélica. En Ucrania, Occidente intenta no traspasar las líneas rojas que podrían llevar al uso del arma nuclear por parte de Rusia. Este peligro no ha dejado de existir en ningún momento, aunque no es posible determinar la correlación entre los acontecimientos en el campo de batalla y las probabilidades de que Vladímir Putin apriete el botón. Es de suponer que, mientras Rusia tenga armamento convencional y efectivos humanos suficientes, Putin no recurrirá al último recurso. El optimismo que siguió la ofensiva ucraniana de otoño pasado fue contagioso, pero precipitado. Las sanciones occidentales dañan, pero no ahogan Rusia, que en un mundo global encuentra maneras de burlarlas. Putin se apoya de momento en una población convencida, sumisa, confusa o asustada, que secunda o se resigna a la guerra. Sobre la evolución de la guerra, se observan varias corrientes de pensamiento. Ucrania, dicen unos, tiene que ser apoyada tanto tiempo como sea necesario para vencer Rusia y expulsarla de su territorio. Otros dicen que debe aceptar pérdidas de territorio a cambio de paz. Esta última opción se presenta hoy con analogías como la división de Corea o la de Alemania, pero Rusia pretende más de lo que ya ocupa y ha inscrito en su Constitución territorios ucranianos que ni siquiera controla. Intentar un alto el fuego en Ucrania exigiría algún tipo de intermediación formado por personas o países no implicados en la guerra ni en las sanciones. En este sentido, puede ser interesante la iniciativa del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, para formar un grupo de estados que puedan intervenir en el conflicto. El Brasil, junto con Rusia, es miembro del grupo de los llamados BRICS, al que también pertenecen India, China y Sudáfrica. Entre bastidores, ya se están produciendo tanteos diplomáticos entre varios países y líderes.

Para acabar, William Partlett reseña en The Conversation que en una situación en que parece poco probable la victoria total de uno de los dos bandos, se están haciendo oír muchas voces que piden un acuerdo negociado que pongo fin a la guerra. Una cuestión crítica subyacente a cualquier acuerdo negociado es averiguar cómo se pueden equilibrar las demandas de ambas partes para conseguir una paz estable y duradera. El autor considera que la respuesta a menudo ignora a un actor indispensable: el pueblo ucraniano. Tanto por razones legales como políticas, la democracia constitucional de Ucrania requiere que cualquier acuerdo de paz sea ratificado por los ciudadanos. Si eso no se tiene en cuenta, es poco probable que se pueda llegar a un acuerdo de paz estable. Eso comporta un debate moral sobre si Ucrania debería ser empujada a negociar sobre el estatus de su territorio soberano, ya que un acuerdo de paz estable no puede ser sólo un pacto diplomático entre Ucrania, Rusia, China y Occidente. También requiere el apoyo del pueblo ucraniano por razones legales y políticas. En efecto, Ucrania es una democracia constitucional y eso significa que cualquier cesión formal de parte del territorio soberano de Ucrania (incluida Crimea) requiere un cambio constitucional y, por lo tanto, un referéndum. De hecho, el artículo 156 de la Constitución de Ucrania exige que estos cambios sean sometidos a referéndum en toda Ucrania. Precisamente, el papel legal y político del pueblo ucraniano fue ignorado en gran medida en los acuerdos de Minsk elaborados por diplomáticos de Ucrania, Rusia y Europa para intentar resolver el conflicto que estalló tras la anexión de Crimea y de la insurrección apoyada por Rusia en la región del Donbás en 2014. En este contexto, las encuestas revelan que el 84% de los ucranianos rechaza cualquier concesión territorial a Rusia. Sin duda, la opinión popular puede cambiar con el tiempo, sobre todo si se elabora un acuerdo de paz de manera que obtenga el apoyo del pueblo ucraniano. Pero la necesidad de apoyo popular, sin duda, limitará el número de concesiones que Ucrania pueda hacer y dará forma a los detalles de cualquier acuerdo de paz.


Fotografía: Banco de imágenes de Adobe Stock.

En este número del Diari de les idees han participado Marc Espigares, Jiajin Angel Lin, María García y Analía Cortez, estudiantes en prácticas en el CETC.

more/less text

Balance de un año de conflicto

International Institute for Strategic Studies The Military Balance 2023

L’informe anual que acaba de publicar l’International Institute for Strategic Studies (IISS) revela que arran de la invasió russa d’Ucraïna, uns 20 països europeus han anunciat un augment immediat o un compromís formal per augmentar la seva despesa de defensa a llarg termini. Pel que fa a la guerra a Ucraïna, Rússia està recorrent a equipament militar antic degut a les pèrdues importants de material que està patint, mentre que Kíiv compensa els danys amb armament modern proporcionat pels aliats occidentals. L’informe assenyala que les forces armades d’ambdós països han patit un fort desgast des de l’inici de la invasió: Rússia hauria perdut al voltant del 50% de la seva flota de tancs més sofisticats, composta pel T-72B3, T- models 72B3M i T-80, per la qual cosa ha hagut de posar en servei equips més antics. Al mateix temps, el reforçament de les línies de front amb soldats reclutats per suplir les grans baixes registrades en combat ha comportat l’afluència a primera línia de front de personal menys experimentat. L’informe també estima que Moscou ha perdut al voltant del 8% de la seva aviació, incloent-hi reduccions del 10% al 15% a les flotes de Su-30SM Flanker H, Su-24M/M2 Fencer D, Su-25 SM/ SM3 Frogfoot i Su-34 Fullback. El fracàs de Rússia per aconseguir la superioritat aèria ha fet que les seves tropes hagin hagut de colpejar objectius ucraïnesos des de llarga distància, amb un ús extensiu de míssils de creuer i altres armes similars. Així mateix, això ha comportat que Rússia aprofiti les estretes relacions amb l’Iran per proveir-se de drons, altres vehicles aeris no tripulats i munició d’atac directe, que ha utilitzat recentment per bombardejar la infraestructura d’Ucraïna. En canvi, Ucraïna s’ha beneficiat del suport dels països occidentals per iniciar un procés de transformació del seu armament, amb un ús creixent de l’artilleria occidental moderna i els vehicles blindats per substituir els antics equipaments de fabricació soviètica que ha perdut en combat. Els autors de l’informe subratllen que la introducció de sistemes terrestres occidentals està transformant l’arsenal armamentístic d’Ucraïna i augmentant les seves capacitats. Finalment, l’enviament a Ucraïna de tancs de l’època soviètica per part dels estats d’Europa de l’est està impulsant països com Polònia a renovar els seus arsenals i intercanviar equipament soviètic i rus per armament de fabricació occidental o sud-coreana.

Luuk van Middelaar El nuevo mapa estratégico de Europa, un año después de la invasión de Ucrania

Un any després de la invasió russa, el mapa estratègic d’Europa ha canviat: les fronteres s’estan consolidant i el poder es desplaça cap a l’est. Aquesta dinàmica està creant malestar a la parella francoalemanya, però a la vegada obre un espai nou per a països clau com Espanya. Per entendre el que està passant, l’autor considera que l’any 2022 ha de ser vist com una mena de “mini 1989″, ja que la invasió és la major sacsejada geoestratègica al continent europeu des de la caiguda del mur de Berlín. Les realitats i les relacions estan canviant i estem entrant en una nova era. El primer canvi que ha generat la invasió és el propi concepte d’Europa: avui, Rússia ja no és Europa. Un símbol inequívoc va ser el març de l’any passat quan Rússia va ser expulsada del Consell d’Europa. En canvi, la majoria dels europeus estan d’acord que Ucraïna sí que és Europa. Aquest és l’argument que el president Volodímir Zelenski ha defensat sense parar i amb mestria. Un segon canvi espacial és l’enduriment de les fronteres. Ha tornat a sorgir una línia clara de demarcació que travessa el continent, com un nou teló d’acer, des del Bàltic fins al mar Negre. Ha deixat d’haver-hi espai conceptual per a la neutralitat, la no alineació i zones neutrals”. La petició de Finlàndia i Suècia d’ingressar a l’OTAN és un símptoma clar d’aquest canvi. L’autor assenyala que també dins de la UE pròpiament dita, la sacsejada bèl·lica ha alterat molts equilibris. Per començar, des de la invasió russa, les veus dels europeus de l’Est s’han fet sentir amb més força als debats públics i a les reunions de la UE i l’OTAN. Especialment, els polonesos i els bàltics se senten reivindicats. Feia molt de temps que advertien sobre l’agressiva actitud de Rússia i qualificaven d’ingènua la política energètica d’Alemanya, En aquest sentit, la producció d’hidrogen a gran escala, els nous gasoductes, i la creació d’una xarxa elèctrica continental per no dependre més dels hidrocarburs russos representen un clar projecte de futur en temps de canvi climàtic i guerra. I aquí l’autor hi veu una oportunitat per a Espanya i els països del sud del continent, ja que també en matèria energètica, la guerra està trastocant el mapa d’Europa. Amb la interrupció del gas rus, la situació dels països mediterranis es converteix de sobte en una nova força: producció d’hidrogen a partir de l’energia solar, importacions del nord d’Àfrica i Llatinoamèrica, terminals de gas natural liquat des de Barcelona fins a Sines, sense oblidar l’extraordinària capacitat de regasificació d’Espanya. En definitiva, al nou mapa d’Europa, mentre que l’Est està a l’avantguarda en temes de defensa, el sud se situa al centre de la transició energètica.

Stephen M. Walt The Top Five Lessons From Year One of Ukraine's War

Stephen Walt ressenya a Foreign Policy les cinc grans lliçons que al seu entendre es poden extreure d’aquest primer any de guerra a Ucraïna. Primer, ha quedat patent que és molt fàcil que els líders calculin malament. Ara és obvi que Vladímir Putin es va equivocar quan va suposar que Ucraïna no podia oposar una resistència seriosa. Va calcular malament la destresa militar de Rússia, la tenacitat d’Ucraïna i la capacitat d’Europa occidental per trobar fonts alternatives d’energia. Però els occidentals també van cometre errors: van descartar la possibilitat de la guerra durant anys, van exagerar la potència de les sancions econòmiques i van subestimar la profunditat de l’oposició russa als esforços occidentals per portar Ucraïna a la seva òrbita. Segon, els estats s’uneixen per contrarestar una agressió. La guerra d’Ucraïna també ens recorda que els estats del sistema internacional solen unir-se per oposar-se als actes d’agressió manifestos. Aquesta és una altra lliçó que Putin va passar per alt: a més de creure que Ucraïna cauria ràpidament, semblava considerar que l’OTAN no respondria tan enèrgicament com ho ha fet. Així, en lloc de combatre un oponent més feble, ara Rússia està lliurant una guerra contra un país recolzat per una coalició el PIB combinat de la qual és gairebé 20 vegades superior al de Rússia. Aquesta coalició produeix l’armament més sofisticat del món i ha començat a desprendre’s del subministrament d’energia rus. Tercer, les guerres no acaben fins al final. Als nord-americans els agrada pensar en la guerra com un breu espasme de xoc i terror seguit de l’entrega de medalles i potser una desfilada de la victòria. Aquesta tendència no és sorprenent, atès que els enemics recents dels Estats Units han estat potències de tercera categoria i la fase militar inicial de cada guerra va ser curta i unilateral. Les guerres a l’Iraq i a l’Afganistan es van allargar durant anys, però només perquè els Estats Units van optar per ocupar aquests països i intentar-hi reformes polítiques i socials de gran abast. El resultat va ser potents insurreccions que no es va poder vèncer a un cost acceptable. La guerra a Ucraïna és diferent: l’assalt inicial de Rússia es va frustrar i el seu objectiu de canvi ràpid de règim a Kíiv també. Però després de 12 mesos, les forces convencionals de dos estats sobirans encara estan lluitant al camp de batalla i cerquen noves maneres de pressionar l’altre bàndol. Malgrat diversos canvis de fortuna, cap dels dos bàndols ha estat capaç de donar un cop de gràcia al rival. Putin va creure erròniament que la guerra seria ràpida i barata. Quan l’atac inicial de Rússia a Kíiv va fracassar i les seves forces van patir grans pèrdues, Ucraïna i els seus partidaris van concloure que una generosa ajuda exterior, la determinació ucraïnesa i les sancions econòmiques àmplies podrien infligir una derrota decisiva a Rússia i potser fins i tot expulsar-la de les files de les grans potències. No obstant això, Rússia segueix sent una potència important, amb una població més de tres vegades a la d’Ucraïna, una gran base militar-industrial i reserves substancials d’equipament militar, i els seus líders veuen la guerra com un conflicte existencial que Rússia ha de guanyar com sigui. Quart, la guerra afavoreix els extremistes i fa més difícil el compromís. Com que hi ha molt en joc, la guerra és un moment en què cal valorar especialment el raonament i el càlcul acurat. Malauradament, sovint és un moment en què la fanfarroneria, la il·lusió, les postures morals, els cops de pit patriòtics i el pensament grupal predominen i les opinions de la línia dura ofeguen veus més mesurades. Com a resultat, es fa més difícil discutir qualsevol tipus de compromís, fins i tot quan cap dels dos bàndols té un camí clar cap a la victòria. Aquesta no és l’única raó per la qual les guerres són difícils d’acabar, però és important. És possible que els partidaris més decidits d’Ucraïna tinguin raó i que Occident hauria de fer tot el que calgui per permetre a Kíiv alliberar tot el seu territori. Però cal plantejar-se si els falcons s’han parat mai a preguntar-se si allargar la guerra podria comportar un pitjor resultat per a Ucraïna. Walt esmenta un historial força inquietant: el generós suport extern a les forces locals al Vietnam, l’Iraq i l’Afganistan va allargar aquestes guerres, però no va deixar aquests països en millor situació quan els Estats Units finalment van decidir que la victòria no era possible i se’n van retirar. Finalment, aquesta guerra hauria estat molt menys probable si els Estats Units haguessin adoptat una estratègia de contenció en matèria de política exterior. Si els responsables polítics nord-americans i occidentals haguessin fet cas a les reiterades advertències sobre les conseqüències de l’ampliació de l’OTAN en lloc d’intentar incorporar Ucraïna a les institucions econòmiques i de seguretat occidentals, l’incentiu de Rússia per atacar hauria estat molt menor. Està clar que Putin té la responsabilitat principal d’iniciar una guerra brutal i il·legal, però l’administració de Biden i els seus predecessors estan lluny d’estar nets de culpes. En darrer terme, l’autor afirma que el poble ucraïnès està patint ara la crueltat de Putin, però també l’arrogància i la ingenuïtat dels líders occidentals.

Euractiv 'Terrible toll': Russia’s invasion of Ukraine in numbers

A pocs dies de l’aniversari del primer any de la guerra a Ucraïna, l’article fa balanç del cost material i humà del conflicte. Pel que fa a les pèrdues militars, segons les últimes estimacions de Noruega, 180.000 soldats russos i 100.000 soldats ucraïnesos han mort o han estat ferits durant el conflicte. Altres fonts occidentals estimen que la guerra ha causat 150.000 víctimes a cada bàndol. En comparació, uns 15.000 soldats soviètics van morir en tota una dècada de combats a l’Afganistan entre 1979 i 1989. Tot indica que l’alt índex de baixes es deu al fet que la majoria de soldats són reclutes poc entrenats i altres són individus reclutats a les presons russes per augmentar les files del grup paramilitar Wagner i que serveixen com a carn de canó. Pel que fa a les pèrdues civils, entre 30.000 i 40.000 civils han perdut la vida a tot el país d’acord amb fonts occidentals. D’altra banda, també cal tenir en compte que les mines terrestres també seran una gran amenaça per als civils en el futur ja que prop del 30% del territori ucraïnès ha estat contaminat, mentre que Human Rights Watch també acusa les tropes ucraïneses d’haver col·locat mines antipersonals prohibides a la regió oriental d’Izyum. Els experts adverteixen que les operacions de desminatge podrien trigar dècades. Un altre aspecte és el dels crims de guerra comesos, que va revelar tot el seu horror quan els periodistes de l’AFP van entrar a Bucha el 2 d’abril de 2022, i van trobar els carrers plens de cossos de civils o com quan un míssil es va abatre sobre l’estació ferroviària de Kramatorsk, causant nombroses baixes civils. Des de l’inici de la guerra s’han denunciat al voltant de 65.000 presumptes crims de guerra, segons el comissari de justícia de la Unió Europea, Didier Reynders. Per la seva banda, investigadors de l’ONU han acusat Rússia de cometre crims de guerra a escala massiva: atemptats, execucions, tortures i violència sexual. Així mateix Kíiv denuncia que s’han deportat per la força més de 16.000 nens a Rússia o zones controlades pels separatistes recolzats per Moscou. D’altra banda, diverses ONG han denunciat Ucraïna per violar els drets dels presoners de guerra russos, però a una escala molt menor. En aquest sentit, la Cort Penal Internacional va iniciar una investigació sobre crims de guerra i crims contra la humanitat l’any passat tot i que no pot processar cap país per possibles crims de guerra, ja que ni Rússia ni Ucraïna són membres del tribunal de La Haia. En canvi, Kíiv està pressionant perquè es creï un tribunal especial per jutjar els crims perpetrats per Rússia. Des del punt de vista econòmic, en totes les zones d’ocupació els habitatges, comerços i fàbriques han estat devastades. A nivell nacional, Rússia ha atacat repetidament les infraestructures energètiques clau, provocant talls de subministrament i deixant milions de persones sense calefacció durant l’hivern. El Banc Mundial va anunciar a l’octubre que l’economia del país es contrauria un 35% el 2022. Per la seva banda, L’Escola d’Economia de Kíiv va estimar al gener que substituir totes les infraestructures devastades per la guerra costaria uns 138.000 milions de dòlars. En un país famós per les seves exportacions de cereals i oli de gira-sol, la guerra ha causat més de 34.000 milions de dòlars en pèrdues econòmiques al sector agrícola. I d’acord amb una avaluació conjunta del govern ucraïnès, la Comissió Europea i el Banc Mundial, la reconstrucció d’Ucraïna costaria uns 349.000 milions de dòlars. Tampoc no es poden oblidar els més de vuit milions d’ucraïnesos que s’han vist obligats a fugir d’Ucraïna des que va esclatar la guerra, segons l’agència de refugiats de l’ONU, la qual cosa converteix aquest èxode en la crisi de refugiats més gran a Europa des de la Segona Guerra Mundial.

Amílcar Correia A guerra em compasso de espera

L’editorial del diari portuguès Público destaca que pocs dies abans del primer aniversari de la invasió russa d’Ucraïna, el president Volodímir Zelenski ha viatjat als països que més han contribuït militarment a la defensa del país, mentre Vladímir Putin reforça els mitjans sobre el terreny i llança atacs massius contra les infraestructures de diverses ciutats, com per exemple Kharkiv i Kíiv. Zelenski ha anat a Londres, París i Brussel·les per parlar de democràcia, llibertat i demanar més armes. Després d’assegurar-se el subministrament dels tancs necessaris perquè Ucraïna planti cara a una més que previsible ofensiva terrestre russa, Ucraïna insisteix ara en demanar avions de caça, augmentant tant les demandes de material com la implicació occidental en el conflicte. No hi ha molts dubtes sobre una ofensiva russa imminent i els ucraïnesos saben que l’armament promès no servirà de res si no arriba al front de batalla a temps. Paral·lelament, Zelenski sap que ha d’eradicar la corrupció al seu país ja que es tracta d’un factor fonamental per poder adherir a la Unió Europea. Però també sap que aquesta adhesió no arribarà a temps per protegir-lo de les noves amenaces que s’albiren. Ucraïna, que fa setmanes que no ha fet cap progrés sobre el terreny i que aviat farà curt de soldats i municions, trontollarà si és abandonada o si no es reabasteix ràpidament. L’ajuda militar a Kíiv implica un compromís occidental més agressiu i la consegüent resposta de Moscou en un context on Rússia està més a prop d’ampliar el territori ocupat que Ucraïna de recuperar el que va perdre. El calendari de guerra entra, doncs, en un compte enrere, i el drama és que només hi ha dues opcions: facilitar o travar el camí de Putin.

Lawrence Freedman Kyiv and Moscow Are Fighting Two Different Wars

Lawrence Freedman compara les diferents estratègies que Rússia i Ucraïna han seguit des de l’inici del conflicte, les quals han anat canviant i s’han anat adaptant a les circumstàncies. En un primer moment, l’objectiu de Rússia era dur a terme un seguit d’atacs militars ràpides amb vistes a agafar Ucraïna per sorpresa. No obstant això, com aquestes accions han fracassat, ha hagut de recórrer a bombardejos massius d’artilleria sobre posicions civils i infraestructures. Juntament amb aquesta nova estratègia, el Kremlin ha portat a terme un seguit d’iniciatives per a russificar els territoris ocupats. Aquest procés s’està duent a terme mitjançant la imposició de limitacions culturals i l’ús de la força i l’amenaça. Des del punt de vista de les teories de guerra, es podria argumentar que Putin està perseguint una aproximació a la guerra total. Això significa que no només està atacant objectius militars, sinó també la població civils i edificis, ja que resulta molt més fàcil bombardejar una ciutat que intentar que un exèrcit surti victoriós en el camp de batalla. Això no obstant, l’autor defensa que la invasió de Rússia no s’adequa del tot a la idea de guerra total. Tot i estar atacant la població ucraïnesa amb el bombardeig de ciutats, no ha recorregut a l’ús d’armes nuclears, fet que clarament indicaria la persecució d’una estratègia de guerra total. Això es deu al desig d’evitar el risc d’enfrontament en una guerra nuclear l’OTAN. Pel que fa a Ucraïna, l’ús d’armament occidental, modern i d’alta tecnologia ha permès millorar la seva capacitat de resistència i recuperar alguns dels territoris prèviament ocupats. El problema és que no compta amb l’avantatge de poder atacar i avançar cap al territori rus i les seves estratègies estan limitades a la protecció de les principals ciutats ucraïneses i de la població civil. Ucraïna, doncs, estaria utilitzant una estratègia de guerra clàssica on els exèrcits s’enfronten al camp de batalla i el guanyador és qui és capaç d’infligir el màxim nombre de baixes humanes i d’armament. En contraposició a la guerra total, aquí les regles del joc estableixen una clara distinció entre l’esfera civil i la purament militar. Cal destacar la negativa de Washington de subministrat més artilleria de llarga distància a Ucraïna amb vistes a evitar una escalada de les hostilitats i la possibilitat d’incitar a Rússia a emprendre el camí de la guerra total. Finalment, l’autor reflexiona sobre l’evolució que el conflicte pot experimentar en els pròxims mesos. Concretament, parla de com comptar amb més potència de foc pot alterar la balança. Ucraïna rebrà aviat nou armament per part d’Occident en un intent de modernitzar l’actual i incrementar la seva capacitat de resistència. Com que les forces armades ucraïneses no poden avançar cap a territori rus, la seva estratègia haurà de basar-se en la utilització d’artilleria de llarga distància per ser capaç d’atacar els objectius militars russos, debilitar el seu armament i limitar els seus avenços.

Stephen M. Walt What Putin Got Right

En aquest article, Stephen Walt afirma que sovint s’acostuma a destacar tot allò que Vladímir Putin no va preveure abans d’iniciar la invasió d’Ucraïna. Alguns dels arguments habituals són que el conflicte ha reforçat la unitat dels països occidentals, i també el nacionalisme ucraïnès. No obstant això, considera erroni centrar-se exclusivament en tot allò que Putin no va saber preveure i no fixar-se en allò que sí que va estimar correctament. Walt argumenta que el Kremlin ha encertat en uns quants escenaris tot i que això no s’ha d’entendre com una justificació a la guerra ni una crítica al suport que l’OTAN està donant a Kíiv. Concretament, destaca quatre punts claus en els quals considera que Putin no s’ha equivocat. En primer lloc, Moscou era plenament conscient que Occident imposaria sancions econòmiques i confiava en la seva capacitat de resistència. Particularment, degut a la gran dependència europea del gas rus. En segon lloc, la capacitat de resistència econòmica i també política. Tot i la pèrdua de vides humanes al camp de batalla, el Kremlin estima que la població continuarà donant suport a les estratègies del govern. De la mateixa manera, el règim rus també és prou fort per a fer front ha hipotètiques desestabilitzacions internes. En tercer lloc, si és cert que Putin no comptava amb la condemna internacional dels seus actes tan majoritària. aquesta és una veritat a mitges. D’una banda, és cert que Rússia no esperava que els Estats Units i Europa deixessin de banda les seves divergències. De l’altra banda, però, els països del sud global o d’altres com Aràbia Saudita o Israel, no s’han posicionat clarament. Per tant, continua havent-hi nombrosos països que no han volgut interferir ni reaccionar d’acord amb el punt de vista occidental, tal com el Kremlin ja havia previst. Finalment, destaca la diferència de valor que té Ucraïna per a Rússia i per a Occident. Degut a la proximitat geogràfica i al seu passat comú, Walt considera que el lligam entre ambdós països és més fort que les relacions que es podrien establir amb Europa. Això ha estat entès com un gran avantatge estratègic i militar per part de Moscou, que està disposat a enviar soldats a morir en contraposició a un Occident que es mostra totalment contrari a enviar forces sobre el terreny. És per aquest motiu que Walt afirma que Europa i els Estats Units han tingut més problemes a l’hora de justificar el seu suport i han hagut de recórrer a altres arguments per donar-li un valor a Ucraïna. Entre els més destacats, la por a invasions futures o el declivi de la democràcia i l’auge de nous governs autocràtics.

João Melo O drama da Ucrânia

L’autor considera que la invasió d’Ucraïna va ser un error polític-diplomàtic i, possiblement, també militar, tot i que també assenyala que la decisió de Moscou va ser una resposta (equivocada) a la provocació del complex militar occidental, és a dir, l’ampliació de l’OTAN fins a la frontera russa, contràriament als acords establerts després de la caiguda del mur de Berlín. A la vegada adverteix que cal condemnar l’atac a Ucraïna, llançat sense l’autorització del Consell de Seguretat de les Nacions Unides, tal com s’ha condemnat els nombrosos atacs realitzats per les principals potències occidentals, especialment els EUA, contra una sèrie de països de diverses regions del món, també sense l’aprovació de l’ONU i amb pretextos encara més inversemblants que els utilitzats per Moscou per envair el territori ucraïnès. Així, molts dels qui ara critiquen Rússia mai no han condemnat els nombrosos atacs, agressions i invasions realitzades al llarg de la història per Occident. Algunes veus, potser encegades per la cobertura de la guerra d’Ucraïna per part dels principals mitjans occidentals, afirmen que perquè la guerra s’acabi, només cal que Rússia aturi els combats però llavors convindria recordar que la guerra s’hauria pogut evitar si s’haguessin complert els Acords de Minsk. Melo argumenta que la guerra d’Ucraïna és un tema molt complex i que caracteritzar-la com una batalla per la democràcia és un despropòsit, ja que no hi ha diferències fonamentals entre els règims de Moscou i Kíiv, en termes ideològics, pel que fa al funcionament polític intern (el tractament que els dos països donen als seus dissidents) i l’organització. de l’economia (només cal prestar atenció, per exemple, al pes de la corrupció en ambdues economies). La guerra és, en realitat, un conflicte geopolític en el qual també es barregen qüestions locals com la disputa sobre les regions de parla russa d’Ucraïna. L’autor també apunta que alguns observadors veuen la guerra d’Ucraïna com el començament del final per a l’Imperi americà, ja que consideren que la decisió d’estendre l’OTAN fins a la frontera russa va ser una mena de fugida cap endavant. Tanmateix, si bé tots els imperis s’acaben, l’actual imperi dominant no desapareixerà a curt termini. El drama d’Ucraïna és que no hi ha cap solució a la vista que acabi definitivament amb la guerra que assoleix el país i resolgui tots els factors subjacents al conflicte. Si aquests factors no es discuteixen obertament i s’estableixen sobre noves bases acceptades per tots, la guerra podria acabar, amb la victòria de qualsevol dels bàndols, però res no garantirà que el conflicte no pugui tornar a esclatar més endavant. Només els falcons d’ambdós bàndols somien amb l’aniquilació total de l’enemic.

Ishaan Tharoor A year after invasion, has Russia already lost?

Des de fa un any polítics, militars i diplomàtics occidentals es reuneixen regularment amb un únic objectiu al capdavant de la seva agenda: la derrota russa. La guerra ha galvanitzat l’Occident geopolític i ha reforçat l’OTAN. En les reunions dels ministres de Defensa de l’OTAN a Brussel·les, Lloyd Austin ha anticipat bones possibilitats de marcar una diferencia significativa en el camp de batalla amb una possible contraofensiva ucraïnesa a la primavera. El general Mark A. Milley, cap de l’Estat Major Conjunt dels EUA, fins i tot ha declarat que una Rússia empobrida i aïllada ja havia fracassat i ja ha perdut la guerra des dels punts de vista estratègic, operacional i tàctic. Algunes fonts avancen que la guerra ha provocat en només un any 200.000 baixes a l’exèrcit rus entre morts i ferits. Un exèrcit que també ha vist com s’anava esgotant el seu arsenal, incloent-hi gairebé la meitat dels tanc. Paral·lelament, s’ha produït un èxode massiu de persones, incloent-hi el 10% dels informàtics del país, així com activistes i periodistes independents. Aquest èxode es considera un cop important per a Rússia, ja que ha provocat la pèrdua d’una tipus de persones que podrien haver liderat un canvi al país. Les sancions occidentals han perjudicat l’economia russa i han aturat la seva integració amb Europa, tot i que no han obligat Putin a reconsiderar la seva guerra neoimperialista. L’economia russa ha disminuït però no s’ha enfonsat, gràcies en part als importants ingressos generats per les importacions europees de petroli i gas russos, independentment del desig declarat de deslliurar-se de la dependència energètica. Tanmateix, el canvi geopolític generat per la invasió pot accelerar la transició d’Europa cap a economies descarbonitzades i reduir la influència de Rússia al continent. Així per exemple, les energies eòlica i solar combinades han generat per primera vegada més electricitat a Europa que el petroli i el gas, segons apunta Brent Peabody en un article publicat a Foreign Policy. La guerra continua, doncs, a causa de la determinació personal de Putin de crear una nova versió de l’imperi rus, arrelada en la seva interpretació de la història de l’època soviètica, i la seva adaptabilitat per adoptar nous relats que justifiquin els seus propòsits.

Gideon Rachman It makes no sense to blame the west for the Ukraine war

El politòleg i teòric de les relacions internacionals John Mearsheimer ha argumentat que Occident havia provocat la guerra a Ucraïna en aplicar polítiques que Rússia considerava com una amenaça existencial. En particular, ha sostingut en repetides ocasions que va ser una bogeria que els EUA prometessin incorporar a Ucraïna a l’OTAN, i va pronosticar al 2015 que Rússia no toleraria mai aquest fet. Per a Rachman, però, les teories de Mearsheimer, malgrat que es presentin com una descripció inequívoca de les dures realitats mundials, sovint semblen donar l’esquena a la realitat i considera que no és vàlid l’argument que els EUA han provocat la reacció de Rússia. Això no obstant, afirma que les teories de Mearsheimer poden ser una poderosa eina analítica, que ens proporciona idees no només per entendre el comportament de Rússia, sinó també de la Xina. Ja al 2001, Mearsheimer sostenia en el seu llibre The Tragedy of Great Power Politics (W. W. Norton & Company) que els esforços per integrar a la República Popular de Xina a l’ordre mundial liberal estaven condemnades al fracàs i que Beijing intentaria inevitablement dominar la seva pròpia regió, la qual cosa faria probable una guerra amb els EUA.

Jonathan Watts The 'silent victim': Ukraine counts war's cost for nature

La guerra entre Rússia i Ucraïna està comportant la pèrdua de moltes vides humanes, però també està afectant greument el medi ambient i Jonathan Watts pretén donar visibilitat a les conseqüències mediambientals que s’estan produint arran de la invasió del territori ucraïnès. La utilització d’artilleria i el bombardeig constant de diverses ciutats contribueixen a agreujar encara més els efectes del canvi climàtic, el qual s’ha tornat una prioritat de l’agenda internacional i el debat polític en els últims anys. En un moment d’auge de les demandes per un desenvolupament més sostenible, l’autor exposa que l’enfrontament armat actual és un dels conflictes més recents on es comenten crims mediambiental. Destaca el treball de diferents activistes que lluiten pel reconeixement d’aquests crims i la seva condemna. En primer lloc, fa referència al treball dut a terme per l’ecologista Kateryna Polyanska. El seu objectiu és identificar el dany mediambiental ocasionat al país mitjançant la recollida de mostres als parcs naturals, als cràters formats per l’impacte de les bombes i en aquelles zones on hi ha una alta probabilitat d’existència de material no detonat. Entre els resultats obtinguts fins al moment, Polyanska destaca la destrucció d’un important ecosistema com és el del parc nacional de Sviati Hory. Polyanska forma part d’una comunitat de científics i advocats anomenada Environmental People Law que treballa per denunciar els danys ecològics provocats per Rússia a la Cort Penal Internacional d’acord amb l’article 8 de l’Estatut de Roma. Concretament, el que es vol aconseguir és el reconeixement de l’ecocidi com a crim mediambiental. En tercer lloc, també se citen els esforços de l’ONG Ecoaction, la qual està col·laborant amb Greenpeace en l’elaboració d’un mapa d’identificació dels principals danys mediambientals causats al territori ucraïnès. Ara per ara, una de les majors preocupacions és la central nuclear de Zaporizhzhia i l’escassetat d’aigua provinent de la reserva controlada per Rússia. Tenint en compte la gran sensibilització mediambiental que la guerra de Rússia i Ucraïna ha generat, Jonathan Watts argumenta que totes aquestes iniciatives formen part d’una estratègia que ha fet servir a la natura com a una nova línia de divisió respecte el conflicte. D’una banda, una Ucraïna compromesa amb el canvi climàtic i els objectius de desenvolupament sostenible. De l’altra, una Rússia agressora, poc conscienciada amb el medi ambient i molt centrada en la producció d’energia a través dels combustibles fòssils.

Prospectiva y posibles escenarios de futuro

Owen Matthews One year on: how will the Ukraine war end?

Des de les pàgines de The Spectator, Owen Matthews ressenya els possibles escenaris del final de la guerra a Ucraïna. Després d’un any de conflicte, l’exèrcit ucraïnès està ara millor equipat que el de la majoria dels membres de l’OTAN, però està lluitant per contenir els avenços russos al Donbass i podria patir molt d’una ofensiva a principis de primavera. Cada bàndol encara està intentant guanyar o, si més no, millorar la seva posició en el camp de batalla. Així, quan Occident ha travessat la línia del subministrament de carros de combat a Kíiv, Matthews considera que val la pena plantejar-se com evitar que el conflicte d’Ucraïna es converteixi en una guerra mundial. L’escenari de la victòria ucraïnesa és clar: expulsar les tropes russes de cada centímetre del seu territori, incloses Crimea i les autoproclamades repúbliques del Donbass annexionades per Rússia. Alguns funcionaris de Kíiv també han parlat d’obligar Rússia a pagar reparacions i de portar els seus comandants, fins i tot Putin, al banc dels acusats d’un tribunal internacional de crims de guerra. La situació a les repúbliques rebels del Donbass és menys clara, sobretot a causa de la neteja ètnica massiva de facto provocada per ambdós bàndols que ha provocat que fins a dos terços de les poblacions d’abans de la guerra de les repúbliques populars de Donetsk i Lugansk se n’hagin anat, i entre la població que s’hi ha quedat pràcticament no hi ha ningú que vulgui unir-se a Ucraïna. Això planteja una pregunta molt incòmoda: Occident estaria d’acord a coaccionar els ciutadans per unir-se a una nació de la qual no volen formar part? A Ucraïna, el tema era tabú fins i tot abans de la guerra. El primer ministre d’Afers Exteriors de Zelenski, Vadym Prystaiko, va ser destituït després de suggerir que el futur del Donbass hauria de sotmetre’s a la decisió dels seus habitants. La tragèdia d’aquesta guerra és que no hi ha una solució equitativa ni segura per a tothom. Cedir formalment el control de parts del Donbass i Crimea a Putin recompensaria l’agressió, deixaria Ucraïna sense frontera natural o defensable, i permetria que seguís al poder un règim que continuaria sent un perill clar per a Kíiv i els seus veïns. Per contra, donar suport a l’avanç d’Ucraïna cap a les seves fronteres de 1991 implicaria donar suport al que la població local veuria com una guerra de conquesta coercitiva. D’altra banda, la pèrdua del Donbass i Crimea seria tan fatal per al règim de Putin com la derrota a la guerra russo-japonesa, la Primera Guerra Mundial i l’Afganistan ho va ser per als tsars i l’Afganistan per a la URSS. Putin, per la seva banda, encara té reserves massives d’homes i armes de baixa tecnologia utilitzar en el conflicte, tot i que el seu arsenal de míssils d’alta precisió s’esgota. La principal preocupació del Kremlin és política en tant que una nova mobilització seria arriscada per a Putin, però de cap manera fatal. I en una competició militar entre qualitat i quantitat (la moral, la disciplina, l’entrenament i l’equipament superiors de Kíiv enfront de la maquinària d’estil soviètic de Moscou), l’autor afirma que malauradament arriba un punt en què la quantitat guanya. És per això que Putin està preparant una ofensiva important, probablement des de diverses direccions, per aprofitar els recents avenços al voltant de Soledar i crear un avantatge tàctic sobre el terreny abans que es puguin desplegar els tancs occidentals. Així doncs, Rússia no pot esperar guanyar aquesta guerra, però encara té possibilitats de lluitar per no perdre-la. Zelenski també es troba en una posició molt més precària del que suggereix la seva popularitat actual. Ha promès al seu poble la victòria total, i les enquestes diuen que prop del 90 per cent dels votants el creuen. No fer-ho li seria políticament fatal. El mateix passaria amb la signatura de qualsevol acord de pau que impliqui la pèrdua de terres d’Ucraïna. Això, gairebé inevitablement, comportaria que Zelenski i els seus aliats occidentals acabessin xocant. Si Putin obté guanys territorials, després anuncia un alto el foc i demana converses de pau, els països de l’OTAN es dividiran immediatament entre els que volen justícia i els que volen la pau. Això, per si mateix, no impediria que Ucraïna continués lluitant. Però és l’OTAN la que té a les seves mans el subministrament de material, i una guerra que s’allargui indefinidament posarà a prova fins i tot dels aliats més ferms d’Ucraïna. Matthews considera, en darrer terme, que fins i tot l’escenari optimista de forçar els russos a tornar a les fronteres prèvies a la invasió deixaria Ucraïna desmembrada ja que no recuperaria Crimea ni les repúbliques secessionistes i Putin probablement encara es mantindria al poder.

Florent Parmentier i Cyrille Bret Ukraine: trois scénarios de rupture

Un any després de l’inici de la invasió russa, els autors plantegen diversos escenaris probables: el d’una reconquesta per part d’Ucraïna de la part oriental del seu territori; el d’uns èxits russos tangibles al sud i al nord del país; i finalment, la d’un conflicte a gran escala no resolt però mortal que desestabilitza permanentment la seguretat col·lectiva europea. Aquests escenaris probables, però, no esgoten el ventall de possibilitats. També cal considerar escenaris de ruptura perquè la guerra d’Ucraïna ha multiplicat les sorpreses tàctiques i estratègiques: l’ofensiva russa va sorprendre els estats majors europeus; la resistència ucraïnesa va agafar per sorpresa les autoritats russes; la unitat europea va superar les expectatives, etc. En aquest sentit, afirmen que la guerra d’Ucraïna no només requereix la previsió de l’evolució probable sinó també de possibles ruptures. En primer lloc, plantegen l’escenari de Mannerheim o la partició forçada d’Ucraïna. Malgrat un peatge humà, econòmic i diplomàtic molt important, Moscou ha aconseguir apoderar-se d’una part del territori enemic. En cas de reversos militars d’Ucraïna, probablement el president Zelenski seria considerat responsable per l’opinió pública de les dificultats militars, i l’exèrcit es convertiria en un refugi segur per a bona part de la societat. Les múltiples dimissions i acomiadaments de les últimes setmanes, amb el teló de fons d’escàndols de corrupció, són potser una manifestació d’una lluita interna silenciosa que encara no ha esclatat. Tot això podria acabar en una ruptura en la postura estratègica d’Ucraïna que podria acceptar, en part potser per la pressió dels seus socis, una reducció del seu territori reconegut internacionalment el 1991, a canvi de garanties de seguretat. En segon lloc es planteja l’escenari de la utilització de l’arma electromagnètica. Mentre continua la batalla de Bakhmut, l’Estat Major ucraïnès anticipa des de fa diverses setmanes la possibilitat d’una nova ofensiva russa, no només al Donbass, sinó també des del Nord. D’altra banda, un autèntica ruptura seria el llançament d’una nova ofensiva russa des de (i amb) Bielorússia. Aquest atac tindria com a objectiu Kíiv, que es troba a només 150 km de la frontera, tret que l’objectiu sigui evitar el lliurament d’armes occidentals, posicionant-se a la frontera polonesa-ucraïnesa. Tant si el propòsit previst és un o l’altre (o tots dos), els russos podrien detonar una bomba de pols electromagnètic d’alta magnitud a prop de Lviv, la ciutat principal de l’oest d’Ucraïna, situada a prop de la frontera amb Polònia. Finalment, l’escenari d’escalada incontrolada, fins a la utilització d’armament nuclear. Sens dubte, aquesta por a una escalada incontrolada explica en part la política prudent d’Alemanya davant el conflicte rus-ucraïnès, des d’Angela Merkel fins a Olaf Scholtz. L’escenari de l’escalada s’alimenta en primer lloc de discursos i idees. Les provocacions verbals constitueixen una autèntica “trampa retòrica”, que constreny els actors: la referència recurrent a la “Gran Guerra Patriòtica” en el bàndol rus alimenta una visió escatològica del conflicte: és la supervivència mateixa de Rússia el que seria en joc, la qual cosa implica el recurs a l’energia nuclear, com a última carta. Més enllà de la retòrica, els lliuraments d’armes a Ucraïna, òbviament, alimenten aquesta escalada. A poc a poc, els primers lliuraments van permetre enviar antigues armes soviètiques, després armes tipus OTAN. El lliurament dels canons HIMARS i els Caesars va coincidir amb la preparació de l’èxit de la contraofensiva ucraïnesa a la tardor. Després dels tancs, el següent pas podria ser el subministrament d’avions de combat. En aquesta situació, s’observa en ambdós bàndols una fe en la victòria i un profund temor davant la perspectiva d’una derrota: per a Rússia, una derrota contribuiria a desprestigiar el règim i podria conduir a la seva caiguda, o fins i tot al desmantellament del país mentre que per al camp contrari, una derrota significaria no només la fi del somni d’Ucraïna d’ancorar-se a l’oest, sinó també una humiliació de l’OTAN, que podria incitar Rússia, i altres actors com la Xina, a llançar nous atacs en un futur previsible. En conclusió, tot i que aquests tres escenaris de ruptura, cap dels quals no sembla positiu per a Ucraïna, no semblen tenir una alta possibilitat de realitzar-se avui dia, cal tenir-los presents i no descartar-los pels considerables riscos que comporten.

Stephen Kotkin How the War in Ukraine Ends

En aquesta entrevista a The New Yorker, l’historiador Stephen Kotkin explora algunes pistes sobre el possible final de la guerra. Assenyala que tot i que Ucraïna ha aturat l’intent rus de conquerir el seu país, defensat amb èxit la seva capital, han expulsat els russos d’alguna de les regions que els russos havien conquerit, tanmateix segueixen en una situació crítica en la que els russos estan destrossant el seu país. L’estratègia de Putin es podria descriure com la de “si jo no ho puc tenir, llavors ningú no ho tindrà tampoc”. Pel que fa a les suposades qualitats de Putin com a estrateg argumenta que, ben al contrari, el president rus no ha sabut augmentar el talent al seu propi país, el seu capital humà. No ha construït noves infraestructures, no ha augmentat la producció de riquesa. I, per tant, si ens fixem en els ingredients que fan de l’estratègia un factor que contribueix a la prosperitat d’un país, com es construeix el seu capital humà, la seva infraestructura, la seva governança —totes les coses que fan que un país tingui èxit— no hi ha res que deixi suposar que se’n pugui atribuir alguna al president rus. I pel que fa a la seva invasió d’Ucraïna, què és el que ha guanyat? Ha perjudicat la reputació de Rússia, que és molt pitjor que mai. Ha consolidat la nació ucraïnesa, l’existència de la qual havia negat negar. Està expandint l’OTAN, quan el seu objectiu declarat era fer retrocedir l’OTAN de l’expansió realitzada des de 1997. Fins i tot ha aconseguit que Suècia sol·liciti ser-ne membre. En tots els sentits, un autèntic desastre. Respecte de possibles sortides a la guerra, Kotkin afirma que les guerres es guanyen al camp de batalla. Hi ha algunes dreceres que podrien permetre aconseguir una victòria més ràpidament, per exemple, si l’exèrcit rus es desintegrés al camp de batalla, però no hi ha cap prova que això estigui passant. De fet, la convocatòria dels diversos centenars de milers de nous reclutes ha permès desplegar noves tropes a primera. L’altra drecera seria l’enderrocament del règim de Putin i la seva substitució per un líder rus que no apostés per l’escalada. Però tampoc no hi ha cap prova que el règim tingui problemes. Els règims autoritaris poden fracassar en tot, fins i tot poden iniciar guerres autodestructives, sempre que tinguin èxit en una cosa, que és la supressió de les alternatives polítiques al seu propi país. I punt és molt bo en aquest aspecte. Finalment, la tercera drecera seria que els xinesos pressionin Rússia per seure a la taula de negociacions però això tampoc ha estat el cas. Vistes les coses, Kotkin considera que la millor definició de victòria seria que Ucraïna entrés a la Unió Europea. Si Ucraïna recupera tot el seu territori i no entra a la UE, dubta que es pugui parlar de victòria. En canvi, si Ucraïna recupera la major part del seu territori encara que no tot, però aconsegueix l’adhesió a la UE, llavors sí que es podria parlar de victòria. Pel que fa al futur de Putin, recorda que Slobodan Milošević va perdre quatre guerres abans de ser expulsat del poder. Per tant, potser el règim de Putin experimentarà alguna turbulència interna si no pot assolir els seus objectius però tot indica que encara sobreviurà durant un temps tot i que el poder rus s’anirà degradant cada vegada més. La seva condició de superpotència energètica està declinant i la seva condició serà la de soci menor en una gran Euràsia amb hegemonia xinesa, sempre que els xinesos acceptin Rússia com a soci.

Jérôme Pellistrandi Nouvelle contre-offensive russe en vue en Ukraine: même cause, mêmes effets?

En la seva anàlisi de les darreres setmanes de conflicte, l’autor afirma que sembla que els russos pretenen prendre Bakhout ràpidament per poder anunciar alguna forma de victòria abans de l’arribada dels reforços blindats occidentals i intenten recuperar una dinàmica ofensiva positiva abans que l’exèrcit ucraïnès recuperi forces. És una autèntica carrera contrarellotge. La pregunta que sorgeix és: estem ja presenciant l’ofensiva russa de primavera, o bé si hi ha el risc que altres ofensives tornin a atacar Kíiv. L’única certesa és que els russos no es troben en una dinàmica de retrocés que pugui portar a la taula de negociacions. Dins d’aquest context és evident que l’aproximació de la data d’aniversari de l’inici de la guerra juga un paper en el desenvolupament dels esdeveniments. Per part d’Ucraïna, això pot donar la sensació que la situació és difícil però segueix aguantant. I per part russa recorda que l’operació militar que havia de ser ràpida és un fiasco, que els objectius militars de Putin no es compleixen i que Rússia ha acabat establint un nou teló d’acer amb Occident. Si els plans de Rússia haguessin tingut èxit, Occident s’hauria presentat amb un fet consumat. Però actualment, sembla descartat qualsevol acostament entre Rússia i Occident. Estem en una nova fase i, per a Putin, hi ha urgència per guanyar la guerra. Pellistrandi argumenta que tot i que els ucraïnesos estaven preparats per a la possibilitat d’una contraofensiva i sempre s’han mostrat efectius des de l’inici del conflicte, el temps juga més aviat en contra seu, malgrat l’ajuda occidental, sobretot per motius demogràfics. Vladímir Putin disposa de recursos humà gairebé il·limitats, però no Ucraïna. Moscou creu que disposa de la profunditat estratègica que ja l’ha salvat en el passat. En la fase actual, l’objectiu dels ucraïnesos és mantenir la primera línia tant com sigui possible tot esperant l’enviament d’un equipament pesat que no estarà totalment operatius fins al març o l’abril. És aquest període de temps en el que els cal mantenir limitant les pèrdues humanes i territorials. El proper 21 de febrer, Vladímir Putin pronunciarà un gran discurs, després d’un any de guerra a Ucraïna, per mantenir informada l’opinió russa sobre l’estat de l’operació especial, però és poc probable que digui la veritat sobre el nombre de morts, per exemple. Cal destacar que Joe Biden intervindrà l’endemà a Polònia, que aspira a convertir-se en el principal aliat militar d’Europa davant les considerables compres que Polònia ha fet durant uns quants mesos. L’autor conclou que encara que els russos aconsegueixin recuperar Bakhmut serà una victòria pírrica i en el millor dels casos trigaran mesos a arribar a l’interior d’Ucraïna.

Edward Luttwak How Russia can end the war

L’especialista en estratègia militar Edward Luttwak analitza el possibles escenaris de futur de la guerra i només veu possibles dos moviments militars importants ara que la mobilització de 300.000 reservistes afegirà a l’exèrcit rus almenys 150.000 soldats útils, un nombre superior al total que va entrar en acció el febrer passat. Aleshores, l’objectiu no era començar una guerra sinó concloure-la amb la ràpida victòria pronosticada tant per la intel·ligència russa com per la nord-americana. Uns generals que mai no havien lluitat contra europeus patriotes sinó només contra grups confessionals al Pròxim Orient, que consideraven antiquats els tancs i que albergaven un respecte il·limitat per la “guerra de la informació”, van influir de manera decisiva en unes estimacions d’intel·ligència del tot errònies que van enganyar Biden i Putin amb efectes fatals. Després d’un any d’una guerra que s’està estancant malgrat els avenços i retrocessos puntuals dels uns i dels altres, les noves tropes de què disposa Rússia proporcionen les forces que Putin pot enviar a primera línia, d’una de les dues maneres possibles . En primer lloc, les noves tropes es podrien emprar per continuar lluitant a l’antiga, cosa que en aquest moment de la guerra significa continuar intentant expulsar les últimes forces ucraïneses de les dues regions en disputa de Donetsk i Lugansk. Es tracta d’un objectiu ja assolit avui en gran mesura: els russos estan avançant al llogaret de Bilohorivka, l’última part de la regió de Lugansk que encara està en mans ucraïneses, i a la ciutat de Bajmut, l’última zona de Donetsk encara en poder de les forces ucraïneses. És possible que Putin estigui intentant ara cantar victòria en una guerra desastrosa i oferir la cessió de les parts de Zaporiyia i Jerson que queden sota control rus a canvi que Ucraïna renunciï a Donetsk i Lugansk, les dues regions, en realitat, amb més proporció de russòfons i forta resistència popular al domini ucraïnès. En aquest cas, la cessió podria fins i tot adquirir legitimitat democràtica amb plebiscits degudament supervisats a les dues regions en disputa. Ara bé, Putin té també davant seu un altre camí: deixar que les tropes regionals de Donetsk i Lugansk, les unitats de soldats contractats i els mercenaris de Wagner segueixin fent retrocedir els ucraïnesos a poc a poc i, amb les noves unitats de reservistes, els seus renovats vehicles de transport de tropes, la seva artilleria autopropulsada i els seus carros de combat, llançar una nova ofensiva des de Bielorússia que podria canviar completament els termes de la guerra. En lloc de seguir entaulant combats frontals amb gran nombre de baixes, les columnes russes podrien endinsar-se des de Bielorússia pel centre-est d’Ucraïna cap a Kórosten i Zhitómir fins a arribar a Vinnitsia, una part del país que no ha presenciat combats i on n’hi ha molt pocs soldats ucraïnesos i el terreny pla no presenta cap obstacle. Amb això, els russos tallarien totes les carreteres i línies ferroviàries que transporten armes, municions i subministraments civils des de Varsòvia, Berlín, Praga i la resta d’Occident fins a Kyiv, Odessa i tot el sud i l’est del país. Si l’exèrcit rus és capaç d’aconseguir-ho, seria en si mateix un èxit operacional que restauraria part de la reputació perduda; i, per descomptat, passaria el mateix amb Putin, una cosa no necessàriament dolenta si li permet negociar la fi dels combats. En aquest escenari, una victòria de nivell operacional que permeti als russos posicionar-se sobre les línies de subministrament crítiques per als ucraïnesos podria obrir el camí a la solució diplomàtica. Sí, la solució diplomàtica, perquè només n’hi ha una: la celebració a Donetsk i Lugansk de plebiscits supervisats internacionalment a canvi de la retirada russa de totes les altres zones del sud i el sud-est i, per descomptat, del cessament de tots els combats. Des del primer dia, aquesta ha estat l’única sortida de la guerra, i ho continua sent.

Mira Milosevich-Juaristi Lecciones de la guerra en Ucrania: piedra, papel o tijera

Des del Real Instituto Elcano, l’autora afirma que la guerra a Ucraïna és la primera “triple” guerra a la història europea: una guerra civil (entre el govern d’Ucraïna i una part de la seva població de la regió del Donbass); una guerra entre Rússia i Ucraïna; i una proxy war (els països occidentals donen suport a Ucraïna militar, políticament i econòmicament, comparteixen la informació dels seus centres d’Intel·ligència, mentre Rússia, des del 2014, ho ha estat fent amb la població pro-russa a Crimea i a la regió del Donbass). També considera que la guerra provocada per la invasió d’Ucraïna s’hauria pogut evitar, ja que ha estat conseqüència del fracàs de Rússia a l’hora d’influir sobre Ucraïna (l’ambició del Kremlin des de la desintegració de la Unió Soviètica), i del fracàs d’Ucraïna i dels seus aliats, en intentar dissuadir el Kremlin, a la vegada que també fallaven els sistemes de gestió de crisi per evitar un conflicte militar. Al seu parer, la lliçó més important d’aquest conflicte, que es preveu llarg, és que si Rússia guanyés i aconseguís canviar les fronteres per la força, obligaria a definir altres principis bàsics d’un nou ordre internacional que seria més còmode per a les autocràcies i per als enemics de la democràcia liberal. La guerra ofereix, a més, altres lliçons històriques, polítiques, econòmiques i estratègiques per als països occidentals, encara que, sens dubte, les més amargues seran per a Rússia, ateses la seva derrota estratègica a Ucraïna i la irreversible ruptura de Moscou amb Washington i Brussel·les. La decisió d’Alemanya i dels Estats Units de proporcionar a Ucraïna els moderns carros de combat Leopard 2 i Abrams 1, respectivament, no canviaran potser el curs de la guerra, però són una contribució molt important per a la defensa del país que ha estat envaït. El conflicte s’està convertint en una guerra de desgast i Milosevich-Juaristi preveu que es prolongarà molt de temps, com un joc mortal de pedra, paper o tisora, donant lloc a un cercle tancat, perquè tant Ucraïna com Rússia plantegen aquesta contesa com una qüestió de supervivència: Ucraïna, per motius obvis i Rússia, per temor a la desintegració del país i per la mera supervivència del règim. Ambdós països consideren que poden guanyar la guerra i es preparen per a una ofensiva a la primavera. Mentre Ucraïna i els països occidentals no es posen d’acord sobre què significaria derrotar Rússia (expulsar-la de tot el territori, inclosa Crimea; tornar a les fronteres prèvies a la invasió del 2022; recuperar tot excepte Crimea), Moscou no contempla la derrota incondicional d’Ucraïna, sinó “l’èxit estratègic” que suposaria la conquesta de la regió sud-oriental del país. L’autora argumenta que no hi haurà una victòria definitiva de cap dels dos bandits i subratlla que molts analistes consideren que, atès que cap part no està disposada a fer concessions territorials, el final de la guerra a Ucraïna serà una divisió del país a l’estil de les dues Corees.

Jamie Dettmer Can Putin win?

Dettmer apunta que s’espera que Rússia iniciï aviat una nova ofensiva al Donbass, però tot dependrà de si ha sabut corregir els greus defectes en la logística i la coordinació que va mostrar a l’inici del conflicte. En les properes setmanes, doncs, l’exèrcit rus intentarà revertir els fracassos militars amb una ofensiva de gran intensitat i abast per evitar una major humiliació. L’autor considera que des del començament, l’estratègia russa ha estat caracteritzat per errors de càlcul i de judici. Degut a la subestimació de la resistència ucraïnesa i del fracàs en predir la magnitud del suport per part d’Estats Units i d’Europa. Kíiv no va caure com s’esperava i per tant, Rússia s’ha vist obligada a una guerra convencional costosa i prolongada. S’espera que en les properes setmanes Putin aposti per llençar a la batalla noves tropes reforçades per reservistes i reclutes mobilitzats i el ministre de Defensa d’Ucraïna, Oleksii Reznikov, ja ha advertit que Rússia podria tenir fins a 500.000 soldats acumulats a la Ucraïna ocupada i al llarg de les fronteres preparats per a un atac abans de primavera. Segons la mateixa font, Putin hauria ordenat capturar tota la zona del Donbass i Luhansk abans de finals de març. No obstant això, els analistes occidentals no esperen que Rússia llanci un atac al llarg de tot el front, sinó un assalt de dos o tres fronts sobre ciutats clau. Dettmer assenyala que les tropes russes arrosseguen dos errors de gran importància: per una banda la logística deficient i, per l’altra, la manca de coordinació entre infanteria, blindats, artilleria i suport aeri. El general Valeri Gerasimov va ser nomenat comandant general de les forces russes a Ucraïna per millorar la guerra d’armes combinades, però no està clar si ha tingut prou temps per entrenar les seves forces. Alguns blocaires militars russos favorables a la guerra i analistes militars occidentals sospiten que Rússia no té forces suficients per tenir èxit en la guerra, mentre que altres temen que Rússia pugui obtenir guanys territorials significatius al Donbass.

Brent Peabody Russia Has Already Lost in the Long Run

La invasió russa d’Ucraïna continua, però alguns autors ja tenen clar que Rússia ha perdut la guerra. És probable que Ucraïna encara pateixi grans pèrdues humanes però fins i tot, que si Rússia aconsegueix el control d’algunes regions claus ucraïneses no li serà útil per frenar el seu l’estancament econòmic i polític. Un dels autors que argumenta en aquesta línia és Brend Peabody. En el seu article, presenta tres punts que permeten entendre perquè Rússia ja no pot guanyar. Primer, el declivi de l’economia russa a conseqüència de l’increment de fons d’energies renovables. Si bé és cert que Europa encara depèn de les exportacions de gas rus, també cal recordar que Rússia també és dependent de la demanda dels països europeus. Si aquests decideixen no comprar més gas, Rússia pot acabar perdent consumidors claus per al manteniment del seu mercat energètic. Amb l’enduriment de les sancions econòmiques d’Occident, alguns països ja ha iniciat un seguit d’estratègies per reduir la seva dependència energètica de Rússia. Entre elles, es destaca la intensificació de l’energia solar i eòlica i la seva capacitat per generar quantitats similars d’energia a les que s’obtenen amb el gas i el petroli. Com a conseqüència, Rússia quedaria aïllada del mercat de combustibles fòssils, considerat un sector clau per al seu creixement econòmic, amb una disminució en les seves vendes i preus. Davant d’aquest escenari, l’autor considera que l’única alternativa que té Rússia és accelerar el procés de descarbonització i transició energètica. Segon, la invasió d’Ucraïna està agreujant un problema demogràfic que va començar amb la pandèmia de COVID-19. Gran part de la població russa ha perdut la fe en la capacitat del Kremlin de garantir la seva seguretat, i per això, s’està produint un èxode massiu de persones. La por i la inseguretat que es viu a les principals ciutats russes està fent disminuir les taxes de naixement. En tercer lloc, l’àmbit de la geopolítica també està sent durament afectat. Països tradicionalment amics tenen cada vegada menys interès a donar suport a una potència que és incapaç de mantenir la pau i la seguretat. Això ha fet que molts d’ells acabin buscant altres aliats amb una major capacitat de protecció, com seria el cas de la Xina. L’autor també destaca com la guerra ha portat a una major unió i cooperació en l’OTAN i que l’esclat de la guerra i les polítiques ha enfortit la identitat nacional ucraïnesa. A la mateixa vegada, l’ajuda rebuda per Occident ha contribuït a que els ucraïnesos se sentin cada vegada més propers a la UE i als Estats Units. Finalment, l’autor defensa que tot i que ara per ara el cost de la guerra sembla major per a Ucraïna, la realitat és que Rússia es veurà a llarg termini immersa en una crisi econòmica, demogràfica i geopolítica.

Karen DeYoung i Emily Rauhala Ukraine’s allies rush to send more equipment, risking logjams

A mesura que s’acosta l’esperada contraofensiva de primavera, les rutes de subministrament crítiques per portar armes pesades i municions al camp de batalla d’Ucraïna corren el risc de quedar obstruïdes. El creixent flux d’equipament militar des dels dipòsits i ports europeus cap a Ucraïna està desafiant la capacitat de transportar-lo en temps real. A la darrera reunió del Grup de Contacte de Defensa d’Ucraïna, el secretari de Defensa dels Estats Units, Lloyd Austin, va dir que hi haurà una finestra d’oportunitat perquè les forces d’Ucraïna puguin trencar la línia del front estàtica, però portar la munició necessària, la defensa aèria i els sistemes de blindatge al camp de batalla, fins i tot mentre entrenen els ucraïnesos per utilitzar-lo, representa una tasca ingent. Les autores destaquen que hi ha hagut una evolució en la naturalesa del suport de la coalició: els aliats han passat de no subministrar sistemes de defensa Patriot a subministrar-los i a oferir més equipament. Tanmateix, els experts estan preocupats per la capacitat dels tres centres de transport principals que s’utilitzen actualment a Polònia, Eslovàquia i Romania. Les artèries corren el risc de saturar-se i provocant així que la petita finestra d’oportunitat per enviar els subministraments es vagi reduint. Tot i que una vegada el material militar travessa la frontera, els combois estan subjectes a atacs russos, el cap de l’Estat Major Conjunt dels Estats Units, el general Mark A. Milley, considera que la seguretat operativa continua sent bona. La coordinació del subministrament de l’equipament té lloc al Comandament Europeu dels Estats Units a Alemanya, i els planificadors estan intentant que els vehicles blindats promesos es lliurin directament a les zones on les forces nord-americanes i aliades entrenen les tropes ucraïneses per utilitzar-los. Amb tot, l’escassetat de municions s’està convertint en un problema, i els països de l’OTAN es veuen obligats a augmentar la producció per satisfer les necessitats d’Ucraïna.

Simon Jenkins Zelenskiy wants jets. The west should think very carefully before giving them to him

En aquest article, l’autor argumenta que accedir a la sol·licitud del president d’Ucraïna comporta un gran risc, i que fora millor ajudar a guanyar avantatges al camp de batalla mitjançant converses de pau. Durant l’últim any, les potències occidentals sota els auspicis de l’OTAN han lluitat per impedir l’escalada al camp de batalla que és el que més temien els teòrics de la guerra freda, ja que això suposaria una desestabilització de l’equilibri de poder a Europa, que podria portar a un conflicte generalitzat. Tot i que les potències occidentals han aconseguit fins ara frenar l’escalada, els interessos dels diferents actors poden començar divergir. Rússia considera el suport occidental a Ucraïna com una agressió per part de l’OTAN i, de la mateixa manera, Ucraïna exigeix que Rússia sigui vista com una amenaça per a tota Europa i el món. Ucraïna vol expulsar a Rússia de tota Ucraïna, la qual cosa requeriria un compromís occidental massiu i a llarg termini, possiblement incloent-hi tropes sobre el terreny. Això podria dividir l’Aliança i acabar amb la determinació de l’OTAN d’evitar una guerra que condueixi a qualsevol mena de conflicte cinètic amb Rússia. Jenkins argumenta que l’única solució sensata per aquest conflicte es el restabliment d’una versió similar a les fronteres acordades a l’Acord de Minsk de 2014. Afirma que com en totes les guerres, tard o d’hora s’ha d’arribar a un acord en base a un equilibri de poder. Això hauria de ser el fil conductor del debat en comptes d’accedir a la sol·licitud de Zelenski de rebre avions de caça. A més, experts militars consideren que no suposarien un gran avantatge per la falta de pilots entrenats ucraïnesos i el seu ús tàctic limitat. En altres paraules, el subministrament d’avions seria més una escalada de suport que de reforç militar.

Felicia Schwartz i Ben Hall What the west’s shifting red lines mean for Ukraine

Els aliats de Kíiv han travessat les seves pròpies línies vermelles amb la decisió de l’enviament d’armes. Un any després de la invasió a Ucraïna, les preocupacions d’Estats Units i Europa sobre una possible escalada del conflicte no han canviat substancialment, i ara se centren en pròximes decisions com l’enviament d’avions de combat, sistemes de míssils guiats HIMARS i unitats de defensa antimíssils MM-104 Patriot. El constant traspàs dels límits auto-imposats està reflectint les necessitats canviants al camp de batalla i l’avaluació d’una possible amenaça d’escalada. Washington està en una constant redefinició de quins sistemes armamentístics podrien generar una escalada del conflicte. Aquest enfocament és vist com a eficaç per reduir el risc d’escalada i evitar una confrontació militar directa entre els Estats Units i Rússia. Els canvis en les línies vermelles no han garantit el que Zelenski buscava, avions de combat F-16. El president dels Estats Units Joe Biden ha declinat aquesta demanda. Els oficials dels EUA argumenten que són molt cars, de disponibilitat escassa i que requereixen un període d’instrucció extens. Alhora suposaria un risc que podria arrossegar a l’OTAN al conflicte degut a les característiques d’aquests sofisticats aparells de combat. Altrament, l’enviament dels F-16 podria alimentar el relat rus que insisteix que l’actual guerra és realment una contra els Estats Units i l’OTAN.

The Guardian Arms for Ukraine: a battlefield race against time

L’editorial del diari The Guardian afirma que el temps corre en contra d’Ucraïna en un moment en el qual Rússia sembla més disposada que mai a intensificar les seves operacions. Subratlla que Vladímir Putin no té gens d’interès a arribar a una solució pacífica i que vol apoderar-se del control de tota la regió del Donbass a través de l’ús de la força i que Ucraïna juga amb el desavantatge de la negativa dels països d’Europa Occidental de dur a terme un seguit d’accions que puguin conduir a una escalada de les hostilitats. Especialment, posa l’èmfasi en el temor d’Europa de veure’s implicada en una guerra on s’utilitzi armament nuclear, la qual cosa no només aniria acompanyada de destrucció i pèrdues significatives, sinó que també posaria en risc l’estabilitat i l’ordre europeu. The Guardian també valora com la reunió dels aliats occidentals a Rammstein al mes gener ha suposat un canvi en la direcció de l’estratègia europea. En un primer moment, la idea era incrementar el subministrament de tancs, però, en realitat, no va ser més que un pacte per l’enviament de més vehicles de combat i la millora de les forces de defensa aèria i d’artilleria. Tot i que pugui semblar insignificant, The Guardian considera que aquesta reunió va ser clau per enfortir el compromís dels estats en la presa de decisions més determinades. A partir d’aquí, alguns ministres de defensa com el d’Alemanya, Dinamarca i Irlanda ja han anunciat el seu compromís d’enviar a Ucraïna tancs Leopard renovats juntament amb un programa d’entrenament per als soldats ucraïnesos. Finalment, assegura que aquests són alguns dels primers de tot un seguit de països que acabaran per incrementar les seves contribucions a l’esforç de guerra i que, després de gairebé un any Zelenski acabarà obtenint les respostes desitjades a les seves demandes.

The Washington Post Editorial Board A shakeup in Ukraine masks deeper problems

El president ucraïnès Zelenski s’enfronta a un escàndol de corrupció, ja que membres del seu govern s’han aprofitat dels preus inflats dels béns adquirits per als soldats ucraïnesos enmig del conflicte en curs amb Rússia. A finals de gener, l’esclat de l’escàndol va provocar l’acomiadament de deu càrrecs d’alt nivell, inclòs el vice-cap de gabinet del president. A més, el govern ucraïnès ha prohibit als funcionaris sortir del país excepte per als viatges de negocis d’acord amb la llei marcial en vigor. Tot i que no s’ha suggerit que l’assistència militar occidental a Ucraïna hagi estat malversada, Zelenski no ha ignorat els suborns, tractes de favor i els vestigis del capitalisme oligàrquic que tacaven la reputació del país. I es d’esperar que els legisladors exigiran responsabilitats pels fons que provenen de Washington, ja que Ucraïna va ocupar el segon pitjor lloc d’Europa de l’Est a l’Índex de Percepció de la Corrupció de 2022, publicat per Transparency International. Ucraïna ha avançat en la lluita contra la corrupció limitant la influència política dels oligarques amb una llei aprovada el 2021 però, no obstant això, Kíiv haurà de posar en marxa nombroses reformes abans de poder unir-se a la Unió Europea. El país ha fet millores en matèria de transparència, comptabilitat de l’assistència econòmica i militar estrangera, i en la societat civil amb la definició d’organitzacions dirigides per la ciutadania que infonen una democràcia sana amb pluralisme i vigor polític. Encara cal fer més feina per establir l’estat de dret, que és essencial per superar el llegat soviètic d’Ucraïna. El principal problema es la resistència de la reforma judicial entre els jutges ucraïnesos, i tot i que Zelenski ha estat un defensor de la reforma judicial, manca de poder per implementar-la. En darrer terme, si es vol enfortir l’estat de dret a Ucraïna serà necessària l’ajuda dels aliats occidentals.

Michael O’Hanlon et al. These charts suggest peace isn’t coming to Ukraine anytime soon

Les dades recopilades pels autors i els investigadors de la Brookings Institution suggereixen que el conflicte a Ucraïna encara podria durar força temps, ja que res en les principals tendències no suggereix el contrari. Els ciutadans d’ambdós països i encara no semblen disposats a exigir que els seus líders polítics canviïn de rumb i apostin per iniciar converses. Les pèrdues humanes encara no semblen ser prou elevades per fer cedir cap dels dos bàndols. Els autors argumenten que la història proporciona una perspectiva útil i prenen com a exemple la Primera Guerra Mundial i la Guerra Civil americana. S’esperava que aquests dos conflictes només durarien pocs mesos, però a l’hora de la veritat es van allargar durant quatre anys. Tots dos presentaven escenes de batalla horribles en què onades de soldats servien de carn de canó per intentar guanyar uns pocs centenars de metres. En cap d’aquestes guerres (ni en la majoria de les altres) els bel·ligerants no es van desanimar ràpidament quan les coses es van posar difícils. De fet, la pèrdua de compatriotes al camp de batalla no va fer que tant els líders polítics com els ciutadans reforcessin la seva determinació perquè totes aquestes morts no fossin en va. També apuntem que inicialment, molts analistes, inclosa la intel·ligència dels Estats Units, consideraven que Ucraïna seria ràpidament derrotada per unes forces russes superiors i alguns van pronosticar que l’economia d’Ucraïna col·lapsaria en poc temps. Més tard, quan Ucraïna va demostrar la seva notable capacitat de resistència i es va anar conformant la coalició d’aliats occidentals, les expectatives van canviar. D’altres van apuntar que l’exèrcit rus es trencaria degut les a les seves grans pèrdues i que l’economia de Rússia es col·lapsaria amb els efectes de les sancions occidentals. Altres escenaris van posar èmfasi en la comunitat internacional. Els augments espectaculars dels preus mundials de l’energia o dels aliments portarien el món a pressionar amb força per posar fi ràpidament als combats, potser fins i tot a costa d’un compromís territorial entre Kíiv i Moscou. També es parlava que la por d’una escalada militar que fes entrar en guerra l’OTAN, i fins i tot el fantasma de la guerra nuclear, forçaria un alto el foc, o que els països occidentals (que han compromès més de 100.000 milions de dòlars en assistència a Ucraïna) es cansarien de l’esforç que representa per les seves pròpies economies. Tot i així, la guerra no ha acabat ràpidament. Tot i que la pressió per iniciar converses de pau podria augmentar dins i fora d’Ucraïna i Rússia durant l’any 2023, els autors afirmen que les dades no suggereixen que això passi a curt termini. Amb tot, també cal tenir present una altra realitat i és que les guerres són imprevisibles. La dinàmica sovint canvia quan menys s’espera però els canvis no es produeixen per si mateixos. Algú ha de fer per manera les coses canviïn.

Max Seddon et al. How long can Russia keep fighting the war in Ukraine?

Quan va ordenar la invasió d’Ucraïna, el pla original de Vladímir Putin preveia que les forces russes ocupessin Kíiv en tan sols tres dies. Gairebé un any després, l’exèrcit rus no està més a prop de guanyar la guerra, i fins i tot ha perdut part del territori que va intentar annexionar-se el setembre passat. Les pèrdues del camp de batalla de Rússia són tan grans que els governs occidentals dubten que tingui la capacitat de tornar a muntar una ofensiva a la mateixa escala. Mentrestant, les sancions han perjudicat l’economia de Rússia i l’han tallat de les cadenes de subministrament crucials per mantenir la màquina de guerra. Això no obstant, malgrat les terribles baixes de les forces de Rússia i el declivi futur que haurà d’afrontar la seva economia, Putin no ha mostrat cap indici que tingui intenció de reduir els seus objectius o buscar una sortida a la guerra, insistint que la victòria de Rússia és inevitable i que els seus objectius es compliran íntegrament. Per avaluar quant de temps Rússia pot mantenir els seus esforços bèl·lics, el Financial Times analitzar quatre àrees clau per a l’esforç de guerra rus: les forces al camp de batalla; l’estoc de municions; l’estat de l’economia; i les actituds de la població respecte de la guerra. Pel que fa a les municions i equipament militar, des que va començar la invasió, Rússia ha perdut almenys 4.500 vehicles blindats, 63 avions d’ala fixa, 70 helicòpters, 150 vehicles aeris no tripulats, 12 vaixells i més de 600 sistemes d’artilleria. Tot i que Rússia està desplegant actualment uns 1.800 tancs i en té 5.000 més en reserva, molts d’ells són tancs de l’era soviètica sovint en males condicions. Respecte de l’economia i les finances, el producte interior brut de Rússia només ha caigut un 2,1%, molt menys que la contracció dels Estats Units durant la crisi financera del 2007-09, ja que els beneficis rècord del petroli i el gas d’11,6 mil milions de rubles (168 mil milions de dòlars) han ajudat el Kremlin a compensar els esforços occidentals per deixar fora Rússia. dels mercats globals i de les cadenes de subministrament. Però les xifres més recents indiquen que aquesta situació pot ser puntual: al gener, els ingressos energètics van caure un 46% interanual, mentre que la despesa militar ha augmentat, i el dèficit s’ha disparat. Quant a la disponibilitat de tropes, abans de l’inici de la guerra, l’exèrcit de Rússia sumava entre 740.000 i 780.000 efectius, molt menys que la xifra oficial d’1,15 milions. Les forces russes desplegades a Ucraïna van patir grans pèrdues durant les primeres setmanes de la invasió i, al juliol, els funcionaris nord-americans estimaven que fins a la meitat, més de 50.000 soldats, havien mort o ferits. Les baixes han estat especialment rellevants a les unitats d’elit: a finals de l’estiu, fins al 50% de la força aerotransportada de Rússia estava fora de combat. Ara bé, Rússia disposa d’uns 30 milions d’homes en edat de lluitar, entre 18 i 50 anys, tot i que només entre 9 i 10 milions tenen experiència militar. Des d’un punt de vista demogràfic, doncs, Rússia pot continuar acumulant efectius per a la guerra durant molt més temps. Finalment, pel que fa al suport popular, la manca d’eufòria popular indica que la societat russa es manté molt cautelosa. D’altra banda, com la censura ha acabat destruint de manera efectiva els mitjans independents de Rússia i pràcticament ha esborrat l’activisme contra la guerra, és complicat saber exactament el que pensa la població més enllà de les enquestes oficials (una enquesta realitzada al mes de novembre per una empesa controlada pel Kremlin indicava que el 60% dels russos consideraven que Putin havia tingut raó en iniciar la guerra). En canvi, una enquesta, publicada per primera vegada per periodistes independents apunta a una bretxa generacional creixent: només el 40% dels russos d’entre 18 i 45 anys pensen que Rússia tenia raó per iniciar la guerra contra el 76% entre els majors de 45 anys. En darrer terme, els autors conclouen que tot i que la màquina de guerra de Putin està sotmesa a una pressió enorme encara està capacitada per iniciar noves ofensives ja que segueix tenint els recursos suficients per seguir lluitant a Ucraïna durant un temps.

Peter Beaumont Who is winning in Ukraine – and what will happen next?

Després d’un any de conflicte, les estratègies i els objectius militars d’ambdós bàndols no se semblen als que s’havien establert a l’inici de la guerra. Peter Beaumont no dóna crèdit a les especulacions sobre un possible canvi d’estratègia per part de Rússia o el llançament d’una nova ofensiva al llarg d’un any que no ha fet més que començar. Tot i que des d’alguns mitjans es parli d’una nova línia d’enfrontament a l’est, la realitat és que no és més que una extensió de l’actual estratègia amb un exèrcit cada cop més dèbil i menys preparat per dur a terme operacions militars complexes. En canvi, les forces ucraïneses, amb el suport dels països occidentals, han millorat la seva capacitat de resistència i la seva preparació. Aquests esforços han anat acompanyats d’un increment de la seva artilleria, molt més moderna i preparada per ser utilitzada en el camp de batalla. Beaumont argumenta que la concentració de l’activitat militar a la ciutat de Bakhmut podria ser un indici d’un canvi en la seva estratègia centrada en atacs més ràpids que impedeixin l’avançament dels soldats ucraïnesos. També es destaca les finalitats purament propagandístics que hi ha al darrere d’aquest tipus d’ofensiva. Gairebé un any després des de l’inici de la guerra, Moscou no pot permet que la premsa vehicula la imatge de Rússia com un país que està perdent la seva pròpia guerra i que, per tant, veu reduïda la seva legitimitat i la seva presència en el sistema global. L’autor afirma que el desgast militar de Rússia queda reflectit en unes operacions amb un lideratge, una logística i unes tàctiques molt pobres que en res no se semblen a les que es van dur a terme quan la guerra va esclatar. En aquest context, Ucraïna està ara molt més capacitada per recuperar el territori ocupat per Rússia. Finalment, i pel que fa a saber qui està guanyant la guerra, Beaumont exposa que cap dels dos països no està aconseguint els objectius que s’havien marcat, tot i que apunta que la victòria sembla decantar-se més del costat ucraïnès. Això però no vol dir que la guerra estigui guanyada perquè Ucraïna segueix depenent de l’enviament d’armament per part d’Occident. Si aquest decidís aturar el subministrament, Ucraïna podria tornar-se vulnerable i indefensa.

Las consecuencias geoestratégicas globales

Piotr Maciej Kaczynski This is not a war between democracy and autocracy

L’autor considera que en presentar la guerra a Ucraïna com un xoc ideològic entre democràcia i autocràcia, el president dels Estats Units Joe Biden i els seus aliats s’estan dirigint cap a un punt cec. Adverteix que la manera com els líders nord-americans perceben la guerra a Ucraïna és un joc molt perillós perquè la realitat del conflicte no s’ajusta a la seva retòrica. De fet, la narrativa nord-americana i la russa gairebé no difereixen. El relat segons el qual la guerra a Ucraïna és entre democràcia i autoritarisme és perillós ja que suposa una invitació per a la Xina antidemocràtica a relacionar-se cordialment amb els russos. Això, al seu torn, és convenient per als nord-americans, que fa temps que estan lliurant una guerra comercial amb els xinesos en la qual la diplomàcia nord-americana fa temps que es dedica a persuadir els seus aliats perquè prenguin mesures anti-xineses. Beijing acaba d’aixecar les seves restriccions establertes durant la pandèmia i torna a la normalitat. La Xina està oberta als negocis i al turisme. Hi hauria d’haver noves oportunitats per aprofundir les relacions econòmiques entre Europa i la Xina, i no debilitar-les, com voldria Washington. Hi hauria d’haver un nou espai per a discussions complicades sobre la situació dels drets humans. Tanmateix, la política nord-americana de marginació dels xinesos, que s’assembla cada cop més a la Guerra Freda 2.0, és arriscada per a Europa. Les relacions UE-Xina afecten tots els aspectes de la vida econòmica de la UE. Per a la Unió Europea, la Xina és alhora un repte, una amenaça i un soci sense el qual és impossible resoldre cap dels problemes del món actual, des del canvi climàtic fins a la guerra d’Ucraïna. Recentment, es va poder veure la feblesa del relat nord-americà sobre la guerra de la democràcia contra l’autocràcia a Ucraïna. No hi ha unitat de tots els estats democràtics. De fet, la gran majoria de l’anomenat “Sud global”, independentment de si el seu sistema de govern és democràtic o autoritari, considera que aquesta guerra és de la democràcia occidental contra l’autocràcia russa. Aquesta declaració s’aproxima perillosament a la posició de Moscou que es tracta d’una guerra entre Occident i Rússia. És sorprenent, doncs, que un any després de l’inici de la guerra calgui repetir el que hauria de ser obvi: aquesta és una guerra entre Rússia i Ucraïna. L’autor apunta a una altra escletxa en el relat americà. D’una banda, hi ha estats autoritaris que estan al costat d’Ucraïna en aquesta guerra. El més destacat d’ells és Turquia, que fa uns mesos es va unir al grup de països subministradors d’armes a Ucraïna. En canvi, però, pel que fa als països del golf Pèrsic i Egipte, fa un any la majoria tenien una inclinació més aviat pro-russa. Avui, la majoria d’ells són neutrals o estan introduint les seves pròpies sancions contra Rússia. Per exemple, Egipte va congelar els pagaments amb targetes bancàries russes, la qual cosa dificulta que els turistes russos s’allotgin a les estacions balneàries del Mar Roig. Finalment, el paper de la Xina també és ambigu. Encara que els nord-americans voldrien situar la Xina a la mateixa categoria que Rússia, està clar que els xinesos no subministren armes als russos, a diferència de l’Iran o Corea del Nord.

Ruth Ferrero-Turrión Poner a Moldavia en el mapa

L’autora analitza la posició de Moldàvia dins de l’actual context bèl·lic a les seves fronteres i destaca com l’estabilitat política europeïtzadora de Moldàvia es va reforçar amb l’arribada de Maia Sandu com a presidenta després d’una sèrie d’episodis convulsos que van tenir lloc després de les eleccions parlamentàries de febrer de 2019, quan va aconseguir desallotjar del govern el Partit Demòcrata que representava. el règim oligàrquic que havia controlat el país fins aleshores. La situació política del país en l’actualitat no té res a veure amb la aleshores i des de fa gairebé un any, la classe política moldava viu sota una amenaça constant, real o percebuda. La invasió russa d’Ucraïna ha situat Moldàvia en la primera línia del front europeu i sense haver resolt les qüestions territorials heretades de la desintegració de l’URSS. El govern europeista al poder des de fa 18 mesos s’enfronta a una guerra a les seves fronteres amb una gran dependència energètica de Rússia i amb una creixent mobilització social com a conseqüència de l’augment de la inflació. En aquest context, ara Moldàvia comença a formar part de la guerra informativa a la qual es lliuren els dos bàndols. D’una banda, Sandu, a partir d’informacions lliurades per la intel·ligència ucraïnesa, acusa Moscou d’intentar infiltrar unitats per desestabilitzar el país i generar un nou Maidan a Moldàvia amb l’objectiu d’enderrocar l’ordre constitucional i per aturar el procés d’integració europea. Els russos, per la seva banda, rebutgen aquesta informació. La presidenta Sandu, com Zelenski abans del febrer del 2022, tem una intervenció russa des de l’enclavament de Transnístria. Ferrero es planteja fins a quin punt aquest és un argument ben fonamentat més enllà de la por legítima que una intervenció russa i considera que el que està fent Sandu és mirar de posar Moldàvia al mapa i sap que la millor manera de fer-ho en la situació actual és vincular-se a la UE i a Occident en el context de la guerra d’Ucraïna. En darrer terme, Moldàvia mai no podria resistir un atac rus, i si aquest fos el cas, es refugiaria als braços de Romania, membre de l’OTAN però això trencaria definitivament el país.

Shivshankar Menon Out of Alignment

Molts analistes occidentals han considerat que la guerra a Ucraïna marcava un punt d’inflexió geopolítica, en reunir no només els EUA i els aliats de l’OTAN, sinó també una coalició liberal més amplia per contrarestar l’agressió russa. No obstant això, més enllà de les fronteres dels EUA i d’Europa aquests darrers dotze mesos han mostrat una imatge molt diferent. A l’inici de la guerra, nombrosos països del Sud no s’identificaven amb cap bàndol, i fins i tot molts països democràtics es van abstenir de votar les resolucions de l’Assemblea General i del Consell de Drets Humans de l’ONU que condemnaven Rússia. Molts altres han mostrat el seu rebuig a adoptar formalment les sancions econòmiques d’Occident contra Rússia i fins i tot alguns han seguit mantenint relacions amb el Kremlin. Per molts d’aquests països, les qüestions més crucials tenien poc a veure amb la guerra d’Ucraïna, ja que tot just s’estan recuperant dels estralls de la pandèmia i s’enfronten a grans reptes com la crisi del deute, l’alentiment de l’economia mundial, i el canvi climàtic. Per ells, la guerra a Ucraïna té a veure amb el futur d’Europa, no amb el futur de l’ordre mundial, i per tant consideren que la guerra s’ha convertit en una distracció dels problemes mundials més rellevants.

Paul Rogers The West is wrong to assume it has global support in the war against Putin

La guerra a Ucraïna ha escalat de magnitud en pocs dies arran de l’acord dels països de l’OTAN de subministrar tancs a Ucraïna. Els tancs arribaran d’aquí uns mesos, i mentrestant Putin reforçarà l’exèrcit amb la crida de 300.000 efectius suplementaris, mentre les fàbriques d’armament estan en màxima producció. A banda de l’OTAN, la Casa Blanca ha donat el vistiplau a Polònia per comprar llançamíssils múltiples de sistema HIMARS per un valor de 10 mil milions. Dins d’aquest context, l’autor subratlla que sovint es perd de vista un aspecte crucial i és que en un escenari on només es volen veure bons i dolents, no existeix un suport universal a Occident en la seva confrontació amb Rússia, que molts el donàvem per assumit. En un article publicat a OpenDemocracy, Khatondi Soita Wepukhulu apunta: “La resta del món té una experiència directe negativa de l’OTAN, de la UE i dels EUA i mostra un gran escepticisme respecte de les solucions occidentals”. Així, si els mitjans occidentals revelat moltes atrocitats comeses per les tropes russes, no ha passat el mateix amb fets similars perpetrats per les tropes occidentals invasores a l’Iraq o a l’Afganistan. Segons l’estudi Cost of War, de l’Institut Watson d’Afers Públics i Internacionals de la Universitat de Brown, l’impacte de les guerres posteriors a l’11 de setembre ha provocat la mort de més de 929.000 persones i 38 milions de refugiats. L’informe situa el cost d’aquests conflictes en més de 8 bilions de dòlars. Aquestes realitats, que sovint són ignorades pels mitjans de comunicació convencionals, poden ajudar a explicar per què molts països d’altres regions del món veuen l’actual conflicte a Ucraïna de manera diferent que a Occident.

Michael Lambert Guerre en Ukraine: l’Europe de la défense n’existera pas

La invasió d’Ucraïna feia pensar que Europa reforçaria la seva cooperació en matèria de defensa, però al final resulta que ha augmentat la seva dependència militar respecte dels Estats Units. L’autor es planteja, doncs, si l’autonomia estratègica europea està definitivament tocada. Considera que la guerra d’Ucraïna ha posat de manifest les diferències estratègiques entre els estats membres de la Unió Europea, amb d’una banda els països que immediatament es van solidaritzar amb Ucraïna enviant material i donant suport lògic: Polònia, Estònia, República Txeca, i de l’altra els països que han tardat més a donar-hi assistència per diferents motius, especialment Alemanya i França. A més d’aquesta fragmentació entre una Europa compromesa i una altra més moderada, la guerra d’Ucraïna també ha posat de manifest les desigualtats pel que fa a l’equipament militar de què disposen els europeus. S’observa que els antics països del bloc de l’Est disposen de nombrosos tancs T-72, mentre que els països d’Europa occidental no disposen del mateix equipament. En el moment en què el tabú d’enviar tancs a Kíiv s’esvaeix, queda clar que els tancs Leopard 1 i 2 de disseny alemany són els més utilitzats en els exèrcits de l’Europa occidental però no ha França i aquest esquema s’aplica als avions de combat on gairebé tots els països tenen estàndards diferents. Per consegüent, les empreses nord-americanes són les grans guanyadores d’aquesta divisió entre els europeus, ja que Washington és l’única potència occidental capaç de lliurar equipaments com els avions de 5a generació (F-35). En resum, els Estats Units reforcen la seva presència militar per la senzilla raó que són líders dins de l’OTAN, però sobretot perquè els països europeus no es posen d’acord en un únic tipus d’equipament, mostrant una manca de pragmatisme fins i tot. en situació de crisi. Finalment, l’element essencial del poder nord-americà són els seus serveis d’intel·ligència amb la CIA, l’FBI i la NSA. Només aquests tres serveis tenen una qualitat d’anàlisi que va molt més enllà dels serveis d’intel·ligència a Europa. Com a tal, els informes disponibles mostren que aquestes agències són capaços d’entendre patrons complexos com la relació entre la diplomàcia russa a Abkhàzia i el seu impacte en la diplomàcia xinesa a Taiwan, mentre que els europeus encara lluiten per avaluar la correlació entre Kosovo i Abkhàzia. En resum, la intel·ligència americana és excel·lent i aquesta àrea hauria de ser central i molt més desenvolupada a Europa, sobretot a les àrees d’OSINT. En darrer terme, Lambert considera que és poc probable que vegem l’aparició d’una Unió Europea unida en matèria de defensa, però en canvi la possibilitat de veure acostaments regionals és forta. Així doncs, cal considerar una zona de cooperació nòrdica, un acostament francoalemany, fins i tot entre el grup de Visegrad (V4), perquè tots aquests països comparteixen visions estratègiques més properes. La cooperació regional no és fàcil, però sembla més coherent que la cooperació a nivell de la UE. En resum, Europa hauria de començar a plantejar-se tenir exèrcits regionals (nòrdics, V4, llatins, etc.) abans de pensar a una escala tan gran com la UE. Això, naturalment, planteja moltes preguntes sobre la implementació d’aquesta cooperació, que tanmateix és necessària per donar resposta a Rússia, però també a la Xina.

Tony Barber Russia's war reverses anti-Americanism in Europe

Durant la presidència de Donald Trump, les relacions transatlàntiques han experimentat una degradació per culpa del trencament de convencions per part de la Casa Blanca i com apunta James Kirchick, Trump semblava confirmar tots els estereotips negatius que els europeus tenien sobre els nord-americans. L’anti-americanisme a Europa es basa sovint en estereotips i impressions negatives molt arrelades sobre el caràcter i la forma de vida nord-americana, que han persistit durant almenys un segle. Tot i que els canvis a la presidència dels Estats Units poden ajudar a reparar alguns dels danys causats per administracions anteriors, aquests sentiments sovint estan lligats a la manera com els europeus defineixen les seves pròpies societats, cultures i valors en oposició als dels EUA. Darrerament, la presidència de Joe Biden ha ajudat a reparar part dels danys causats per l’administració anterior, tot i que les friccions continuen, com s’ha vist en els desacords sobre la Llei de reducció de la inflació nord-americana, que inclou grans subvencions per a projectes de tecnologia verda als Estats Units. Això no obstant, la percepció europea dels Estats Units ha millorat arran de la invasió russa d’Ucraïna fa un any. Les enquestes d’opinió indiquen que els europeus ara se senten més propers dels Estats Units, i les seves opinions sobre Rússia i la Xina s’han tornat molt negatives. És probable que aquest canvi d’opinió perduri perquè es basa en un sentit més fort que Europa i els Estats Units comparteixen valors comuns com el pluralisme polític i la llibertat individual. L’Institut Bennett de Polítiques Públiques de la Universitat de Cambridge del Regne Unit ha dut a terme un estudi utilitzant dades de 137 països i revela que la guerra ha portat la gent d’Occident a sentir una major lleialtat tant cap als EUA com cap a l’OTAN. Segons un estudi de London School of Economics, basat en dades de l’Enquesta Social Europea, la guerra ha reforçat el suport dels europeus per la democràcia i la llibertat i, fins i tot, ha incrementat la confiança en polítics i partits polítics. Mentrestant, un 72% dels europeus volen que els Estats Units s’involucri més en la defensa d’Europa, segons un estudi d’opinió de la Comissió Europea. A més, fins i tot entre els populistes de dreta que han favorables a Moscou en el passat, les opinions positives han disminuït segons una enquesta del Pew Research. Això no vol dir però que l’anti-americanisme europeu hagi desaparegut. La columnista Tanit Koch va escriure a The New European que l’anti-americanisme ha arribat als conservadors liberals de classe mitjana i sectors habitualment propers als EUA ara consideren que els Estats Units no tenen interès a posar fi aquesta guerra, ja que ara Europa els ha de comprar el gas natural liquat mentre segueixen venent les seves armes. També a l’Europa central encara persisteix una certa animositat cap als Estats Units com en el cas dels líders d’Hongria, de Croàcia i de l’expresident de la República Txeca.

Hal Brands Ukraine and the Contingency of Global Order

El primer any de guerra ha situat a Ucraïna en un paradigma inesperat ja que ha superat àmpliament les expectatives inicials frenant l’avanç de les tropes russes. Alhora la guerra ha unificat i ha enfortit a Occident. El resultat actual del conflicte ha materialitzat l’abassegadora campanya que representa la invasió a Ucraïna, posant de relleu la forta resistència del mon liberal davant dels estats revisionistes que volen alterar l’estatus quo. El paradigma de la guerra no ha estat sempre així, ja que durant els primers mesos els combats van estar molt renyits i l’èxit o la supervivència d’Ucraïna mai no va estar garantida. El fet que la guerra hagi anat relativament bé per Ucraïna i el món occidental no significa que les coses vagin a seguir com ara. El resultat de la guerra depèn tant de les decisions presents com de les futures en les quals destaca la importància dels EUA i dels seus aliats. No obstant, una escalada en recursos humans, econòmics i importacions de material bèl·lic augmentaria el cost d’ajudar a Kíiv i de seguir dominant la campanya militar. Segons l’autor, la guerra a Ucraïna ens ofereix una sèrie de lliçons, però la mes crucial pot ser aquesta: l’ordre mundial no és intrínsecament robust ni intrínsecament fràgil. Té exactament tanta força com els que el valoren puguin reunir i mantenir-lo quan se’l posa a prova.

Jean-Michel Valantin La longue stratégie russe en Europe

Europa torna a viure l’infern de la guerra mentre el canvi climàtic manifesta els seus efectes cada cop més intensament. El punt d’inflexió dels anys 2022 i 2023 veu com s’està articulant un entrellat, tant internacional com planetari, de la guerra d’Ucraïna i la deterioració del clima. Aquesta complexitat també és explotada pel Kremlin com a material estratègic. Les seves estratègies es desenvolupen a partir d’una quasi-militarització del soft power rus, és a dir, la influència que li atorga la seva condició de gran potència agroalimentària i energètica. Així, el soft power rus es transforma literalment en una arma de desestabilització extensiva, exercida sobre les línies de falla de les societats europees i de la UE. Aquestes interaccions entre l’estratègia russa i les situacions geopolítiques i climàtiques europees imposen una prova important a Europa en termes de cohesió i resiliència. En aquest article l’autora explora l’emergència d’aquestes noves formes de tensió i els problemes estratègics subjacents i argumenta que l’estratègia russa d’instrumentalitzar els fluxos agroalimentaris i energètics i els efectes socioeconòmics de l’hivern revela la manera en què el Kremlin està compromès en un renaixement a gran escala dels fonaments de la cultura estratègica russa, desenvolupada al final de la revolució bolxevic. Així, la teorització russa i soviètica de l’anomenada estratègia “operativa” estableix que la victòria es defineix com l’extensió entre la falta de cohesió de l’exèrcit contrari i la derrota dels seus aparells polítics, econòmics i industrials. Així, l’estratègia pretén dur a terme batalles efectives tant a nivell tàctic com estratègic, alhora que fragmenta els diferents sistemes que conformen l’aparell industrial de l’adversari. L’estratègia russa actual pretén, de fet, operar en la profunditat militar i econòmica de l’adversari, per tal de privar els polítics dels mitjans necessaris per fer la guerra. Aplicada a Europa, l’estratègia russa de dinamització i fragmentació de l’aparell econòmic i polític que dóna suport a Ucraïna opera per tant a través de la desestabilització creixent dels sistemes energètics i alimentaris europeus i de les activitats econòmiques que en depenen. És, doncs, la cohesió dels estats-nació europeus i la de la Unió Europea els que es veuen pressionats per aquesta nova versió de l’estratègia operativa russa. Així doncs, per exemple, l’accés al gas i al petroli russos va desencadenar un conflicte polític violent entre Hongria i la Comissió Europea, mentre que la República Txeca i la Gran Bretanya han hagut d’enfrontar-se a tensions socials molt importants pel preu del petroli. Aquesta estratègia encaminada a fragmentar Europa només es compensa amb els pressupostos de l’estat i amb l’esforç de cohesió imposat per l’OTAN als europeus davant l’adversari rus. Les tensions que debiliten la cohesió europea i la cohesió nacional esdevenen factors de friccions que es transposen a nivell de l’OTAN. Així doncs, sembla que el conflicte entre Ucraïna, Europa i l’OTAN i Rússia forma part ara d’una relació estratègica a llarg termini. El Kremlin desenvolupa i implementa estratègies directes i indirectes a llarg termini, alhora que es dota dels mitjans per dur a terme una guerra llarga i dolorosa a Ucraïna, adquirint la capacitat estratègica per agreujar els efectes en cascada i combinats de les tensions econòmiques i socials i els de la disrupció global. El repte dels europeus i dels nord-americans serà, doncs, de mantenir la seva cohesió en un context geopolític, econòmic, energètic i climàtic cada cop més tens, i fer-ho tot mantenint el seu esforç bèl·lic i aguantant simultàniament la proliferació de fronts polítics interns.

Stephen M. Walt What the War in Ukraine Has Revealed About Alliances

L’Aliança Atlàntica va ser creada per evitar una nova gran guerra a Europa i aquest objectiu ha estat assolit amb èxit durant nombroses dècades. L’afrontament actual entre Rússia i Occident confirma que els estats formen aliances contra les amenaces. El paper de l’OTAN ha revelat les virtuts d’aquesta aliança i alhora les seves febleses. És possible que la guerra hagi donat a l’OTAN un nou alè i hagi demostrat el valor dels seus procediments ben establerts, però també subratlla fins quin punt els seus membres europeus segueixen sent perillosament dependents dels Estats Units. El concepte de l’equilibri de poder explica la tendència de perquè Moscou ha considerat l’expansió de l’OTAN com una amenaça, es a dir, una poderosa aliança de democràcies occidentals que s’acosta massa a zones històricament d’hegemonia russa. Tanmateix, el soci més poderós de l’OTAN, els EUA, estan compromesos amb la difusió de les institucions liberals i han utilitat la força per a dur-ho a terme en diverses ocasions. La reacció de Rússia cap a l’expansió de l’OTAN cap a l’est ha reforçat la percepció d’amenaça que sentien els EUA i Europa, la qual cosa ha portat Occident a apropar-se encara més a Ucraïna. La invasió d’Ucraïna al febrer de 2022 va provocar una ràpida reacció dels membres de l’OTAN i de la UE que van imposar sancions econòmiques a Rússia i països com els EUA van començar a enviar a Kíiv armes sofisticades, entrenament militar, suport financer i serveis d’intel·ligència. Alemanya va canviar de rumb reduint les importacions d’energia de Rússia i Suècia i Finlàndia van sol·licitar el seu ingrés a l’OTAN. Al mateix temps, ha quedat palès que Moscou està disposat a utilitzar la força per alterar l’estatus quo a Europa en favor dels seus interessos i aquesta postura desafiant ha facilitat el reforçament de la cohesió al si de la pròpia Aliança. La guerra també ha posat en relleu la importància d’aquestes institucions i de poder gaudir conjunt de normes compartides i procediments en la presa de decisions ben establerts que ajuden als aliats a implementar decisions col·lectives de forma ràpida i eficaç. Malgrat la ràpida resposta de l’Aliança Atlàntica, la guerra d’Ucraïna ha demostrat la necessitat d’una nova divisió del treball en termes transatlàntics. Això es degut al fet que els membres més poderosos de l’Aliança suporten una càrrega desproporcionada i un pes major en la presa de decisions, i en canvi els membres més dèbils tendeixen a aprofitar-se d’aquesta situació. La guerra d’Ucraïna confirma aquesta pauta: els EUA han fet més per Ucraïna que qualsevol altre membre de l’OTAN. Alhora Washington ha definit en gran mesura l’estratègia de l’OTAN respecte al conflicte. Es notori que el lideratge dels EUA segueix sent indispensable. Es dedueix per tant que Europa hauria de pensar a assumir gradualment la responsabilitat principal de la seva pròpia defensa.

Michael Stott et al. 'We are for peace': Latin America rejects pleas to send Ukraine weapons

Michael Scott presenta una visió de la invasió d’Ucraïna des del punt de vista dels països d’Amèrica Llatina. D’ençà que va començar el conflicte, països arran del món han intervingut mitjançant l’enviament d’armament militar a Ucraïna, en un intent de militaritzar-la i incrementar la seva capacitat de resistència. Si bé aquesta és l’estratègia que habitualment estan duent a terme Europa i els Estats Units, les nacions llatines no tenen intenció de sumar-s’hi. De fet, han rebutjat l’oferta de Washington de donar a Ucraïna els seus equips militars fabricats a Rússia a canvi de la seva renovació per armament nord-americà molt superior i modern. Tal com s’explica a l’article, els recursos militars d’Amèrica Llatina són de gran valor i utilitat per a Ucraïna, ja que entre ells, compten amb tancs Leopard alemanys que són molt ràpids i consumeixen menys energia, helicòpters de transport MiG i míssils com els que s’estan fent servir en l’actualitat. A part dels tres aliats de Rússia (Cuba, Nicaragua i Veneçuela), la resta de nacions llatines no tenen cap intenció de contribuir-ne en un futur pròxim i han rebutjat gairebé qualsevol oferta que impliqui l’armament del territori ucraïnès. Així ha quedat demostrat amb la negativa de Brasil de revendre tancs a Berlín per la seva utilització al conflicte o la d’Argentina de contribuir en l’enviament d’armes. Fins i tot, països com Xile, que té inclòs en el seu govern una coalició d’esquerres comunista i partidària del govern de Moscou, no ha volgut participar i només s’ha compromès a donar suport en la neteja de mines. Arribats a aquest punt, la pregunta és: per què els països llatins no volen contribuir en la militarització d’Ucraïna si també estan patint les conseqüències derivades de l’increment del preu dels combustibles fòssils? D’acord amb el Financial Times, Amèrica Llatina ha condemnat l’atac de Rússia, però no està d’acord amb els mitjans a través dels quals Europa i els Estats Units pretén arribar a la finalització de les controvèrsies. Critiquen el seu enteniment com una continuació del conflicte Est-Oest i defensen arribar a una solució pacífica de les controvèrsies enfront una clara violació dels principis i regles de la Carta Constitucional de les Nacions Unides que garanteixen la pau i la seguretat del sistema. Donar més suport militar a Ucraïna no portarà a la finalització de l’enfrontament, sinó al seu agreujament amb les conseqüències que això suposaria pel conjunt dels estats que formen part de la comunitat internacional. Per aquest motiu, els líders polítics d’aquestes nacions prefereixen l’establiment d’un alto el foc on no hi hagi condicions preestablertes. L’article argumenta que les nacions llatines, en certa manera, estan retornant a la política del moviment de no alienació mitjançant el qual volen aconseguir la pau en el sistema mantenint la seva neutralitat. No volen interferir en els assumptes d’altres països ni posicionar-se a una banda o una altra del conflicte de manera que pugui afectar a les seves relacions futures. Concretament, són conscients que potencies com la Xina o Rússia poden ser fonts de suport en un futur i no volen arriscar començar-ne un període de tensions que pugui danyar les seves relacions. Tot apunta al fet que el posicionament d’Amèrica Llatina és fort i ferm amb escasses oportunitats de ser influenciat pels interessos americans i europeus.

Manuel Manonelles Ucraïna: un any després, on som?

En aquest article, Manuel Manonelles repassa la intensa activitat de la setmana que marca el primer any de guerra a Ucraïna, i destaca quatre fronts diferents. A Varsòvia, Biden es trobava amb els líders dels nou països que conformen el flanc oriental de l’OTAN, reafirmant el compromís dels EUA a defensar cada “centímetre” del territori dels països membres de l’Aliança Atlàntica. Mentrestant, Putin rebia al Kremlin el ministre d’Exteriors de la Xina, Wang Yi, en gira per Europa, una trobada especialment rellevant no sols pel que significa el suport de la Xina a Rússia en aquests moments, sinó també pel pla de pau per a Ucraïna que la Xina va anunciar fa una setmana a la Conferència de Seguretat de Munic i que s’ha presentat aquest divendres. En paral·lel, el mateix dimecres s’iniciava a Nova York un debat a l’Assemblea General de les Nacions Unides sobre una proposta de resolució, amb el suport inicial de 70 països, per demanar la retirada de Rússia i el cessament de les hostilitats. Ara bé, més enllà del contundent missatge d’aquesta votació, el nombre i el pes d’alguns dels països que s’han abstingut (començant per la Xina, passant per l’Índia, Pakistan o Àfrica del Sud) són una clara radiografia d’un cert estancament, així com del fet que a Ucraïna també s’està dirimint una lluita del més alt nivell geopolític sobre el model de governança global. Manonelles també reflexiona sobra l’esmentada Conferència de Seguretat de Munic que es va dur a terme a finals de la setmana passada i subratlla que la sessió d’aquest any va comptar amb el nombre més elevat —i rellevant— de líders que ha tingut en els seus quasi 60 anys d’història. Una llista impressionant de caps d’estat i de govern, així com de ministres d’Afers Exteriors i altres líders d’un gran nombre de països i d’institucions internacionals. Llista que contrasta amb la migrada presència de líders polítics d’aquest any a Davos, la fins ara “imprescindible” trobada anual del Fòrum Econòmic Mundial, un signe molt evident del trist canvi en les prioritats del lideratge global causat per la guerra a Ucraïna: de l’economia (Davos) a la seguretat (Munic). Finalment, afirma que tot ens condueix a unes conclusions malauradament poc esperançadores. Primer, perquè ens trobem en una guerra estancada, on els dos bàndols compten amb suports substancials de màxim nivell que, a priori, fan molt probable que el conflicte s’allargui en el temps. Això sí, en un món completament diferent del de fa un any, on no sols a Europa, pensem per exemple en Japó, hem estat testimonis d’un trencament d’equilibris i reorganització d’aliances i polítiques del tot impensables fins al dia anterior a la invasió d’Ucraïna Si a això hi sumem que, a pesar dels imperdonables errors de càlcul i l’empantanegament que Rússia pateix a Ucraïna, Putin continua ferm al seu lloc i sense cap tipus de risc aparent o immediat al seu lideratge, les perspectives de perllongament del conflicte són inevitables Per tant, tot indica que els propers sis mesos seran decisius, especialment des de la perspectiva militar. Així, doncs, les anunciades ofensives russa —estigui ja en camí o no— com ucraïnesa seran crucials per clarificar si hi ha canvis substantius en el bloqueig actual, o entrem en un escenari ja esmentat de cronificació del conflicte.

Ishaan Tharoor War in Ukraine was geopolitical ice bucket in our face

Àustria, com altres països europeus, ha tingut una relació complicada amb Rússia i l’actual conflicte entre Rússia i Ucraïna ha generat una nova conjuntura. Viena, en termes generals, s’ha unit al consens transatlàntic per donar suport a Ucraïna. Aquest article aborda la situació geopolítica en la qual es troba Àustria a causa del canvi en la conjuntura i l’impacte de la guerra en la política europea. Primerament, s’incideix en com ha canviat Europa un any després de la invasió. Seguidament, s’aborda la qüestió de les demandes de Zelenski respecte d’un increment en l’enviament d’armes, fins quan Occident continuarà accedint a les seves demandes, si hi ha alguna solució militar decisiva per afrontar l’actual guerra i la dependència d’Europa del lideratge i del suport dels Estats Units. A posteriori se centra en certes controvèrsies d’Àustria amb els seus aliats, abordant també la qüestió de la neutralitat constitucional austríaca i com la negativa a l’enviament d’armes a Ucraïna ha pogut frustrar altres governs europeus. A continuació s’aborda el cas atípic d’Hongria on Viktor Orbán ha mantingut una relació més estreta amb Moscou, centrant-se en fins a quin punt Orbán representa un problema ideològic per al projecte europeu. Finalment, l’entrevista aborda la qüestió energètica i la necessitat d’Àustria- i la d’altres països europeus- de reduir la seva dependència energètica envers Rússia, diversificant el subministrament de gas natural.

Ivo Daalder Consequences of Putin’s war go beyond its implications for Russia

Abans de la invasió russa d’Ucraïna, tot semblava apuntar cap al declivi d’un Occident cada cop més fragmentat i amb un poder erosionat. Les tendències nacionalistes i proteccionistes sorgides als Estats Units soscavaven el multilateralisme i posaven en dubte la capacitat de col·laboració dels països occidentals. De fet, aquesta pèrdua de poder significativa també havia estat agreujada per les polítiques portades a terme pel president nord-americà Donald Trump i la retirada de les forces d’Afganistan ordenada pel seu successor. Occident semblava incapaç de mantenir la seva hegemonia en l’escenari global en un moment en el qual sorgien noves potències predisposades a canviar l’hegemonia. És per aquest motiu que Rússia va considerar que era el moment ideal per iniciar les hostilitats. Un Occident dividit i debilitat no tindria ni els recursos ni la capacitat per fer front a les amenaces. El que Rússia no esperava és que la invasió d’Ucraïna generés més unió i reforcés les relacions entre els països occidentals. És per això que l’argument principal d’Ivo Daalder és que la guerra ha afectat negativament a la geopolítica russa mentre que ha enfortit el compromís d’Occident per derrotar a Kíiv. D’una banda, la invasió ha deixat entreveure que el material militar amb el qual comptava l’exèrcit rus no estava preparat per un conflicte d’aquestes dimensions. A causa de la utilització d’armament antiquat, molts soldats russos han resultat greument ferits i en el pitjor dels casos, han perdut la seva vida. De la mateixa manera, els míssils i les bombes llençades des de territori rus han estat fàcilment i ràpidament interceptades i destruïdes. Això suposa un gran desavantatge per al Kremlin, que ha de fer front a l’armament militar ucraïnès d’alta tecnologia subministrat pels Estats Units i Europa. D’altra banda, la guerra ha portat als estats occidentals a treballar conjuntament amb un mateix objectiu. Per tant, més que intensificar la seva fragmentació, Putin els ha donat un motiu per reforçar els seus llaços i col·laborar conjuntament per frenar els estats que amenacen d’alterar l’ordre internacional. S’han adonat que conjuntament tenen una major oportunitat de reforçar la seva influència i també millorar les seves capacitats estratègiques i militars. L’autor posa com a exemple el cas de Suècia i Finlàndia, dos països europeus que tradicionalment s’han caracteritzat per una política de neutralitat i que ara han sol·licitat l’adhesió a l’OTAN. A més, la Unió Europea també ha accelerat els tràmits per admetre Ucraïna com a nou membre. A banda d’aquests dos fenòmens, Ivo Daalder també fa referència a una certa pèrdua de suport per part de potències properes al règim rus. Entre elles, la Xina només ha criticat Occident tot i mantenir-se neutral en les votacions a les Nacions Unides i fins ara no ha subministrat armament. Finalment, l’article acaba fent al·lusió a un ordre mundial on Occident sembla recuperar la seva hegemonia.

Guy Chazan Munich Security Conference charts new role after uninviting Russia and Iran

Fa dotze anys, la Conferència de Seguretat de Munic (MSC) va ser l’escenari de la signatura del Tractat New Start sobre el control d’armes nuclears entre els Estats Units i Rússia. El MSC és conegut com un fòrum per a la diplomàcia global, on els adversaris de vegades formalitzen. No obstant això, aquest any, cap responsable rus ha estat convidat. Encara que el president de l’MSC, Christoph Heusgen, qualifica la conferencia com a plataforma important per parlar informalment amb adversaris, va excloure la participació del ministre d’Afers Exteriors rus, Sergei Lavrov, que havia estat assistit durant molts anys a la conferència. De la mateixa manera, els funcionaris iranians tampoc no han estat convidats a causa de la repressió de les protestes que estan tenint lloc al país des de fa mesos. La Conferència de Seguretat de Munic (MSC) va començar com una conferència militar a la dècada de 1960, però posteriorment es va convertir després de la Guerra Freda en un important fòrum de diplomàcia mundial Ara la conferència està tornant a les seves arrels i demostrant un front occidental unit, i comptarà amb la delegació del Congrés dels Estats Units més gran de la seva història. Alguns ho veuen com una oportunitat per mostrar un objectiu comú, com una conferència de nacions amb idees afins, mentre que a d’altres els preocupa que, a llarg termini, pugui convertir-se només en una cambra de ressonància dels EUA i perdre la seva identitat.

Faine Greenwood The Drone War in Ukraine Is Cheap, Deadly, and Made in China

Un any després de l’inici de la guerra a Ucraïna ha quedat palès que es tracta de la primera guerra de la història en la que ambdós bàndols estan fent un ús extensiu de petits drons molt econòmics i sorprenentment eficaços, que es poden adquirir en botigues d’electrònica o construir amb senzills kits de muntatge. Els drons, doncs, s’estan erigint com un veritable símbol de la guerra moderna. Aquests artefactes són molt útils per dirigir els atacs d’artilleria, identificant objectius amb gran precisió ja que son equipats amb càmeres de zoom híbrides i tenen la capacitat d’enviar coordenades precises als centres de comandaments o a pilots. Al mateix temps, els drons també han estat utilitzats per llançar de forma precisa explosius modificats sobre els equips enemics. Els drons juguen alhora un paper en l’àmbit de la informació, són una poderosa eina en les relacions públiques i desenes i desenes de vídeos del camp de batalla recollits pels drons donen forma als relats i a les opinions. Gairebé amb tota seguretat, aquests petits i econòmics drons seguiran sent utilitzats al llarg del conflicte i cada cop en major quantitat. Els combatents d’ambdós bàndols també estan adquirint més destresa per construir-los, modificar-los i ensenyar a un nombre creixent de soldats a utilitzar-los. Ambdós bàndols treballen de forma incansable en el desenvolupament de millores tècniques de la guerra electrònica per abatre drons, i sembla poc probable (almenys per ara) que s’introdueixi una tàctica que canviï tant les regles del joc que deixi aquests petits i econòmics drons fora de combat.

Kate Aronoff Oil Companies Never Cared About the War in Ukraine

Des de l’esclat de la guerra entre Rússia i Ucraïna, els països occidentals han apostat per la imposició de sancions econòmiques per tal de dissuadir al Kremlin de continuar amb les hostilitats. No obstant això, un any de conflicte ha servit per a demostrar que els diferents paquets de mesures no ha estat capaç de detenir l’ambició de Moscou de fer-se amb el territori ucraïnès. Kate Aronoff analitza l’impacte que l’adopció de les sancions ha tingut per a les companyies petrolieres i conseqüentment, per la lluita contra el canvi climàtic. En primer lloc, s’esmenta com les companyies petrolieres occidentals han seguit la llei a la vegada que han buscat maneres d’evitar-la, però sense violar-la. Empreses com Shell han sortit victorioses de la imposició d’aquestes sancions i han aconseguit tancar l’any amb uns grans beneficis. Degut a les relacions polítiques que moltes d’aquestes companyies mantenen amb els seus governs, gaudeixen d’una certa influència a l’hora de negociar l’aplicació de polítiques. Atès que les companyies de combustibles fòssils estan interessades en l’adopció de regulacions favorables a les seves activitats i molts partits polítics depenen del finançament i del suport d’aquests actors, les empreses aposten per una falsa solidaritat amb la població ucraïnesa mentre que els governs decreten polítiques que juguen a favor seu. L’únic que motiva a les companyies a actuar així és poder seguir amb la venda a un preu major de recursos fòssils que no han estat sotmesos a sancionats. De la mateixa manera, també mostren un cert compromís amb les lleis, però sempre busquen un buit legal que els permeti continuar amb les seves pràctiques. Aronoff afirma que aquestes companyies continuaran donant preferència a la maximització dels seus beneficis fins que no hi hagi algú que les obligui a respondre de les seves accions. En segon lloc, l’article menciona la falta de suport dels països del sud global a les sancions econòmiques imposades a Rússia. Molts d’aquests països consideren que aquesta no és la manera de resoldre el conflicte i que tal com altres situacions anteriors ja han demostrat, l’aplicació de sancions sempre beneficia les nacions més riques. Molt especialment, la negativa de països d’Àfrica, Amèrica Llatina o Àsia està relacionada amb el possible empitjorament de la situació econòmica de regions que depenen dels recursos naturals per al seu desenvolupament. Acceptar les sancions implicaria un increment en el preu dels productes i del cost de vida, a la vegada que un major valor del dòlar comportaria més dificultats per a retornar els deutes. A tot això cal afegir l’impacte sobre el canvi climàtic. La falta d’avenços cap a la descarbonització per part dels països occidentals ha afegit més pressió encara a les economies més dèbils que depenen dels combustibles fòssils per a finançar el seu desenvolupament i fer front als danys mediambientals ocasionats. Finalment, l’autora conclou amb una visió pessimista sobre el futur de la cooperació internacional i les possibilitats d’arribar a consens per a evitar que conflictes com el d’avui dia amb Rússia i Ucraïna tornin a sorgir.

Emma Ashford The Persistence of Great-Power Politics

Al febrer de 2022, pocs dies abans de la invasió d’Ucraïna, la ministra d’afers estrangers alemanya Annalena Baerbock va afirmar a la Conferència de Seguretat de Munic que Europa s’enfrontava a dues opcions: Hèlsinki o Ialta. Implícitament això significa haver de triar entre un sistema de responsabilitat compartida per la seguretat i la pau i un sistema de rivalitat de poder i d’esferes d’influència. I com va dir la presidenta de la Comissió Europea, Ursula von der Leyen, Putin està intentant imposar una altre era de força bruta, d’esferes d’influència i de repressió interna. La primera gran guerra en sòl europeu des de la Segona Guerra Mundial és entesa per les elits de la política exterior nord-americana i europea com un possible triomf dels valors occidentals i de la cooperació en matèria de seguretat. Però deixant de banda el triomfalisme, Ashford considera que la guerra a Ucraïna representa el fracàs de les decisions polítiques dels Estats Units durant les últimes dècades per mantenir la pau a Europa. De fet, l’últim any ha estat una demostració d’un món on regna la competició entre grans potències o d’esferes d’influència. Molts mitjans van elogiar la resposta del president dels Estats Units, fins i tot crítics de l’estatus quo de la política exterior han considerat la gestió per part de l’administració com a adequada. Però la majoria no ha destacat el desajustament entre les declaracions de l’administració nord-americana abans de la invasió i la resposta posterior de la Casa Blanca. A desembre de 2021, l’administració nord-americana prometia el compromís per part dels Estats Units amb la sobirania d’Ucraïna, però el 24 de febrer de 2022, el to de l’administració va canviar de manera decisiva amb la no participació directa en els combats. Sens dubte va ser la opció correcta. La implicació directa dels Estats Units en una guerra amb Rússia amb armes nuclears seria un error desastrós. Però, al mateix temps, la manca de voluntat de contemplar cap camí alternatiu és un fracàs polític. En un sentit geopolític més ampli, lluny de refutar la naturalesa brutal de les polítiques internacionals, la guerra a Ucraïna ha demostrat les desagradables realitats de la lluita per les esferes d’influència entre les grans potències. L’enfocament aplicat a la guerra d’Ucraïna, de proveir suport financer i militar substancial calibrat amb cura per mantenir-se per sota del llindar que podria conduir a una guerra més àmplia, es pot i s’ha d’aplicar en altres llocs. En lloc de gestos performatius que suggereixen suport a la independència de Taiwan, per exemple, els responsables polítics haurien d’ajudar l’illa a defensar-se mitjançant una estratègia adequadament diversificada. No només és molt més efectiu dur a terme aquestes acumulacions abans de qualsevol guerra potencial, sinó que si s’executa amb prudència, aquest enfocament fins i tot pot evitar que aquesta guerra es produeixi. En darrer terme, Ashford afirma que per adoptar aquestes estratègies, però, els responsables polítics han d’aprendre les lliçons adequades de la guerra a Ucraïna.

European Council on Foreign Relations United West, divided from the rest: Global public opinion one year into Russia’s war on Ukraine

El món no mira la guerra a Ucraïna de manera uniforme, tal com demostra una nova enquesta de l’European Council on Foreign Relations. Si europeus i nord-americans coincideixen en apostar per la victòria total d’Ucraïna amb la reconquesta de tots els territoris ocupats per Rússia; en canvi, els ciutadans de l’Índia, Turquia, Rússia i la Xina són majoritàriament partidaris d’acabar la guerra el més aviat possible, encara que això signifiqui cedir el territori ucraïnès. L’enquesta ha estat feta a més de 19.000 persones de nou països pertanyents a la Unió Europea, el Regne Unit, els Estats Units, l’Índia, Turquia, Rússia i la Xina entre desembre i gener. Els enquestats dels països no occidentals consideren que l’aparició d’un nou ordre mundial multipolar després de la guerra és més probable que un escenari bipolar. Els autors de l’estudi adverteixen que els decisors occidentals haurien de tenir en compte que la consolidació d’Occident s’està produint en un món post-occidental cada cop més dividit; i que potències emergents com l’Índia i Turquia actuaran segons els seus propis termes i es resistiran a ser atrapades en la competició entre els EUA i la Xina. També suggereixen que l’existència d’una diferència d’opinió tan marcada entre països pot estar relacionada amb la manera com els líders d’Europa i dels Estats Units han plantejat la guerra com una lluita per defensar la democràcia. Si aquesta retòrica ha servit per unir Occident, no ha tingut el mateix efecte en altres llocs, ja que per a molts enquestats fora d’Occident, els seus països també són democràcies, i potser fins i tot millors que les occidentals. L’enquesta també indica que a la Xina, l’Índia i Turquia la gent és escèptica davant les afirmacions sobre la defensa de la democràcia com a principal raó de l’ajuda a Ucraïna. A Xina i Turquia, per exemple, molts afirmen que el suport nord-americà i europeu a Ucraïna està impulsat pel desig de protegir el domini occidental i no tant per defensar la integritat territorial d’Ucraïna o la seva democràcia. D’altra banda, en un món cada cop més fragmentat i polaritzat, països com l’Índia i Turquia semblen atrets per un sobiranisme lliure, en què cada conflicte entre superpotències es converteix en una oportunitat per mostrar la seva rellevància i capacitat per prendre decisions sobiranes. A l’Índia, més del 80% dels enquestats consideren Rússia, els EUA, la UE i el Regne Unit com a aliats o socis, mentre que el 76% veu la Xina com un rival o un adversari. Els autors conclouen que Occident faria bé de tractar l’Índia, Turquia, Brasil i altres potències mitjanes com a nous subjectes sobirans de l’escenari geopolític tot i que no representen cap tercer bloc o nou pol en la política internacional ni comparteixen una ideologia comuna entre ells. De fet, sovint tenen interessos divergents o oposats. Però també és cert que ja no es conformen amb adaptar-se als interessos i plans de les superpotències. La victòria d’Ucraïna a la guerra serà fonamental per donar forma al proper ordre europeu però és molt poc probable que es restableixi un ordre liberal global liderat pels EUA. En canvi, Occident haurà de conviure en un món multipolar, amb dictadures hostils com la Xina i Rússia, però també amb grans potències independents com l’Índia i Turquia. En darrer terme, aquest pot acabar sent el major punt d’inflexió geopolític revelat per la guerra: que la consolidació d’Occident s’està produint en un món post-occidental cada cop més dividit.

Xulio Ríos China y un año de guerra en Ucrania

Des de l’inici de la guerra a Ucraïna, la Xina ha mantingut una posició allunyada de les tesis occidentals, advocant per la defensa de la sobirania i la integritat territorial de tots els països, la defensa dels propòsits i principis de la Carta de l’ONU, les legítimes preocupacions de seguretat de tots els països i el suport a tots els esforços que puguin aportar una solució pacífica de la crisi. Davant l’escalada que s’albira a l’horitzó, Beijing advoca ara per explorar una solució política que emmarcaria en la definició urgent per al continent europeu d’una arquitectura de seguretat inclusiva. Després de molts mesos sense cap gest significatiu en el pla diplomàtic, el president Xi Jinping farà públic un document de proposta de pau que segurament també sabrà a poc a les cancelleries occidentals. Però que, en canvi, podria tenir més ressò en aquells països que anhelen evitar un deteriorament més gran de la situació; que no volen que la guerra es prolongui i s’agreugi i que no amaguen les seves reticències davant del doble moral aplicada, en aquest cas, pel món desenvolupat en relació amb molts altres conflictes bèl·lics. En lloc d’apostar per una iniciativa en solitari, la complicitat d’alguns països (Brasil, Índia o Sud-àfrica, que coincideixen amb la Xina als BRICS, i potser alguns més), si arribés a quallar en alguna fórmula instrumental com a diàleg amb les parts implicades, això podria avergonyir als que consideren que no hi ha cap altra via que l’escalada militar. No només mostraria la creixent influència xinesa en l’ordre global associant-la a la recerca de la pau, sinó que també faria palès el contrast amb l’escàs interès mostrat per Occident per resoldre el problema per una altra via que no sigui la militar. La interpretació xinesa del conflicte parteix del supòsit que són els Estats Units els més interessats a continuar amb la guerra, de la qual estaria obtenint grans beneficis econòmics, polítics i estratègics. Davant del deteriorament imparable de la relació sinó-americana, la relació de la Xina amb Rússia s’ha mantingut essencialment sense canvis significatius, sota el paraigua de què anomenen una associació estratègica integral de coordinació. Alhora, la Xina ha mostrat especial cura i moderació en la gestió, encara que sense abdicar del seu dret a exercir qualsevol forma d’interlocució sense lligams i sense renunciar a l’exigència de prestar atenció a les “preocupacions legítimes de seguretat” de Moscou, tot esforçant-se igualment per mantenir oberts els canals de comunicació amb les autoritats de Kíiv. Després d’un any de conflicte, la Xina no ha pogut aturar la guerra però tampoc no l’ha atiat. En darrer terme, la Xina no vol haver de triar entre Rússia o Ucraïna com tants altres països també es neguen a haver d’escollir entre els Estats Units o la Xina.

El impacto de la guerra en Rusia

Anders Åslund Por qué Rusia deja de ser una potencia regional

L’autor analitza el resultat desastrós de la invasió d’Ucraïna i afirma que Rússia ha desplegat a Ucraïna des del febrer de l’any passat un 85% del seu poder militar, però només ha aconseguit apoderar-se d’un 11% addicional del territori ucraïnès i, malgrat l’enorme cost patit en pèrdues humanes i materials, la majoria només són camps de cereals. Al marge de com s’acabi la guerra, és un desastre al qual probablement ell no sobreviurà. Ara bé, Åslund destaca que no estem davant d’un drama personal. Putin ha degradat, desacreditat i aïllat Rússia. L’error més gran que el món exterior podria cometre avui seria esperar que Rússia tornés a l’estatus quo anterior. En la història recent, Rússia ha passat per grans convulsions, i caldrà una pluja d’idees sobre el que pot passar a un país que ha estat tan mal governat. És difícil arribar a desentranyar la magnitud del desastre que ha suposat Putin per a Rússia i el món. Ha desencadenat una vegada i una altra guerres injustificades, sobretot a Geòrgia i Ucraïna; ha destruït l’exèrcit rus; ha acabat amb la llibertat iniciada sota Gorbatxov i Ieltsin; ha aïllat Rússia de la resta de països civilitzats i desenvolupats; ha denigrat la seva economia; i ha paralitzat la modernització del país. Amb la seva guerra contra Ucraïna el 2014, Putin va aïllar Rússia dels EUA, Europa i la majoria de les antigues repúbliques soviètiques. Es va quedar amb el tercer món i va promoure els BRICS (Brasil, Rússia, Índia, Xina i Sud-àfrica). Brasil i Sud-àfrica han perdut gran part del seu atractiu per l’estancament econòmic provocat pel final de l’auge de les primeres matèries el 2014. L’Índia i la Xina no han condemnat la guerra de Rússia a Ucraïna, però tampoc no l’han recolzat. Fa uns anys, la Xina va superar Rússia en PIB per càpita en dòlars nord-americans corrents, la qual cosa que significa que el seu PIB total és deu vegades més gran, ja que la població xinesa és deu vegades més gran que la russa. A la pràctica, la Xina només compra matèries primeres i armes a Rússia; i ara, atesa la ineficàcia i la l’obsolescència que ha mostrat l’armament rus, es veurà obligada a deixar de comprar armes. I llavors el comerç rus-xinès semblarà de tipus netament colonial. La Xina havia venut a Rússia components electrònics i altres manufactures sofisticades. Tot i això, des de l’inici de la guerra, tant les exportacions de la Xina com les de l’Índia s’han reduït a la meitat, perquè les companyies temen violar les sancions occidentals i, per tant, quedar subjectes a sancions secundàries. Putin ha suposat una catàstrofe per a l’economia russa. L’any 2000 va heretar una economia reformada i després va gaudir durant una dècada de l’auge de les matèries primeres, però l’economia russa es va estancar a partir del 2014 i ara s’està enfonsant. La previsió oficial és d’un descens de només un 6% el 2022, sense cap recuperació al llarg d’una dècada. Fins i tot en termes oficials, la renda real disponible de Rússia va caure un 10% el 2014-2020. Rússia és una dictadura personal amb un mínim d’institucions de govern. Un sistema així sol esfondrar-se amb la mort del tirà. Els tres factors habituals en una caiguda d’aquest tipus són la derrota en una guerra (que sembla probable a Ucraïna), el malestar social (que encara no ha sorgit) o les divisions entre les forces de seguretat (no aparent). La pregunta fonamental és perquè segueix sent president de Rússia un personatge corrupte a qui no preocupa el seu poble ni el seu país, sinó només el seu poder i la seva riquesa personals. L’oposició liberal russa sol respondre que Putin ha desenvolupat una extraordinària guàrdia presidencial, el Servei Federal de Protecció (FSO), que podria comptar amb uns 50.000 agents ben remunerats i absolutament lleials. Tot i això, al final no és probable que amb això aconsegueixi salvar el seu govern que tant de mal ha causat el país. Els russos van acceptar la guerra de Putin contra Ucraïna amb limitades protestes populars; tot i això, han reaccionat ara amb una emigració massiva a l’ordre de mobilització parcial del 21 de setembre. Sigui quina sigui l’evolució dels esdeveniments, Åslund considera que és difícil imaginar que Putin pugui sobreviure a una derrota a Ucraïna.

Ido Vock No, Russia isn’t about to break apart

Ido Vock indica que a mesura que s’allarga el conflicte a Ucraïna és cada cop més habitual sentir prediccions de que un moviment anticolonial s’està expandint entre els pobles de Rússia, amenaçant la supervivència mateixa de la Federació Russa. Segons aquesta visió, Rússia és l’últim imperi europeu on les minories són tractades amb un menyspreu quasi colonial. Això no obstant, l’autor considera que malgrat que les minories de Rússia tenen motius molt reals per nodrir un fort ressentiment respecte del govern de Moscou, no és probable que aquests greuges tinguin com a resultat la dissolució de Rússia a curt termini i que els paral·lelismes que s’estableixen entre el col·lapse soviètic i el suposat final imminent de Rússia estan probablement equivocats. D’una banda, l’URSS es va ensorrar perquè la seva constitució atorgava a les repúbliques constituents del país un dret formal de secessió que van optar per exercir quan els vents polítics ho van fer possible a finals dels anys vuitanta. Per contra, els subjectes federals de Rússia no tenen cap dret constitucional comparable a la secessió i per consegüent la dissolució de Rússia seria legalment molt més desordenada. Vock argumenta que hi ha poques regions de Rússia que puguin intentar la independència a part de Txetxènia i potser dues o tres més al nord del Caucas, com en el cas de Tatarstan, que ja es va declarar un “estat sobirà” als anys noranta. En el cas que les minories de Rússia exigissin un canvi constitucional, és més probable ho fessin amb l’objectiu de que la Federació Russa estigui a l’altura del seu nom i no com a procés secessionista. Podrien exigir la reversió de la centralització implacable que ha tingut lloc sota Vladímir Putin, que ha marginat constantment les llengües i les cultures minoritàries. Repúbliques com el Tatarstan podrien buscar una autèntica autonomia política i cultural sense tenir els maldecaps de la independència total. En definitiva, Vock afirma que el relat de la imminent desaparició de Rússia no només és enganyós sinó també contraproduent. Imaginar que Rússia deixi d’existir en la seva forma actual és una sortida per evitar la difícil qüestió de com Ucraïna i Occident poden coexistir a llarg termini amb una potència regional hostil i amb armament nuclear. Pitjor encara, és equivocar-se de cap a cap. Fins i tot si tot el nord del Caucas i les sis repúbliques que Free Idel-Ural afirma representar fossin independents, representarien en total uns 25 milions de persones, és a dir només el 17% de la població russa, amb la qual cosa la nova Rússia que quedés continuaria limitant amb Ucraïna i la UE. Trobar una manera de gestionar aquest repte requereix un pensament més profund que la política de pronosticar la fi imminent de la mateixa Rússia.

Slate Des trois cercles proches de Poutine, lequel prendra l'ascendant à l'issue de la guerre en Ukraine?

La història dels règims russos és la història de les seves guerres. Victoriosos, es tornen més agressius; vençuts, trontollen o s’enfonsen. Així, la guerra de Crimea va comportar un debilitament durador de l’Imperi; la derrota contra el Japó va portar a la revolta del cuirassat Potemkin; la Primera Guerra Mundial a la revolució i la guerra civil, la de l’Afganistan a la caiguda de la Unió Soviètica, i la segona guerra de Txetxènia va permetre l’ascens al poder de l’actual president. L’article argumenta, doncs, que si l’ofensiva militar russa acaba en derrota hi haurà un canvi de règim a Rússia. Per contra, si guanyen els russos, aposta per un enduriment del règim i, en qualsevol cas, exclou la possibilitat de mantenir l’estatus quo. En un moment on tots els escenaris són possibles –victòria ucraïnesa o russa, estancament, procés de pau, partició del país– una cosa és certa: tothom ja es posiciona per a la postguerra. El conflicte s’ha convertit en el camp de batalla entre siloviki, oligarques i ultres, i el que passi al llarg de 2023 pot decidir no només el resultat de la guerra sinó també la direcció del Kremlin durant els propers deu anys. Vladímir Putin confia sobretot en els que li són propers per prendre les seves decisions. Procedents de les agències de seguretat i de l’aparell militar, sovint antics col·legues del KGB a Sant Petersburg, són els siloviki. Hi ha un segon cercle, “no oficial”, més heterogeni, format per oligarques en la seva majoria, i finalment els ultres, que no pertanyen a cap cercle. Després de mesos de combats acarnissats al voltant de Bakhmut i Soledar, les tropes de Wagner han aconseguit la primera victòria russa des de fa mesos i no s’ha de menystenir el seu valor simbòlic, ja que el nou eix dels ultres està agafant ascendent sobre l’establishment militar i com a conseqüència d’això tenen cada cop més aliats, com Vyacheslav Volodin, el president de la Duma, Andrei Turtchak, el secretari general de Rússia Unida, el partit de la majoria presidencial. Al mateix temps, però, si Putin dóna via lliure als ultres i als seus aliats per contenir les ambicions dels seus siloviki, també sap que ha de mantenir el seu paper d’àrbitre entre les parts. Així, l’endemà de la captura de Soledar, va nomenar el general Valeri Guerassimov, cap de l’estat major de l’exèrcit al capdavant de la força d’invasió, amb un triple objectiu: retornar la iniciativa a un estrateg convencional de cara a l’ofensiva prevista per a la primavera; controlar l’ego i les ambicions de Yevgueni Prigozhin, el cap de Wagner; i obligar les dues parts, la convencional i l’ultra, a treballar conjuntament. En darrer terme, el manteniment d’aquest equilibri entre faccions hostils és la millor carta de Putin per mantenir-se al poder.

Cinco Días Putin tiene una gasolinera ‘low cost’ a las puertas de Ceuta

La ciutat autònoma de Ceuta veu passar per les costes fins al 20% de les exportacions de cru rus a la vegada que la ruta comercial apunta cap als nous grans clients, la Xina i l’Índia, segons dades de la companyia d’intel·ligència energètica Vortexa. Des del desembre, almenys 15 petits vaixells, carregats amb aproximadament 700.000 barrils de cru, han salpat des de Rússia amb destinació a Ceuta. Les plataformes petrolieres de la firma estatal russa Trasneft, ubicades als ports de Primorsk i Ust-Luga, estan registrades com a origen d’aquestes embarcacions. Les naus, conegudes al sector com a aframax, van solcar el mar Bàltic fins a l’estret de Gibraltar a l’espera de trobar una connexió amb el port següent. Almenys sis naus més van continuar el seu recorregut fins a zones properes a Grècia. Com si fos una escala d’un vol, on els passatgers passen d’un avió a un altre, les càrregues d’aquests aframax són transvasades a grans naus anomenades VLCC (very large crude carrier), que poden transportar fins a dos milions de barrils. Aquestes operacions entre vaixells al mar, conegudes com a STS (ship to ship) són una pràctica habitual en el transport marítim, i la manca de jurisdicció en aigües internacionals permet a Moscou utilitzar aquest tipus d’operació i continuar així els seus enviaments de cru a baix cost sense topar-se amb les sancions occidentals. En tot cas, les operacions entre naus no són fruit exclusiu de les sancions imposades per Occident des del començament de la invasió russa a Ucraïna. Aquestes transferències, que eviten l’escala a un port són en principi legítimes, ja que les operacions no atempten contra la llei internacional ni violen les sancions imposades per Brussel·les. El truc és romandre a alta mar, on els vaixells controlats per Moscou eviten pagar pels serveis portuaris i el control oficial. També cal destacar que l’aliança sino-russa queda palesa ja que el 65% de les operacions de transvasament a les rodalies de Ceuta han estat operades per companyies xineses. En darrer terme, tot i el risc polític, ecològic i comercial, el règim de Vladímir Putin i la seva maquinària petroliera proven que el món no ha canviat tant i que el control de les rutes comercials continua sent clau per donar suport als esforços bèl·lics.

Amy Mackinnon The Other Ukraine War

En aquest article, Amy McKinnon revela que un nou llibre que examina la invasió russa de l’est d’Ucraïna el 2014 revela algunes veritats incòmodes. A Hybrid Warriors: Proxies, Freelancers and Moscow’s Struggle for Ukraine (Hurst, 2022), Anna Arutunyan assenyala que el conflicte va ser protagonitzat per una barreja tèrbola d’actors estatals i no estatals i examina les motivacions de les milícies, dels oligarques que les van finançar i dels funcionaris de Moscou que, al seu torn, van alimentar els combats i van lluitar per imposar l’ordre enmig del caos. Considera evident que el president rus Vladímir Putin no és cap estrateg i la imatge que sorgeix és la d’un Kremlin caracteritzat per la paràlisi de en la presa de decisions, la paranoia i la manca d’intel·ligència, la qual cosa aporta una nova llum sobre les arrels de la guerra actual. Arutunyan afirma que si tot sovint es descriu Putin en termes omnipotents, els que han estudiat de prop el sistema rus descriuen el procés de presa de decisions al Kremlin de manera molt més caòtica. On les coses es desordenen és en el que l’autora descriu com el model de “govern per senyals” de Putin, en el qual els gestos i les mirades del cap estan subjectes a (mala) interpretació per part dels diferents actors del sistema rus que busquen enriquir-se i fer avançar el seus propis projectes. Un exemple és el grup de mercenaris de Wagner i el seu fundador, Yevgeny Prigozhin, que és alhora independent, però estretament vinculat a l’estat rus, que s’han estat alhora indispensables en l’esforç de guerra rus i estan en competició amb el Ministeri de Defensa. Quan diversos actors autònoms russos actuar el 2014 amb l’esperança de restablir la Novorossiya, com es coneixia la regió del sud-est d’Ucraïna durant l’Imperi Rus, Putin era molt conscient que els riscos eren molt més alts ja que si llançava una intervenció militar en tota regla, desencadenaria una resposta occidental més dura i molt possiblement hauria d’acabar intentant apuntalar el seu propi règim. No obstant això, si decidia retirar-se completament, mostraria debilitat als nord-americans i a la seus seguidors més nacionalistes, amb la qual cosa no podia ni avançar ni abandonar el projecte Donbass, trobant-se així en un impàs similar al que afronta avui. Qualsevol abandonament dels grups rebels i de les poblacions russòfones de l’est d’Ucraïna suposaria el risc de sulfurar els nacionalistes i imperialistes russos que el Kremlin ha intentat tranquil·litzar. Per a Putin, doncs, és primordial que es continuï veient Occident com el seu veritable enemic, i no el mateix Kremlin. Això també planteja la qüestió de com Putin no podria haver previst la caixa de Pandora del nacionalisme que s’obriria amb la invasió actual. Durant més de set anys, el Kremlin es va contenir a l’hora de reconèixer la independència de les anomenades repúbliques populars de Donetsk i Luhansk. La història completa de per què Putin ha passat de la contenció i la prudència a utilitzar la regió per justificar una invasió catastròfica encara està per escriure. Tot i que encara no es pot saber com acabarà la guerra actual, Arutunyan argumenta que representa els últims i violents espasmes d’un imperi moribund que deixarà pas a alguna cosa nova encara per definir.

Francesca Ebel i Mary Ilyushina Russians abandon wartime Russia in historic exodus

Quan esclata una guerra s’acostuma a parlar de totes aquelles persones que han de fugir de les seves llars en el país que està sent víctima d’un atac. Sovint, no tenim en compte que al país agressor també es produeix un èxode de ciutadans que pot tenir greus conseqüències a escala internacional. És per aquest motiu que Francesca Ebel i Mary Ilyushina pretenen donar una visió més centrada en la fugida d’una part significant de la població russa arran de la guerra a Ucraïna amb l’objectiu de mostrar quins són els destins més comuns d’assentament de moltes famílies i determinar la probabilitat que aquestes acabin retornant a Rússia. L’article comença amb una breu explicació dels motius rere la migració massiva de ciutadans russos. Majoritàriament, aquestes persones són moguda per qüestions de seguretat i pel temor a la imposició de la llei marcial al territori rus. La inseguretat que és viu és tan gran que les xifres arriben entre els 500.000 i 1.000.000 emigrants, un fet que les autores cataloguen d’històric des dels èxodes massius produïts després de la dissolució de la Unió Soviètica. Seguidament, el que es planteja és la reacció del Kremlin enfront aquesta onada migratòria. Com era d’esperar, aquesta situació ha molestat Putin que no ha trigat a considerar totes aquestes persones d’escòries i contràries al règim. La seva resposta ha anat més enllà d’aquesta categorització, ja que pretén castigar els desertors mitjançant l’expropiació dels seus béns i l’oposició interna a través de la pena de presó o l’exili. Pel que fa als països de destinació, algunes de les famílies de classe mitjana, periodistes i activistes han optat per països com Armènia, per motius bàsicament culturals. Armènia i Rússia són relativament properes en matèria religiosa i el rus hi es molt corrent com a llengua de comunicació. En canvi, els russos de classe alta prefereixen països com els Emirats Àrabs Units on el domini dels negocis i les inversions afavoreixen l’obtenció de passaports o permisos de residència. Independentment del país escollit, els ciutadans entrevistats manifesten la seva intenció de no retornar a Rússia i la vergonya que senten per les atrocitats comeses pel seu govern.

Anna Matveeva Conspiracies, detachment and confusion in Russia

L’allargament de la guerra entre Rússia i Ucraïna està comportant un increment dels trastorns mentals de les poblacions dels dos bàndols en conflicte. Aquest fenomen queda clarament representat en el no posicionament dels ciutadans en contra o a favor de la guerra. L’autora de l’article posa l’èmfasi en com el cansament mental de la població russa fa que aquests no es decantin i acabin convertint-se en agents passius que l’únic que volen és la finalització de l’enfrontament com més aviat millor. Molts d’ells han perdut la fe i la confiança en un govern que no els representa i que es mostra incapaç de posar les seves necessitats per sobre de qualsevol altra qüestió. En aquest sentit, la incapacitat del Kremlin de respondre a les demandes dels seus ciutadans ha conduït a un distanciament d’una ciutadania que no està disposada a fer sacrificis en defensa de l’estat. L’argument presentat per Matveeva és justament que la població russa té cada vegada menys interès a posicionar-se, però que això no implica oposició al règim. Simplement, busquen evadir-se de tot allò relacionat amb la guerra, i per això els mitjans de comunicació i els programes de televisió centrats en el conflicte cada vegada tenen menys audiència. Tenint això en compte, l’autora explica que els ciutadans russos acostumen a distraure la ment mitjançant dos mecanismes. Per una banda, hi són persones que l’única manera que tenen de treure profit de la situació és recórrer al món de la fantasia. És aquí on han sorgit diferents teories de conspiració a conseqüència del que s’ha vingut denominar un trauma col·lectiu. D’altra banda, hi ha persones que necessiten sentir-se útils en la reparació dels danys i perjudicis ocasionats per l’Estat. Troben suport en l’acció directa a través de la formació de grups de voluntariat que acostumen a dur a terme funcions que responen a la idea de treball humanitari. Això no vol dir que les accions que realitzin tinguin com a fi donar suport a l’Estat, sinó a la comunitat. Principalment, s’encarreguen d’obtenir els recursos i materials que les forces armades puguin necessitar i també col·laboren amb hospitals i camps mèdics situats a prop de les línies de batalla. Tenint en compte aquest últim punt, l’autora conclou que no es pot considerar que aquestes activitats formin part de l’esforç de guerra.

Fiona Hill i Angela Stent The Kremlin's Grand Delusions

El president Putin manté el poder a Rússia, malgrat els errors comesos en la conducció de la guerra a Ucraïna. Putin microgestiona la invasió i manipula l’opinió pública a l’estranger, i d’alguna manera ha tingut èxit en aquesta guerra de la informació. Determinar els objectius de Putin, com a autòcrata anti-occidental, pot ser difícil, però ha quedat clar que vol crear una nova versió de l’imperi rus basada en les seves interpretacions de la història. La guerra a Ucraïna ha revelat que Putin i els seus partidaris tenen creences arrelades en marcs i narratives soviètiques, amb una gruixuda capa d’imperialisme rus. Per a Putin, la guerra és una lluita amb els Estats Units, no amb Ucraïna, i pretén negociar directament amb Washington el destí d’Ucraïna. Per a Rússia, la Segona Guerra Mundial —la Gran Guerra Patriòtica, com l’anomenen els russos— és el punt de referència i el tema central del conflicte a Ucraïna i Putin presenta el conflicte com una batalla existencial per a la supervivència de Rússia. Els objectius de guerra reals de Rússia encara no estan clars. El que sí es pot afirmar es que Putin és hàbil en explotar les debilitats de les institucions internacionals i dels seus líders. Sap aprofitar els debats de l’OTAN sobre la despesa i les compres militars, i les divisions partidistes per difondre la desinformació i manipular l’opinió pública. Al mateix temps, Rússia continua estrenyent llaços a Àfrica, Àsia, Amèrica Llatina i Orient Mitjà. Occident en canvi, no ha tingut èxit en contrarestar l’extensió de la influència russa fora d’Europa perquè les autores afirmen que no té un relat coherent sobre la guerra. També afirmen que els governs occidentals han de centrar-se a reforçar la resiliència d’Europa i de l’OTAN juntament amb la d’Ucraïna, intensificar els esforços diplomàtics. Els esdeveniments de l’últim any mostren que les grans prediccions són arriscades i el futur és incert tant per a Rússia com per a Ucraïna.

The Economist A campaign to “de-Russify” Ukraine is under way

Des de l’ocupació russa del Donbass i Crimea el 2014, s’ha produït una reacció contra la cultura russa a Ucraïna. Les autoritats locals de moltes zones del país han estat canviant els noms dels carrers i destruint estàtues russes i soviètiques. La desrussificació ha estat majoritàriament un procés de baix a dalt, que també ha arribat a la literatura. Per exemple, una llibreria de Kíiv recull i recicla llibres en rus, donant els ingressos a entitats benèfiques. La Rússia del segle XVII i la Unió Soviètica del segle XX van suprimir repetidament la llengua i la cultura ucraïneses, i la russificació va assolir el seu punt àlgid amb el tsar Alexandre II al segle XIX, que va prohibir l’ensenyament, la publicació de llibres i la posada en escena d’obres de teatre en ucraïnès. I actualment, Vladímir Putin, nega l’existència d’una cultura ucraïnesa separada. A les zones ocupades, els llocs web de notícies d’Ucraïna s’han bloquejat, els noms de llocs s’han canviat a l’ortografia russa i les escoles es veuen obligades a seguir el currículum rus. Això ha provocat un augment del suport a la desrussificació entre els ucraïnesos. Com diu Andrey Kurkov, si bé alguns ucraïnesos creuen que la desrussificació no s’ha d’estendre a la literatura, d’altres la veuen com una part important per afirmar les seves creences patriòtiques.

Euractiv Putin, secure in power, sets stage for long and draining war

El president rus presenta la guerra d’Ucraïna com un moment decisiu en el qual Rússia s’enfronta a Occident per la seva supervivència. Això no obstant, alguns membres de l’elit temen que aquesta guerra hagi abocat el país a una llarga sagnia de vides i recursos. D’ençà el 24 de febrer de l’any passat, el paradigma del conflicte ha canviat. Les expectatives de Moscou contemplaven una ràpida victòria però el curs de la campanya militar ha canviat, les tropes russes s’enfronten a una Ucraïna que conta amb el suport de l’OTAN liderada pels Estats Units. Més enllà del camp de batalla, Moscou esta pagant el preu d’una guerra perllongada mentre pateix les sancions occidentals més severes. Alhora ha perdut una part important del mercat europeu del gas i tot i que producció russa de petroli va augmentar al 2022, el Kremlin ja ha anunciat una retallada de la producció pel març, probablement en resposta al límit occidental al preu dels seus productes refinats.

Samantha de Bendern Putin has unleashed private armies on Ukraine – and a man who could become a dangerous rival

L’ascens de Yevgeny Prigozhin, confident de Vladímir Putin i cap del grup militar privada Wagner, és un símbol de l’erosió de l’estat de dret a Rússia que revela l’estat està disposat a tolerar una violència extrema sempre i quan serveixi els seus interessos. Samantha de Bendern assenyala que podria convertir-se en una amenaça fins i tot per al propi govern, tot i que fins ara Prigozhin no té funcions oficials, governamentals ni militars i que el grup Wagner és tècnicament il·legal ja que les companyies militars privades estan prohibides a Rússia. Molts assumeixen que el Kremlin esta permetent a Prigozhin operar legalment en ombra, facilitant a Moscou desvincular-se de les accions de la companyia Wagner. Una companyia militar privada ofereix a l’exèrcit regular la oportunitat de denegar responsabilitats per les possibles pèrdues humanes excessives o de territori, o evadir acusacions de crims de guerra. Prigozhin ha mostrat signes de que no vol ser merament un subordinat, criticant obertament i reptant als oficials estatals incloent generals. Alhora el Ministre de Defensa i Yevgeny Prigozhin reivindicant cadascú el mèrit dels recents avanços al Donbass. El Grup Wagner s’ha convertit en la principal companyia militar privada russa amb més de 50.000 membres operatius a Ucraïna. Tot i així, altres altres empreses militars privades estan a l’alça, com la del Ministre de Defensa Sergei Shoigu, Patriot, que opera a Ucraïna des de 2014, la de l’oligarca Gennady Timchenko, Redut, o la del president txetxè Ramzan Kadyrov. Finalment, fa poc més d’una setmana Gazprom ha anunciat que crearia la seva pròpia companyia militar privada.

Paulo Narigão Reis Redut e Patriot: as outras empresas de mercenários russos que combatem na Ucrânia

El grup Wagner és la cara més coneguda dels exèrcits privats patrocinats per Moscou, però l’autor adverteix que hi ha altres organitzacions militars que duen a terme operacions especials en territori ucraïnès. El dia abans de l’inici de la invasió, un grup de soldats russos va entrar a l’est d’Ucraïna per a una missió de reconeixement a la regió del Donbass. Al nord, des de Bielorússia, un altre equip de forces especials es va unir als invasors amb un objectiu clar: intentar arribar a Kíiv per fer-se càrrec de la seu del SSU, els serveis de seguretat d’Ucraïna. Cap dels dos grups no formava part de l’exèrcit regular de Rússia. Els seus soldats havien estat contractats per una empresa militar privada, anomenada Redut, que va passar desapercebuda als ulls occidentals durant gairebé un any, fins que, a finals de gener un tribunal de Kíiv va condemnar un ciutadà bielorús a deu anys de presó per lluitar a Ucraïna com a mercenari al servei de l’empresa militar privada Redut. A diferència del grup Wagner, la formació del qual avui s’assembla a un petit exèrcit, Redut ha estat utilitzat, segons els serveis secrets ucraïnesos, com una força d’operacions especials. Però malgrat les diferències operatives, hi ha grans similituds entre els dos grups, començant pel lideratge. Igual que Wagner, Redut va ser fundada –i està dirigida– per un oligarca proper a Vladímir Putin. Gennady Timchenko, al qual se li va concedir l’any 1991 una llicència d’exportació de petroli. La invasió d’Ucraïna ha ampliat el camp d’acció de Redut des d’operacions de seguretat fins a activitats militars obertes, convertint-se en el que el diari independent rus Novaya Gazeta anomena un dels actors no oficials més importants de la guerra d’Ucraïna. Una investigació del mateix diari va trobar vincles directes amb els principals generals del Ministeri de Defensa, concretament el GRU. Si Redut va participar en la invasió des del principi, una altra organització, Patriot, és un nouvingut en el teatre de guerra ucraïnès. Segons les autoritats ucraïneses, els soldats que lluitaven a Vuhledar es van trobar amb un altre grup de mercenaris que sembla capaç de rivalitzar amb el grup Wagner. Segons les autoritats militars ucraïneses, el grup Wagner i Patriot no comparteixen les mateixes línies de front a la guerra. Tot i que la majoria de les forces de l’exèrcit privat d’Evgeni Prigozhin segueixen involucrades en atacs d’infanteria a la zona de Bakhmut, Patriot utilitza unitats més petites integrades a l’exèrcit per dur a terme operacions especials. En aquest sentit, Patriot seria una versió actualitzada del grup Wagner, tots els membres del qual són soldats professionals que aparentment encara estan al servei de les forces d’operacions especials o del GRU. L’autor adverteix que la llista d’exèrcits privats podria augmentar aviat, si Gazprom confirma la creació del seu propi grup militar. Segons el Ministeri de Defensa d’Ucraïna, fa poques setmanes la petroliera russa va ser autoritzada a crear una companyia militar privada, la qual cosa demostraria l’existència d’una autèntica carrera per crear forces de mercenaris al servei del Kremlin.

Adrian Karatnycky Can Russia Ever Become a ‘Normal’ European Nation?

Karatnycky obre un nou espai de debat preguntant-se sobre la possibilitat que Rússia acabi esdevenint una nació europea normal. A causa de la seva mentalitat imperialista i nacionalista, resulta difícil pensar en un escenari en el qual el Kremlin abandoni voluntàriament aquesta identitat i es decanti per una alternativa més liberal i democràtica. Però això no ens ha de portar a evitar altres opcions. Adrian Karatnycky defensa que Ucraïna té la clau a les seves mans. Una derrota russa permetria reforçar la nacionalitat ucraïnesa i avisar a Rússia que, si vol continuar essent una figura clau del sistema internacional, és imperatiu que centri els seus esforços en la reexaminació de la seva identitat. De fet, l’autor explica que aquesta renovació de la identitat russa no és del tot impossible tenint en compte que ja s’havia intentat amb anterioritat. L’any 1990 i coincidint amb l’ambició de reforma política del Ieltsin, un grup de polítics i activistes russos van començar a promoure una agenda liberal centrada en la promoció d’una reforma domèstica i allunyada de la conquista de territoris i de l’expansió de l’imperi. L’objectiu principal va ser aconseguir la unificació dels estats soviètics sobre una organització confederal de l’Estat. A la mateixa vegada, tots aquells símbols associats a l’antic règim i a la repressió van ser substituïts per d’altres amb una connotació més positiva i lligada als valors liberals, juntament amb la creació de nous partits polítics i organitzacions civils. Tot i l’ànim d’introduir nous canvis, la contínua presència de forces xovinistes russes i contràries a les reformes van acabar per eclipsar les propostes de liberalisme nacional i Rússia va tornar a la seva retòrica imperialista tradicional. Aquesta s’ha agreujat encara més amb l’arribada al poder del Vladímir Putin com a primer ministre i la seva ràpida supressió de qualsevol política, símbol o organització que pugui deixar entreveure una certa porta mig oberta cap al liberalisme. El govern de Vladímir Putin ha fet un pas cap endarrere en la història i ha retornat al punt de partida on l’imperialisme tenia un paper destacat. Tenint en compte que Rússia està liderada per una figura política autoritària i un govern corrupte i que els intents anteriors per consolidar una nacionalitat renovada han fracassat, l’autor no confia en la capacitat de Moscou per centrar-se en la seva política domèstica i desenvolupament futur. És per això que el canvi ha de provenir directament de la seva derrota contra les forces ucraïneses. Ucraïna comparteix una llarga història amb Rússia pel fet que aquesta última sempre ha defensat la idea que ambdós territoris compartien llengua i cultura i, per tant, una certa assimilació. A la vegada, el govern rus ha mostrat inclinació per lligar la nacionalitat ucraïnesa a la russa. Aquest últim fet ja havia provocat la rebel·lió de la població ucraïnesa en altres contextos, però la resistència va ser tan curta i dèbil que no va aconseguir trencar amb la visió unificadora de Moscou i que, avui en dia, continua mantenint. El Kremlin es manté ferm a la idea que Ucraïna és part de Rússia, i per això, perdre la guerra confirmaria tot el contrari: Ucraïna és una nació independent i culturalment diferent a Rússia. Finalment, l’autor conclou exposant la idea que, independentment de quin sigui el futur del Kremlin, aquest continuarà generant inseguretat al sistema fins que no s’aboleixi la lògica imperialista.

Mara Morini Il discorso di Putin prepara una guerra lunga e di natura esistenziale

L’autora destaca que el discurs de Putin davant la Duma va ser un clàssic discurs a la nació en el que va dedicar bona part a temes econòmics i socials interns, i va subratllar l’estabilitat de l’economia russa, en contra de totes les previsions occidentals, i va exposar totes les iniciatives que pretén prendre per enfortir l’economia. També va dedicar molt espai a les formes de compensació econòmica dels soldats i Marini argumenta que hi podem veure un avís adreçat als adversaris: d’una banda, l’anunci de la creació d’un fons per a soldats i un augment de sous als militars, de l’altra. la declaració internacional més important. És a dir, la suspensió de la participació russa en el Nou Tractat START. Després va donar una altra informació important: els soldats tindran garantides dues setmanes de descans cada sis mesos. El missatge és clar, la guerra encara durarà molt de temps. Pel que fa a la situació interna, Morini assenyala que a Rússia hi ha hagut un deteriorament progressiu de les condicions materials d’existència però la majoria de la gent ho atribueix molt més a la COVID que a la guerra. La societat russa està conformada per vint anys de propaganda, amb una repressió que ha augmentat molt en els darrers anys i una manca d’alternatives polítiques. Paral·lelament, alguns sectors socials que mai havien estat simpatitzants de Putin, coincideixen amb ell amb la necessitat de defensar la identitat russa de les intencions d’esborrar-la de la història i viuen el conflicte amb el mateix termòmetre identitari/antropològic que els mateixos ucraïnesos. L’autora considera que és el reflex d’una dinàmica que va molt més enllà de Rússia i està relacionat amb l’època que està canviant: a nivell mundial, el nacionalisme està tornant amb força. Finalment, exclou que a curt o mitjà termini es produeixin revoltes populars contra el règim. Més fràgil, però, és la situació de les elits, que estan reorganitzant les seves estructures de poder de cara a les eleccions presidencials del 2024. Putin és conscient que les elits poden representar tant la seva força com la seva debilitat però com s’ha pogut comprovar en el seu discurs, utilitza amb habilitat la gestió l’equilibri entre les diferents faccions al poder. I amb la mateixa habilitat assenyala les contradiccions del món occidental per mirar d’ampliar la fractura en les societats occidentals.

Joshua Yaffa The Quiescent Russians

Abans que Rússia entrés en guerra no era cap secret que la societat russa és molt adaptable, conformada i procliu a evitar la responsabilitat que pot comportar manifestar-se activament contra el govern. Des dels seus inicis, el sistema construït pel president rus Vladímir Putin s’ha basat en aconseguir una opinió pública desvinculada de les preocupacions polítiques, que són reservades a les elits. Tot i que l’espai per a l’acció política i cívica independent s’ha reduït gairebé fins a zero i el nivell de vida real s’ha degradat molt, la majoria dels russos veien pocs motius per participar en l’acció col·lectiva, ja que el més probable és que qualsevol acció tingui com a resultat la repressió policial o llargues condemnes de presó. L’autor argumenta que aquest acord tàcit s’adapta bé a les necessitats tant dels ciutadans com de l’estat. Però després que les forces russes envaïssin Ucraïna, i sobretot després que topessin amb una resistència més dura de l’esperada, semblava possible que la sotragada provocada per la guerra capgirés aquesta dinàmica. En poques setmanes després de la invasió, Rússia es va trobar més aïllada del que havia estat en dècades, sotmesa a unes sancions occidentals que amenaçaven amb devastar la seva economia. Les empreses i les marques internacionals van marxar, es van cancel·lar les connexions de vols amb el món exterior i el ruble es va esfondrar al valor més baix de la història. Mentrestant, Putin justificava la seva “operació militar especial” amb uns vagues objectius de “desmilitaritzar” i “desnazificar” Ucraïna. Però després d’un any de conflicte és evident que en comptes de trencar el contracte social existent, la guerra de Putin no ha fet més que reforçar-lo. En els primers dies de la invasió, el Kremlin no va intentar presentar la guerra com una lluita on tots els russos havien de sacrificar-se. Més aviat el contrari, als russos se’ls presentava una imatge de guerra llunyana, de baix cost, subcontractada a professionals i, si hom ho volia, fins i tot era possible ignorar-la. Atès el clima encara més reforçat de censura i repressió en temps de guerra, és difícil mesurar l’autèntic suport públic al conflicte. Si les enquestes del Centre Levada de finals de l’any passat van mostrar que tres quartes parts dels enquestats donaven suport a l'”operació militar especial”, ara més de la meitat afirma que és l’hora que Rússia iniciï negociacions per posar-hi fi, un senyal que el suport popular podria estar minvant. Paradoxalment, però, la sensació d’impotència i inseguretat provocada per la guerra també pot beneficiar els interessos de Putin. Quan el teu país està en guerra, encara que no t’agradi ni tan sols l’entenguis, la idea de la derrota pot ser paralitzant. Fins i tot alguns russos que no tenen bona simpatia cap a Putin es mostren preocupen pel que podria significar la derrota: unes dificultats econòmiques prolongades o un col·lapse caòtic del règim.

Alexey Kovalev The Return of the Russia Question

Què és Rússia? Els russos ni tan sols poden estar segurs d’on es troben les fronteres del seu país. Els mapes de Rússia recentment publicats inclouen regions d’Ucraïna que ni tan sols estan controlades per l’exèrcit del Kremlin. Tampoc no hi ha una resposta definitiva a la pregunta que qüestiona per quin tipus de Rússia s’està lluitant. En el seu últim discurs sobre l’estat de la nació, el president rus Vladímir Putin no va aportar cap resposta i es va limitar a pronunciar la seva habitual lletania sobre la perfídia d’Occident, incloent-hi la seva obsessió per la sexualitat i el gènere. Però la confusió dels russos s’estén molt més enllà de les seves fronteres nacionals i dels objectius de la guerra. El problema és molt més existencial: Rússia simplement no sap què és i per què existeix. Aquesta és, per tant, la qüestió de la Rússia moderna. És un imperi que cal restaurar, com sembla pensar Putin? El seu destí és ser una autocràcia oligàrquica, una mena de versió moderna del tsarisme? És una societat post-soviètica que avança cap a millors infraestructures i potser fins i tot cap a la democràcia? Un antic imperi lluitant per acceptar un futur post-imperial? O una altra cosa de completament diferent? Aquestes preguntes encara seran més urgents de respondre quan acabi la guerra, acabi la influència de Putin sobre el país i els russos intentin construir un futur comú dins de les seves fronteres. Sigui quina sigui la resposta, caldrà que sigui més inspiradora que la d’”un gran país que ja no envaeix les seves antigues colònies”, fins i tot si tots els veïns de Rússia es conformarien amb aquesta definició. A mesura que les capes de la identitat imperial i post-imperial russa es van esborrant, cal preguntar-se si quedarà alguna cosa per formar una idea nacional russa, quelcom que no té el país des que va sorgir de les restes de la Unió Soviètica el 1991. La resposta de Putin ha quedat prou clara per a tothom. La seva idea nacional és obertament imperialista: en envair Ucraïna, vol restaurar el control del Kremlin sobre una antiga colònia tsarista i soviètica, esborrant la seva identitat nacional i convertint els seus habitants en russos mitjançant la repressió i la reeducació. Això no obstant, alguns russos comencen a plantejar una visió de com podria ser un hipotètic procés de democratització un cop Putin ja no estigui al poder. Fa pocs dies, l’activista empresonat Alexey Navalny va esbossar un pla de 15 punts que comença amb un primer punt obvi: reconèixer la invasió criminal de Putin com a impossible, sortir d’Ucraïna (inclosa Crimea), pagar reparacions a Ucraïna i cooperar amb les institucions internacionals per castigar els responsables de la guerra. A continuació, Navalny assenyala explícitament l’imperialisme rus com a culpable: afirma que és un país vast amb una població que va disminuint i que per tant no necessita més territori. Navalny concep el futur polític de Rússia com una república federal i parlamentària amb l’autoritat delegada a les regions. Tot i que les propostes de Navalny avui encara semblen inscriure’s en una perspectiva molt llunyana, no són intrínsecament impracticables. Fa només una generació, en els anys crepusculars de la Unió Soviètica, la societat russa va sortir de més de set dècades de repressió per celebrar les seves primeres eleccions semi-lliures el 1989 i al 1991 va frustrar un intent de cop d’estat per part dels sectors més intransigents del PCUS. Tanmateix, els demòcrates russos van acabar fracassant finalment van fracassar i les dues guerres a Txetxènia van comportar l’aparició del règim actual. Un context, doncs, on la generació actual de demòcrates no s’enfronta a una burocràcia soviètica decrèpita, sinó a una força aclaparadora de repressió. Però l’autor confia que tan bon punt el règim de Putin comença a vacil·lar, no és inversemblant imaginar un escenari on finalment guanyi la democràcia.

El reto de ganar la paz

Jürgen Habermas Ein Plädoyer für Verhandlungen

En aquest llarg manifest publicat a la Süddeutsche Zeitung, el filòsof Jürgen Habermas es pregunta sobre el to bel·licós d’una opinió pública gairebé uniforme, la carrera armamentística actual i en quin moment l’assistència militar que Occident proporciona a Ucraïna deixarà de ser considerada com a defensiva per part de Rússia. Habermas afirma que Occident té els seus interessos legítims i les pròpies obligacions. Els governs occidentals operen en una esfera geopolítica més àmplia i en aquesta guerra han de tenir en compte altres interessos a més dels d’Ucraïna. Tenen obligacions legals amb les necessitats de seguretat dels seus ciutadans i també —independentment del que opini la població ucraïnesa— una coresponsabilitat moral envers les víctimes i la destrucció que causen les armes procedents dels seus països. Per tant, no poden traslladar al Govern ucraïnès la responsabilitat de les conseqüències brutals d’una prolongació de les hostilitats que només és possible gràcies al seu suport militar. El fet que Occident no pot evitar prendre les seves pròpies decisions importants i fer-se’n responsable es manifesta també en el seu principal temor: un escenari en què la superioritat militar russa el situï davant la disjuntiva de doblegar-se o convertir-se en part bel·ligerant. Altres motius més immediats pels quals el temps apressa per negociar són l’esgotament de les reserves de tropes i de recursos materials necessaris per a la guerra. El factor temps influeix també en les conviccions i les disposicions de la població occidental. Així mateix, és massa senzill reduir les postures en relació amb la qüestió controvertida del calendari de les negociacions a la mera oposició entre moral i interès propi. Les raons que urgeixen a posar fi a la guerra són sobretot morals. Habermas també critica que l’afirmació segons la qual Ucraïna “no ha de perdre” posa en dubte una perspectiva amic-enemic que considera la solució bèl·lica dels conflictes internacionals “natural” i sense alternativa, fins i tot al segle XXI. Una guerra, i amb més raó la que ha iniciat Putin, és el símptoma d’un retrocés pel que fa al nivell d’interacció civilitzada entre potències assolit al llarg de la història, especialment entre les potències que han après la lliçó de les dues guerres mundials. Si l’esclat de conflictes armats no es pot evitar amb sancions doloroses fins i tot per als defensors mateixos del dret internacional, l’alternativa necessària és la recerca de compromisos tolerables. El propi Habermas avança una objecció evident: de moment no hi ha indicis que Putin vulgui iniciar negociacions. Cal afegir, a més, que Putin ha pres decisions que fan gairebé impossible iniciar negociacions prometedores, ja que amb l’annexió de les províncies orientals d’Ucraïna ha creat una situació inacceptable per als agredits. A la vegada, però, també afirma que això potser ha estat una resposta –desencertada–, a l’error de l’aliança occidental de deixar Rússia deliberadament a les fosques des del principi quant a l’objectiu del seu suport militar, ja que això deixava oberta la perspectiva d’un canvi de règim, una cosa inacceptable per a Putin. Per contra, l’objectiu declarat de restablir l’estatus quo anterior al 23 de febrer del 2022 potser hauria aplanat el camí posterior cap a les negociacions. Però ambdues parts volien descoratjar l’altra marcant posicions molt ambicioses i aparentment inamovibles. Finalment, Habermas també planteja altres qüestions incòmodes per al relat dominant: només Ucraïna decidirà el moment i l’objectiu d’unes hipotètiques negociacions o els seus aliats europeus hi tindran alguna cosa a dir? I què passa amb les víctimes? Si la guerra respon a un imperatiu moral, les baixes i la destrucció causades per les armes d’Occident també formarien part de la nostra responsabilitat moral envers Ucraïna. Habermas conclou que des del seu punt de vista són principalment raons morals les que exigeixen que es posi fi a la guerra.

Jan Zielonka The European Union at war

En aquest article, el politòleg Jan Zielonka assenyala que la UE no és un actor militar sinó que s’enorgulleix de prevenir conflictes creant un entorn econòmic i jurídic propici a la pau. També té un formidable historial de reconstrucció en processos de postguerra, com es va comprovar als Balcans. Tanmateix, la UE no va poder evitar la invasió russa i una Ucraïna derrotada seria “reconstruïda” per Rússia. Zielonka destaca que aquesta guerra no només es localitza a les fronteres de la UE, afectant les factures energètiques dels ciutadans europeus: l’agressió de Rússia és una resposta al progressiu acostament d’Ucraïna. Recorda que la primera invasió russa, l’any 2014, va ser provocada per la fugida de l’aleshores president pro rus d’Ucraïna, Viktor Ianukóvitx, arran de protestes multitudinàries provocades per la seva negativa d’última hora —per ordre de Moscou— a signar l’Acord d’associació UE-Ucraïna. Per consegüent, la UE està inevitablement implicada en aquesta guerra i no pot amagar-se darrere dels EUA. Com argumenta Heidi Mauer a Social Europe, Europa està obligada per una responsabilitat col·lectiva d’actuar davant l’agressió russa. Però la qüestió és saber si està a l’altura de les circumstàncies Wolfgang Streeck afirma a The New Left Review que a mesura que la Realpolitik ha anat imposant-se, la UE s’ha convertit en una organització auxiliar de l’OTAN, encarregada, entre d’altres coses, d’elaborar sancions contra Rússia que, en la seva majoria, han resultat contraproduents. Imposar sancions era el mínim que podia fer la UE. en resposta a una invasió il·legal però les sancions per si soles no poden determinar el curs d’un conflicte que té lloc a la frontera oriental de la UE. El problema és que aquesta guerra, com la de l’antiga Iugoslàvia, ha plantejat qüestions existencials que els polítics europeus preferirien evitar. On són les fronteres d’Europa? Els EUA són una potència sui generis a Europa? Pot una potència civil com la UE sobreviure en un entorn polític no civilitzat? Els interessos econòmics d’Europa haurien de prevaldre sobre les normes legals i morals? Qui dirigeix Europa quan esclaten les guerres? Zielonka considera que mentre la UE no aporti respostes convincents a aquestes preguntes fonamentals, continuarà coixa cada vegada que esclati un conflicte. Afegeix que els qui es queixen de l’hegemonia nord-americana a Europa haurien de proporcionar alternatives creïbles per defensar-se de les amenaces militars. Sense compromisos tangibles amb la seguretat, la UE no serà mai considera seriosament per Rússia o els EUA, ni tan sols per Iran, Síria i Turquia. La UE no serà mai un actor militar tradicional, però la seguretat d’Europa no només es refereix al nombre de soldats sota la bandera europea. També es tracta d’infraestructures de seguretat, incloent sectors com la intel·ligència, la logística, les comunicacions i l’energia, àmbits on es poden reforçar les polítiques comunes europees. Sobretot, la seguretat requereix un sentit de direcció i lideratge, que respongui a la voluntat col·lectiva d’Europa. “Aquesta és l’hora d’Europa”, va proclamar Jacques Poos, un dels tres ministres d’Afers Exteriors de la Comunitat Europea que van anar a Iugoslàvia poc després de l’inici de la guerra el 1991. Malauradament, en aquell moment les ambicioses aspiracions d’Europa no van ser seguides per accions adequades. En definitiva, Zielonka conclou que si és legítim afirmar que aquesta torna a ser ‘l’hora d’Europa’. Però els horrors de Sarajevo i Mariupol, Srebrenica i Bucha ens han ensenyat que les paraules tranquil·litzadores per si soles no són suficients. S’han de prendre decisions audaces, seguides d’actes tangibles, o si no, la UE trontollarà.

Le Monde Guerre en Ukraine: pour l’Europe, adapter le discours à la réalité

L’editorial del diari Le Monde assenyala que si el conflicte va començar com una amenaça existencial per a Ucraïna, després d’un any s’ha convertit en un perill també per a Europa. Afirma que deixar que Rússia guanyés la guerra seria premiar l’agressor, posar els seus veïns a mercè permanent d’un altre atac, destruir definitivament tot l’ordre europeu, negar els valors del món democràtic, enfortir la Xina… Les conseqüències són incalculables. Això no obstant, adverteix que impedir que Rússia guanyi implicarà un compromís financer i militar major del que s’ha proporcionat fins ara. Això implica una indústria armamentística que funcioni a tota velocitat, sancions encara més severes, sacrificis en altres partides pressupostàries, una societat resilient i unida. Això significa, com va dir aquest estiu el president francès Emmanuel Macron, pagar el preu de la llibertat. Le Monde argumenta que ha arribat el moment d’adaptar el discurs públic a la realitat i de preparar, juntament amb la resta d’institucions, l’opinió pública per a la gravetat de la situació.

Charlie Campbell Why China Suddenly Wants Peace in Ukraine

A la revista Time, Charlie Campbell afirma que la iniciativa de pau xinesa representa un pas agosarat que planteja moltes preguntes. En primer lloc, el moment escollit per presentar el pla. Històricament, la Xina s’ha involucrat diverses vegades en altres conflictes com ara el de Corea als anys 50 i el de Vietnam als anys 70 i potser prendre part com a factor de pau en la guerra a Ucraïna respongui a un desig de demostrar la seva rellevància en l’escenari internacional. També hi pot haver influït el fet que la guerra no li està anant gens bé a Rússia. Des de la perspectiva de la Xina, una victòria ràpida de Putin hauria estat una humiliació per als Estats Units i un senyal de la impotència d’Occident. Però la prolongació del conflicte ha reforçat la UE i ha reactivat l’OTAN. Així, com més s’allargui la guerra, majors són les possibilitats que una derrota militar comporti que Rússia no pugui mantenir el control sobre el conjunt del seu territori, la qual cosa faria presagiar una disminució de la seva esfera d’influència a l’Àsia Central i un buit polític al llarg de la frontera nord de la Xina seria una amenaça de seguretat molt greu per a Beijing. Un altre factor a tenir en compte és que durant els últims vint anys la Xina ha incrementat les seves contribucions als esforços humanitaris internacionals i avui és el membre del Consell de Seguretat que més contribueix a les forces de pau de l’ONU. Si el ministre d’Afers Exteriors d’Ucraïna, Dmytro Kuleba, ha respost amb cautela l’anunci del pla de pau xinès, el president Volodímir Zelenski, en canvi, ha descartat repetidament un acord que suposi renunciar a una part del territori, amb la qual cosa no queda clar com es podria arribar a algun tipus de compromís. Això no obstant, un punt de partida plausible podria ser decretar un armistici al llarg de les línies de front actuals per tal de donar temps a establir els mecanismes adients per a futures negociacions de pau. Una altra motivació que podria tenir Beijing seria la de crear dissensions entre Kíiv i els seus aliats occidentals. En efecte, a mesura que s’allarga la guerra, el finançament de l’ajut a Ucraïna es convertirà en un factor que pot arribar a crear divisions entre els Estats Units i Europa. Això en un context on creix el suport i la influència de la Xina a institucions multilaterals com ara l’ASEAN, la Unió Africana i la Lliga Àrab, la qual cosa indica que Beijing està cada cop més implicat en l’anomenat Sud Global on, precisament, són nombroses les veus que dissenteixen del discurs predominant sobre el suport a Ucraïna. En darrer terme, amb la presentació del seu pla de pau la Xina pot arrabassar als Estats Units el predomini sobre el discurs moral respecte del compromís amb la pau i el diàleg en un món que està canviant. Perquè si el pla de pau xinès acaba sent rebutjat per Occident, segurament tindrà molt de ressò en els països en desenvolupament, que són els que majoritàriament pateixen les conseqüències de la guerra en matèria de seguretat alimentària i energètica.

Paulo Baldaia Falcões e pombas nos céus da Ucrânia

Vista des del punt de vista d’ambdós bàndols, la pau és impossible. Ucraïna no accepta cedir territori i Rússia no es conforma amb el que ja tenia abans de la invasió del 24 de febrer. Per a cadascuna de les parts en conflicte, acceptar la derrota també és impensable. És evident que hi ha molt més en joc a la guerra d’Ucraïna que els desitjos imperialistes de Moscou. Els imperis oposats utilitzen els eslaus com a carn de canó, però és al Pacífic on volen mesurar de debò la força. La Xina va anunciar que, coincidint amb el primer aniversari de la guerra, plantejarà una iniciativa de pau a Ucraïna, però ha aprofitat per assenyalar amb el dit els que volen afegir llenya al foc. Òbviament busca culpar Washington. La Xina podria marcar la diferència, però no veu clar què en pot podria treure. L’Europa que sempre acabarà perdent, sigui quin sigui el resultat de la guerra, treballa per ajornar la seva decadència. No és capaç de defensar-se militarment i es troba en un segon pla de la guerra econòmica i financera en curs entre la Xina i els Estats Units. Com menys compta, més por té Europa de la seva opinió pública, influenciada pel populisme nacionalista, interessada en veure la fi de la guerra, disposada a convèncer-se de l’avantatge d’una derrota ucraïnesa. Aquest és el problema, la democràcia s’enfronta a un perill creixent a ambdues ribes de l’Atlàntic. Sabem que no hi ha sistemes perfectes i no dubtem que la democràcia és el menys dolent dels sistemes, però el que ara hem de recordar és que la democràcia és l’únic sistema que proporciona instruments de combat polític fins i tot a aquells que volen enderrocar-la. L’autor afirma que passi el que passi continuarem dependents de la iniciativa dels EUA, atès que la democràcia de Washington, fins i tot amb propòsits de vegades difícils d’entendre, sempre serà més acceptable que l’autocràcia xinesa o russa. Però no és el mateix tenir Biden a la Casa Blanca o deixar que Trump torni o un substitut que, tot i que sembli més acceptable en les formes, sigui més perillós en les intencions. Un any després, uns pocs coloms perduts intenten parlar de pau en un cel infestat de falcons que no volen que s’acabi aquesta guerra i ja preparen les següents.

William Partlett Peace in Ukraine doesn’t ultimately depend on Putin or Zelensky – it’s the Ukrainian people who must decide

En una situació on sembla poc probable la victòria total de cap dels dos bàndols, s’estan fent sentir moltes veus que demanen un acord negociat que poso fi a la guerra. Per exemple, la Xina ja ha anunciat una proposta de pla de pau que ha fet públic un any després de l’inici de la guerra. Una qüestió crítica subjacent a qualsevol acord negociat és escatir com es poden equilibrar les demandes d’ambdues parts per aconseguir una pau estable i duradora. L’autor considera que la resposta sovint ignora un actor indispensable: el poble ucraïnès. Tant per raons legals com polítiques, la democràcia constitucional d’Ucraïna requereix que qualsevol acord de pau sigui ratificat pel seu poble. Si això no es té en compte, és poc probable que es pugui arribar a un acord de pau estable. Això comporta un debat moral sobre si Ucraïna hauria de ser empesa a negociar sobre l’estatus del seu territori sobirà, ja que un acord de pau estable no pot ser només un pacte diplomàtic entre Ucraïna, Rússia, la Xina i Occident. També requereix el suport del poble ucraïnès per raons legals i polítiques. En efecte, Ucraïna és una democràcia constitucional i això significa que qualsevol cessió formal de part del territori sobirà d’Ucraïna (inclosa Crimea) requereix un canvi constitucional i, per tant, un referèndum. De fet, l’article 156 de la Constitució d’Ucraïna exigeix que aquests canvis siguin sotmesos a referèndum a tot Ucraïna. Precisament, el paper legal i polític del poble ucraïnès va ser ignorat en gran mesura en els acords de Minsk elaborats per diplomàtics d’Ucraïna, Rússia i Europa per intentar resoldre el conflicte que va esclatar després de l’annexió de Crimea i de la insurrecció recolzada per Rússia a la regió del Donbass l’any 2014. En aquest context, les enquestes revelen que un 84% dels ucraïnesos rebutgen qualsevol concessió territorial a Rússia. Sens dubte, l’opinió popular pot canviar amb el temps, sobretot si s’elabora un acord de pau de manera que obtingui el suport del poble ucraïnès. Però la necessitat de suport popular, sens dubte, limitarà el nombre de concessions que Ucraïna pugui fer i donarà forma als detalls de qualsevol acord de pau.

Pilar Bonet Vencer a Rusia o buscar la paz en Ucrania

En complir-se un any des que Rússia va envair Ucraïna, es reforça la idea que aquesta guerra absurda s’allargarà per temps indefinit. L’agressió russa està deixant en ruïnes un gran país europeu i ja ha produït desenes de milers de morts, potser centenars de milers, i milions de desplaçats. Rússia destrueix la Ucraïna d’avui i també la del futur, ataca la població civil i les infraestructures bàsiques i els seus soldats torturen, roben, espolien el patrimoni cultural i faciliten la deportació dels nens perquè siguin adoptats i adoctrinats a Rússia. A la determinació del president rus, Vladímir Putin, de continuar avançant, costi el que costi, sense reparar en vides ―les dels ucraïnesos i les dels seus mateixos conciutadans mobilitzats―, se li oposa el coratge del president Volodímir Zelenski i del poble ucraïnès per resistir amb ajuda de l’armament facilitat per Occident. En aquest context, Pilar Bonet argumenta que ni un ni l’altre bàndol tenen forces suficients per obtenir ja una victòria, si és que avui dia hi ha alguna cosa que es pugui qualificar de tal. Els estats de l’OTAN descobreixen amb alarma que els seus arsenals no són suficients per sostenir el ritme amb què es gasten a Ucraïna i Rússia constata que part del seu armament és obsolet i ha demanat ajuda a països com l’Iran, amb què està organitzant la fabricació conjunta de drons. Els uns i els altres augmenten o es disposen a augmentar la capacitat de la seva indústria bèl·lica. A Ucraïna, Occident intenta no traspassar les línies vermelles que podrien portar a l’ús de l’arma nuclear per part de Rússia. Aquest perill no ha deixat d’existir en cap moment, encara que no és possible determinar la correlació entre els esdeveniments al camp de batalla i les probabilitats que Vladímir Putin premi el botó. És de suposar que, mentre Rússia tingui armament convencional i efectius humans suficients, Putin no recorrerà a l’últim recurs. L’optimisme que va seguir l’ofensiva ucraïnesa de la tardor passada va ser contagiós, però precipitat. Les sancions occidentals malmeten, però no ofeguen Rússia, que en un món global troba camins per burlar-les; Putin es recolza de moment en una població convençuda, submisa, confusa o espantada, que secunda o es resigna a la guerra. Sobre l’evolució de la guerra, s’observen diversos corrents de pensament. Ucraïna, diuen uns, ha de ser recolzada tant de temps com ella consideri necessari per vèncer Rússia i expulsar-la del seu territori. Ucraïna, diuen altres, ha d’acceptar pèrdues de territori a canvi de pau. Aquesta darrera opció es presenta avui amb analogies com la divisió de Corea o la d’Alemanya, però Rússia pretén més del que ja ocupa i ha inscrit a la seva Constitució territoris ucraïnesos que ni tan sols controla. Intentar un alto el foc a Ucraïna exigiria alguna estructura d’intermediació formada per persones o països no implicats a la guerra ni a les sancions. En aquest sentit, pot ser interessant la iniciativa del president brasiler, Luiz Inácio Lula da Silva, per formar un grup d’Estats que puguin intervenir en el conflicte. El Brasil, juntament amb Rússia, és membre del grup dels anomenats BRICS, al qual també pertanyen l’Índia, la Xina i Sud-àfrica. Entre bastidors, ja s’estan produint temptejos diplomàtics entre diversos països i líders.

Gideon Rachman There is no quick path to peace in Ukraine

Gideon Rachman afirma que tot i que els líders occidentals han mostrat públicament confiança i suport a Ucraïna, en privat han expressat la seva preocupació pel resultat de la guerra. Tot i que l’exèrcit rus ha tingut un rendiment pitjor del que s’esperava, la seva economia ha funcionat millor del previst. El fet que les sancions no siguin realment globals ha fet que siguin relativament fàcils d’eludir. Mentrestant l’economia ucraïnesa s’enfronta a greus problemes i depèn totalment de l’ajuda occidental. A la Conferencia de Seguretat de Munic, molts han defensat una ofensiva ucraïnesa cap a primavera per aconseguir una victòria decisiva en el conflicte. Un potencial escenari seria si Ucraïna empeny Rússia cap a la frontera Crimea, llavors Putin es veuria obligat a negociar, encara que sigui un escenari ple d’incerteses. Actualment, Rússia està fent petits avenços en el camp de batalla i les forces armades d’Ucraïna estan fent curt de municions i equipament. També són incertes unes hipotètiques converses de pau, ja que no s’ha descartat l’ús d’armes nuclears per part de Putin. També hi ha una divergència en els objectius de guerra entre Ucraïna i els aliats occidentals. L’objectiu d’Ucraïna es recuperar tot el territori ocupat per Rússia, inclosa Crimea, però molts països occidentals ho consideren poc realista. Rachman adverteix que amb el temps, el suport occidental a Ucraïna podria erosionar-se deguts a canvis polítics, tant als Estats Units (on tindran lloc eleccions presidencials a la tardor de 2024) com a Europa i conclou que si bé una resolució ràpida del conflicte seria desitjable, l’opció més realista és la d’un conflicte llarg.

Govern de la República Popular de la Xina Posició de la Xina sobre una solució política a la crisi d'Ucraïna

El pla de pau proposat per la Xina s’ha publicat a la pàgina oficial del ministeri d’Afers Exteriors a les 9 del matí del 24 de febrer. La Xina sosté que la crisi d’Ucraïna s’ha de resoldre per mitjans polítics pacífics i, al mateix temps, demana a totes les parts implicades que actuïn amb moderació, i evitin prendre mesures que puguin conduir a l’escalada del conflicte. A continuació es detallen les posicions i plans específics de la Xina en la crisi d’Ucraïna Primer, cal respectar la sobirania de tots els països. Les lleis internacionals reconegudes, inclosos els propòsits i principis de la Carta de les Nacions Unides, s’han d’observar estrictament, i la sobirania, la independència i la integritat territorial de tots els països s’han de garantir de manera efectiva. El dret internacional s’hauria d’aplicar de la mateixa manera i uniforme, i no en funció d’una doble moral. Segon, és necessari abandonar la mentalitat de la Guerra Freda. La seguretat d’un país no pot ser a costa de la seguretat d’altres països, i la seguretat regional no es pot garantir mitjançant l’enfortiment o fins i tot l’ampliació de blocs militars. Cal bastir un concepte de seguretat comú, centrat en l’estabilitat a llarg termini, i promoure la construcció d’una arquitectura de seguretat europea equilibrada, eficaç i sostenible. Tercer, cal aconseguir un alto al foc. Totes les parts haurien de mantenir la moderació, portar Rússia i Ucraïna a la taula de negociacions per tal de reprendre el diàleg directe tan aviat com possible, i promoure gradualment la desescalada. Quart, és fonamental iniciar converses de pau. El diàleg i la negociació constitueixen l’única sortida viable per resoldre la crisi d’Ucraïna. Cal que la comunitat internacional creï condicions necessàries i ofereixi una plataforma per a la represa de les negociacions. La Xina està disposada a continuar jugant un paper constructiu en aquest sentit. Cinquè, cal resoldre la crisi humanitària. S’han d’encoratjar i recolzar totes les mesures que respectin els principis de neutralitat i imparcialitat, i evitar la politització de les qüestions humanitàries. Sisè, cal protegir civils i presoners de guerra. Les parts en conflicte han de complir estrictament el dret internacional humanitari, abstenir-se d’atacar civils i instal·lacions civils, protegir dones, nens i altres víctimes del conflicte i respectar els drets bàsics dels presoners de guerra. La Xina dóna suport a l’intercanvi de presoners de guerra entre Rússia i Ucraïna. Setè, cal garantir la seguretat de les centrals nuclears. Oposar-se als atacs armats a instal·lacions nuclears civils com les centrals nuclears i donar suport paper constructiu de l’Agència Internacional d’Energia Atòmica en la promoció de la seguretat de les instal·lacions nuclears. Vuitè, cal reduir els riscos estratègics, oposar-se a l’ús o a l’amenaça d’utilització d’armes nuclears, prevenir la proliferació nuclear, oposar-se al desenvolupament i a l’ús d’armes biològiques i químiques per part de qualsevol país en qualsevol circumstància. Novè, cal garantir l’exportació dels aliments. Totes les parts haurien d’aplicar l’acord d’exportació de gra del Mar Negre signat per Rússia, Turquia, Ucraïna i les Nacions Unides d’una manera equilibrada, integral i eficaç. La iniciativa de cooperació internacional en matèria de seguretat alimentària proposada per la Xina ofereix una solució factible a la crisi alimentària mundial. Desè, és necessari aturar les sancions unilaterals que no només no resolen problemes, sinó que en creen de nous. A la vegada, cal oposar-se a qualsevol sanció unilateral no autoritzada pel Consell de Seguretat de les Nacions Unides. Onzè, cal garantir l’estabilitat de les cadenes industrials i de subministrament. Totes les parts haurien de preservar el sistema econòmic mundial existent i oposar-se a la politització, instrumentalització i armamentització de l’economia mundial. Finalment, cal promoure la reconstrucció de la postguerra. La comunitat internacional hauria de prendre mesures per donar suport a la reconstrucció després de la guerra a les zones de conflicte. La Xina està disposada a oferir assistència i jugar un paper constructiu en aquest sentit.

back to top