Solemos pensar en la gente joven como una fuerza para el cambio democrático. Pero el estudio sobre la juventud en los últimos diez años ha apuntado que la imagen es más pesimista: en el mundo cada vez hay menos jóvenes comprometidos políticamente. Eso es así, al menos cuando hablamos de las herramientas convencionales para la participación democrática, como militar en un partido político, ir a votar y dar apoyo electoral a los partidos mayoritarios; prácticas que, en la última década, han disminuido claramente. Los costes de esta desconexión democrática de los jóvenes son inmensos y se podrían convertir en uno de los riesgos mayores de nuestros tiempos. Si los más jóvenes se abstienen en las decisiones que determinan su futuro, se pone en cuestión la legitimidad democrática en conjunto. Dada la importancia de la participación de los jóvenes para la salud de la ciudadanía democrática, existe el temor de que esta falta de compromiso político de los jóvenes pueda acabar inevitablemente en una crisis de la democracia misma.

La investigación ha destacado los principales factores que influencian la participación de los jóvenes: las condiciones del mercado laboral, la educación, la participación institucional, el nivel de satisfacción con el funcionamiento de la democracia, el nivel de confianza en las instituciones políticas en general, la crisis económica y las políticas de austeridad que se vinculan a ella. [1]1 — Fundación Europea de Formación (2020). “Unlocking Youth Potential in South Eastern Europe and Turkey”. Disponible en línea. Los retos relacionados con la buena gestión pública y los ataques a la democracia intensificados durante la pandemia de la COVID-19 han añadido más presión sobre la juventud. La situación empeoró con la acumulación de crisis y, desde entonces, con la inseguridad producida por el movimiento tectónico en la geopolítica mundial causado por la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero del 2022 y la guerra en Gaza a partir de octubre del 2023.

En este contexto de tensión, el sureste de Europa [2]2 — Utilizo el término sudeste de Europa para referirme a once países: Albania, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Grecia, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte, Rumanía, Serbia y Eslovenia. La designación de Kosovo se utiliza sin perjuicio de las posiciones sobre su estatus y está en concordancia con la Resolución 1244 de la Misión de las Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK) y el dictamen de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre la Declaración de Independencia de Kosovo, designación que se utilizará a lo largo del artículo. merece una atención especial. La región ha experimentado transformaciones políticas ambivalentes en los últimos años, pero aspectos negativos como el retroceso democrático, el iliberalismo y la conocida estabilocracia han dominado el relato de los expertos. Como era de esperar, la desilusión y la apatía política entre los jóvenes del sureste de Europa son una respuesta a estas tendencias, aunque su situación sea bastante más compleja. Por una parte, la juventud es uno de los grupos sociales más vulnerables de los países del sureste de Europa, afectados sustancialmente por la herencia de los conflictos del pasado, la pobreza, las transiciones tardías a la democracia, e incluso por las tendencias populistas y autocráticas. De la otra, los jóvenes están al frente de la innovación porque utilizan métodos creativos y nada convencionales de compromiso político, son disruptivos, suben la voz contra el establishment y luchan contra los agentes antidemocráticos. ¿Así, de qué manera se ha comprometido la juventud de los países del sureste de Europa con sus democracias en los últimos años?

La juventud es uno de los grupos sociales más vulnerables de los países del sureste de Europa, afectados sustancialmente por la herencia de los conflictos del pasado y la pobreza

Aunque la idea de emigrar crece rápidamente en la región, dando como resultado el aumento de la fuga de cerebros, la juventud del sureste de Europa ha mostrado la voluntad de defender la democracia e incluso se ha involucrado en el cambio democrático en sus países. Este análisis intentará explorar esta paradoja y ofrecer una visión general de las principales tendencias en la participación política de la juventud del sureste de Europa.

La desilusión de la juventud: ¿una tendencia mundial?

Identificamos como juventud los individuos de entre 18 y 30 años, el rango de edad que se utiliza habitualmente en la Encuesta Social Europea. En el sureste de Europa hay puntos de vista contrapuestos sobre el alcance exacto de este grupo de edad, que va de los 15 años a los 24 o a los 35. Más allá de estos elementos formales, hay un hecho indiscutible que todos los informes de expertos confirman: un enorme desinterés por la política.

La participación política de la juventud incluye varias actividades, como votar, militar en partidos políticos, participar en consejos nacionales de juventud y en organizaciones juveniles, hacer voluntariado y participar en movimientos y protestas mundiales, o, más recientemente, movilizarse en las huelgas por el clima. Pero la participación de los jóvenes ha cambiado y se ha adaptado a la nueva era digital. Desgraciadamente, el empoderamiento de los jóvenes en la gobernanza democrática también se ve afectado por la clase, la raza y la discriminación de género. Los que tienen menos de 35 años difícilmente los encontraremos en espacios de liderazgo político formales. Pasa lo mismo con los miembros de minorías como los gitanos o las mujeres jóvenes, con una brecha todavía mayor entre las áreas urbanas y las rurales. Y la situación todavía es más difícil para las mujeres o los miembros de la comunidad queer, porque la mayoría de partidos políticos están dominados por hombres y todavía se ven muy pocas mujeres en mandos intermedios y en posiciones de decisión o liderazgo.

La juventud de todo el mundo comparte la sensación de desilusión con la política tradicional. Eso se manifiesta tanto en las maneras creativas y disruptivas de actuar, como el movimiento Occupy durante la crisis económica mundial a partir del año 2010, como en silencio público total: la abstención de los jóvenes en las elecciones y la apatía política general. Por lo tanto, la bajada de la participación política de los jóvenes es un fenómeno mundial preocupante que presenta riesgos elevados capaces de afectar a la calidad de nuestra vida democrática. En relación con los efectos de la globalización, la desilusión de la juventud también se ha hecho visible en el sureste de Europa durante muchos años. [3]3 — Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) (2020). “Youth representation in politics”. Government at a Glance 2021. Capítulo 3: “Public employment”. Disponible en línea. Tradicionalmente, la juventud del sureste de Europa ha sido activa políticamente en las universidades, pero muy a menudo se ha decepcionado en relación con los líderes y las instituciones políticas y se ha visto excluido en la elaboración de políticas. En consecuencia, el activismo político entre los jóvenes no se organiza de acuerdo con las agrupaciones formales. La juventud de la región continúa políticamente activa a través de movimientos políticos en vez de comprometerse con partidos políticos o militar en ellos.

Evidentemente, la juventud de la región tiene que afrontar retos específicos en comparación con otras regiones. Varias encuestas de opinión han mostrado a lo largo de los años que los jóvenes del sureste de Europa, más que otros grupos demográficos, están insatisfechos de manera alarmante con el estado de la democracia en sus países de origen. [4]4 — Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (2019). Youth Studies in Southeast Europe 2018/2019. Disponible en línea. Pero esta no es la fotografía completa.

Hace falta que tengamos más en cuenta el contexto. La serie de crisis mundiales y regionales que ha sufrido la región ha tenido un impacto directo en la participación de la juventud. En primer lugar, la crisis económica del 2008, con las duras medidas de austeridad que afectaron a la calidad de vida de los jóvenes y dificultaron que pudieran permitirse una buena educación, comprarse una casa o encontrar y consolidar un trabajo bien remunerado. Los países del sureste de Europa ya sufrían pobreza y tasas de paro elevadas, pero la crisis fue especialmente dura para los jóvenes, que se convirtieron en uno de los principales grupos vulnerables en términos de poder adquisitivo. [5]5 — Banco Mundial (2016). “Youth Unemployment in South East Europe: 10 Key Messages”. Disponible en línea. Las inseguridades económicas aumentaron en países que ya tenían muchos problemas, como por ejemplo el subdesarrollo, la corrupción y la falta de un sistema de bienestar social.

En segundo lugar, este aumento de inseguridades estalló durante la pandemia de la COVID-19, que tuvo un efecto económico notable. Además, los fenómenos de la proliferación de teorías de la conspiración y la desinformación afectaron especialmente a los jóvenes, un grupo particularmente vulnerable a las noticias falsas. Estas cuestiones, combinadas con el aislamiento social y la pérdida de puestos de trabajo a causa de la pandemia, tuvieron más incidencia en la juventud que en otros grupos de personas, lo que los llevó a utilizar cada vez más internet y la comunicación digital y a convertirse en adictos crónicos a los medios sociales. La sobreexposición a la comunicación en línea de estos últimos años también ha afectado a la salud mental de los jóvenes con el aumento de las depresiones crónicas y las ideas suicidas. Este es también un aspecto importante que hay que tener en consideración en relación con la participación de la juventud, porque el uso excesivo de las redes sociales, el aislamiento social y la depresión han hecho que los jóvenes sean vulnerables a la radicalización en línea y los ha expuesto a discursos extremistas que tienen efectos en su comportamiento, tanto en internet como también fuera del ámbito virtual.

El uso excesivo de las redes sociales y el aislamiento han hecho que los jóvenes sean vulnerables a la radicalización en línea y los ha expuesto a discursos extremistas

Entre los numerosos retos de la participación política de los jóvenes durante la pandemia de la COVID-19 estaban también los actos violentos de movimientos populistas reaccionarios y contra el estado, que atrajeron a mucha juventud a las protestas llamadas “antivacunas”. Bajo la pancarta de la defensa de la democracia, estas protestas, de hecho, plantearon desafíos al orden democrático actual. Este tipo de movilizaciones fueron un buen recordatorio de que no todas las formas en que los jóvenes se involucran en política son útiles para el debate democrático, menos todavía si están motivadas por la desinformación y las teorías de la conspiración.

Obstáculos concretos a la participación política de la juventud del sureste de Europa

La evolución demográfica en el sureste de Europa muestra una población más rejuvenecida en comparación con “la envejecida” Unión Europea. Los datos demográficos de los países del sureste de Europa indican que la edad media es significativamente más baja; de hecho, la región tiene una de las poblaciones más jóvenes de Europa. Este hecho es una buena y una mala noticia a la vez. Los expertos sostienen que, aunque los jóvenes representan un gran potencial de crecimiento para la región, también son los más expuestos a las vulnerabilidades estructurales como la emigración y la fuga de cerebros hacia los países de la UE.

Además, estas últimas tres décadas, la combinación tóxica de inestabilidad social, política y económica en el sureste de Europa, ha afectado indudablemente a la juventud. Las generaciones nacidas a mediados los años noventa y en los años 2000 crecieron para ser ciudadanos en unas circunstancias sociales convulsas. En los países de la ex Yugoslavia, los jóvenes tuvieron que hacer frente a las consecuencias negativas de las guerras entre 1991 y en 1999, al discurso del nacionalismo étnico, a la pobreza, a la inseguridad, a la migración forzosa y al hecho de separarse de sus familias, lo que más tarde favorecería dos tendencias muy diferentes: por una parte, el aumento de la apatía política, o la indignación política, y, por otra, el interés creciente por actuar contra las élites políticas que no representan sus intereses. Los jóvenes de otros países postcomunistas hicieron frente a desafíos concretos. Habiendo crecido y socializado en un entorno de transición prolongada a la democracia, la juventud del sureste de Europa está descontenta, de manera alarmante, con respecto al estado de la democracia de sus países de origen.

Hay que admitir que ha habido obstáculos concretos que han entorpecido la participación de la juventud en esta región, tanto desde el punto de vista colectivo como individual, y mencionaré brevemente unos cuantos. Un número cada vez mayor de jóvenes tiene poca confianza en los procesos políticos formales y en las instituciones y los líderes políticos, quizás porque siente que no representan sus intereses. La limitación del acceso a la educación, las pocas oportunidades laborales, la atención sanitaria deficiente y la falta de transporte público y de servicios de protección social son factores que han generado muchas barreras para que la juventud se involucrara en la gobernanza.

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Un joven se toma un selfi en una protesta delante del Parlamento de la República de Serbia en contra de las medidas de confinamiento durante la pandemia de la COVID-19, en julio de 2020. Fotografía: Mitar Mitrovic



Al mismo tiempo, el conjunto de crisis políticas, económicas y sociales de los últimos diez años han supuesto también inestabilidad política, elecciones impugnadas, amenazas de secesión y el resurgimiento de los discursos bélicos, así como el incremento de las corrientes autoritarias. Estas evoluciones preocupantes han dejado la mayoría de las decisiones importantes en manos de la partitocracia, mientras se reducían la libertad de prensa y la financiación para actores no gubernamentales. En el sureste de Europa, el sistema de partitocracia ha tendido a actuar como “guardián” de los cargos electos, decidiendo quién entra en las listas electorales y en qué posición. Desgraciadamente, los procesos de designación no han favorecido siempre a los candidatos jóvenes o las mujeres. Así, en la mayoría de los parlamentos nacionales de estos países hay pocas personas jóvenes y pocas mujeres, aunque esta situación ha empezado a mejorar hace algunos años.

Entre los principales retos para la juventud en entornos postconflicto como son Serbia, Bosnia, Kosovo y Macedonia del Norte está la exclusión de los jóvenes de las cuestiones importantes de la política. Como era previsible, este fenómeno se puso de manifiesto durante la primera década después del final de la guerra, pero continúa vivo hasta día de hoy, en diferentes proporciones, y a menudo entrelazado con otras formas de marginación relacionadas con el género, el origen, la cultura o la identidad étnica. Una de las consecuencias de esta exclusión y marginación de la vida pública compartida por muchos jóvenes del sureste de Europa es la radicalización y el extremismo violento. [6]6 — Deželan, T.; Bacalso, C.; Lodeserto, A. (eds.) (2023). “Youth political participation”. Youth Knowledge #29. Comisión Europea y Consejo Europeo. Disponible en línea. Sigue siendo un problema grave, especialmente en los Balcanes occidentales, una región afectada todavía por las consecuencias de los conflictos recientes y el extremismo creciente del nacionalismo étnico. [7]7 — Trajković, A. (2023). “Civic and Political Engagement of Youth in the Western Balkans”. Proyecto Regional Youth Dialogue for Europe. Network of Progressive Initiatives (MPI). Disponible en línea.

El aumento de la polarización política y el estancamiento de los procesos de admisión en la U Union Europea han tenido un efecto nefasto en la participación política de la juventud de los Balcanes occidentales

Por otra parte, la desilusión con las instituciones nacionales y la Unión Europea y las elevadas tasas de emigración han llevado a algunos países del sureste de Europa a un auténtico “desastre demográfico”. [8]8 — Heil, A. (2020). “Depopulation Disaster: The Balkans and its Creeping Demographic Crisis”, Radio Free Europe. Disponible en línea. El aumento de la polarización política y el estancamiento político frecuente de los procesos de admisión en la UE de la última década han tenido un efecto nefasto en la participación política de la juventud, particularmente en los países de los Balcanes occidentales (ex Yugoslavia y Albania). Estos hechos han afectado negativamente en la confianza de los jóvenes en las instituciones políticas.

Diferentes formas de compromiso político: activismo cívico y digital disruptivo

El sureste de Europa como región se ha descrito en gran parte por el hecho de tener sociedades civiles “débiles” y una participación cívica escasa, en la mayoría de los casos sobre todo a base de donantes. La investigación ha apuntado que, en realidad, en la mayoría de los países de la región ha habido a una gran variedad de activismo alternativo en la última década, sobre todo fuera de las organizaciones no gubernamentales (ONG) profesionales. Las corrientes autoritarias de la región han sido desafiadas por formas no tradicionales de compromiso político por medio de la contestación, por ejemplo, e iniciativas ciudadanas de base, que van desde protestas en la calle hasta campañas políticas que en algunos casos incluso se han concretado en la creación de plataformas electorales.

Por lo tanto, no toda la juventud de la región está marcada por la apatía política. A menudo, los expertos remarcan que no siempre miramos en la buena dirección cuando hablamos de las acciones políticas relevantes de los jóvenes. Desde hace un tiempo, numerosos acontecimientos políticos nos han permitido testimoniar la voluntad de la juventud del sureste de Europa de ser agentes del cambio democrático. Desde hace unos años, los jóvenes de los once países de la región se han involucrado para frenar el decrecimiento democrático, aunque no mediante las vías tradicionales. Más bien han preferido el activismo de la sociedad civil, que se ha vuelto más popular que el hecho de participar activamente en la política.

El descenso de la participación es real, pero sobre todo en referencia a las formas tradicionales de participación. En el sureste de Europa, como en otras regiones, la juventud ha sido públicamente activa utilizando formas alternativas de implicación política, como las peticiones, las protestas en la calle y las acciones de la comunidad Fridays for Future, más allá de las acciones tradicionales de votar o hacer campaña para un partido político. Lo que es más interesante es que han cambiado los lugares donde se implican políticamente: han sustituido las tradicionales juventudes de los partidos políticos o de los sindicatos, por ONG o iniciativas ciudadanas independientes que utilizan mensajes de marketing de guerrilla para atraer la atención pública hacia sus inquietudes. Estas tendrían que ser las nuevas fórmulas de medir la participación de la juventud, mediante el impacto de sus acciones y no por las cifras.

Entre estos instrumentos no convencionales de participación política se encuentra también la cultura de la protesta, que involucró sobre todo a la juventud del sureste de Europa en una ola de movimientos juveniles no violentos que se extendió por toda la región. Durante la década del 2010, numerosas olas de protesta multitudinarias tuvieron lugar en muchas ciudades de la región: en Zagreb en el 2011 y en el 2015, en Maribor y Liubliana en el 2012, en Skopie en el 2016, en Belgrado y otras ciudades serbias en el 2017 y en el 2019, en Bucarest en el 2017 y en el 2018, y en Sofía entre el 2020 y el 2021. [9]9 — Milan, C.; Dolenec, D. (2023). “Social movements in Southeast Europe: from urban mobilisation to electoral competition”. East European Politics, 39(4): p. 577-587. Disponible en línea. Para muchos, esta corriente corriente empezó mucho antes con el movimiento social serbio Otpor (Resistencia), en qué participaron numerosos estudiantes y jóvenes en general, y que tuvo un papel crucial en el derribo de Slobodan Milošević en el 2000.

Otra herramienta no tradicional de participación de la juventud utilizada en el sureste de Europa es el activismo popular en la calle de las personas implicadas en el movimiento por el clima. El movimiento #FridaysForFuture, liderado y organizado por la juventud que puso en marcha a Greta Thunberg en agosto del 2018, es un buen ejemplo. Jóvenes de los once países del sureste de Europa han organizado desde entonces las protestas de Fridays for Future, vinculando sus inquietudes por el cambio climático con redes transnacionales de activistas por el clima.

Internet y las tecnologías de la comunicación emergentes han provisto a los jóvenes, claramente entre el 2021 y en el 2022, de nuevas posibilidades para la movilización política continua, a pesar de las restricciones para ejercer los derechos civiles en los espacios públicos. Eso también ha coincidido con la amenaza de la conocida como infodèmia: la difusión en línea de la desinformación, afectando directamente al comportamiento político de la juventud.

Una parte destacable de los jóvenes de entornos urbanos del sureste de Europa se han comprometido políticamente y han liderado movimientos sociales, aun teniendo que luchar para que los políticos del establishment los tomaran seriamente. Por eso han canalizado su energía, creatividad y aspiraciones en el activismo digital. Es un buen ejemplo la ONG rumana Funky Citizens, [10]10 — Para más información, se puede consultar la web de la ONG Funky Citizens. que se dio a conocer por sus campañas de sensibilización pública ingeniosas y divertidas. Por ejemplo, su lema era: “Ejercitemos el músculo cívico”!. Se pusieron al frente de las protestas en Rumania entre el 2017 y el 2018, son una de las ONG más activas de Rumania y llevan a cabo iniciativas con tecnologías inteligentes, datos y estrategias de comunicación para la educación ciudadana. Han organizado numerosas campañas en línea que se han vuelto virales, son muy populares en TikTok y elaboran sus mensajes de sensibilización política de acuerdo con las características de la generación Z ―una categoría social que comprende a las personas nacidas entre 1996 y el 2010―, cuya identidad ha sido formada por la ansiedad climática, la era digital, el escenario financiero cambiante y la COVID-19.

En muchos países del sureste de Europa, la juventud ha conseguido crear “contraespacios” dinámicos de aprendizaje democrático y de resistencia al autoritarismo

La implicación política a través de las redes sociales no está al mismo nivel en todos los países del sureste de Europa ―por ejemplo, es más importante en Serbia que en Bosnia y Hercegovina― pero sigue siendo un fenómeno en toda la región. El compromiso cívico y político de la juventud a través de las redes sociales quizás es insuficiente, pero las herramientas digitales son útiles también para la información pública, porque los jóvenes no miran la televisión u otros medios tradicionales, y eso, por sí mismo, es crucial para el empoderamiento de la juventud para participar en la política.

Conclusiones

Los jóvenes de todo el mundo se han visto afectados enormemente, desde el punto de vista socioeconómico, entre otros, por la sucesión de crisis mundiales, desde la crisis económica y financiera que empezó a finales del 2008 hasta la pandemia de la COVID-19 y las guerras actuales. El decrecimiento del estado de la democracia por todo el mundo, el espacio cada vez más reducido para la sociedad civil, la polarización del espacio político y social, las crisis económicas y la precariedad son factores que explican los bajos niveles de compromiso político por parte de la juventud. Estas mismas tendencias se ven en el sureste de Europa. Si bien son los mejor dotados en términos educativos y de capacidades tecnológicas, los jóvenes siguen siendo en parte un grupo desfavorecido desde el punto de vista político y son la principal categoría social afectada por la fuga masiva de cerebros de la región.

Cada vez más expertos hablan de una crisis de la democracia europea, con el surgimiento de partidos de extrema derecha a partir de las elecciones europeas de junio del 2024, la abstención electoral y el creciminto del euroescepticismo. Estas corrientes negativas se evidencian con el grave descenso de la implicación política de los jóvenes, o la radicalización y el apoyo a partidos antisistema. La no inclusión de la juventud en la esfera política tiene consecuencias importantes para el estado de la democracia. Aunque se enfrentan a la pobreza, a trabas en la educación, a las múltiples formas de discriminación y a perspectivas y oportunidades laborales limitadas, la juventud del sureste de Europa es uno de los grupos más infrarrepresentados en el ámbito político.

Los jóvenes participan, pero su participación es desigual. Algunos jóvenes participan con fervor en la política formal, y otros pueden llegar a participar o no dependiendo de la situación; por lo tanto, tendríamos que evitar generalizar excesivamente. En este artículo se ha puesto de manifiesto que, en muchos países del sureste de Europa, la juventud ha conseguido crear “contraespacios” dinámicos de aprendizaje democrático y de resistencia al autoritarismo de la década del 2020, frenando el descenso democrático. Al mismo tiempo, los jóvenes han intentado fortalecer la democracia desde abajo. La juventud ha sido el pilar de numerosos movimientos sociales que han aparecido por todo el sureste de Europa en los últimos diez años, y ha establecido un récord de activismo cívico y digital: desde protestas simbólicas ocasionales hasta protestas multitudinarias en las calles, desde iniciativas ad hoc hasta proyectos en red más estructurados, desde boicots hasta manifestaciones.

El retroceso democrático en esta región no sólo ha contribuido al hecho de que una gran cantidad de jóvenes se hayan marchado de su país, y que muchos de los que se han quedado vivan la política con pasividad e ignorancia, sino que también ha ayudado al desarrollo de formas alternativas de implicación política por parte de la juventud. Más allá de firmar una petición, militar en un partido político o emitir un voto, la juventud del sureste de Europa que participa ahora se moviliza más fácil y rápidamente a través de las redes sociales.

Volviendo a la pregunta planteada en el título: ¿hay realmente una desconexión democrática por parte de los jóvenes? La respuesta es que debemos matizarlo. Hasta un cierto punto, en los países del sureste de Europa podemos ver claramente los efectos, de manera generalizada, de la desconfianza en las instituciones democráticas combinados con una apatía política que compromete la legitimación democràtica mientras, además, se fortalecen los discursos euroescépticos y la influencia en el comportamiento electoral de los jóvenes. A pesar de ello, también podemos encontrar corrientes contrarias de activismo digital, huelgas por el cambio climático y movimientos anticorrupción que sitúan a los jóvenes en el centro del cambio democrático. Los jóvenes del sureste de Europa no son meros observadores pasivos, ni iniciadores determinados del cambio; se encuentran en un punto intermedio. Todavía hay que hacer muchas cosas para escucharlos y darles voz, pero sin duda tendríamos que tomarnos seriamente esta imagen más matizada de cómo se involucran de manera no convencional en los asuntos públicos.

  • Referencias

    1 —

    Fundación Europea de Formación (2020). “Unlocking Youth Potential in South Eastern Europe and Turkey”. Disponible en línea.

    2 —

    Utilizo el término sudeste de Europa para referirme a once países: Albania, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Grecia, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte, Rumanía, Serbia y Eslovenia. La designación de Kosovo se utiliza sin perjuicio de las posiciones sobre su estatus y está en concordancia con la Resolución 1244 de la Misión de las Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK) y el dictamen de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre la Declaración de Independencia de Kosovo, designación que se utilizará a lo largo del artículo.

    3 —

    Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) (2020). “Youth representation in politics”. Government at a Glance 2021. Capítulo 3: “Public employment”. Disponible en línea.

    4 —

    Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (2019). Youth Studies in Southeast Europe 2018/2019. Disponible en línea.

    5 —

    Banco Mundial (2016). “Youth Unemployment in South East Europe: 10 Key Messages”. Disponible en línea.

    6 —

    Deželan, T.; Bacalso, C.; Lodeserto, A. (eds.) (2023). “Youth political participation”. Youth Knowledge #29. Comisión Europea y Consejo Europeo. Disponible en línea.

    7 —

    Trajković, A. (2023). “Civic and Political Engagement of Youth in the Western Balkans”. Proyecto Regional Youth Dialogue for Europe. Network of Progressive Initiatives (MPI). Disponible en línea.

    8 —

    Heil, A. (2020). “Depopulation Disaster: The Balkans and its Creeping Demographic Crisis”, Radio Free Europe. Disponible en línea.

    9 —

    Milan, C.; Dolenec, D. (2023). “Social movements in Southeast Europe: from urban mobilisation to electoral competition”. East European Politics, 39(4): p. 577-587. Disponible en línea.

    10 —

    Para más información, se puede consultar la web de la ONG Funky Citizens.

Miruna Butnaru-Troncotă

Miruna Butnaru-Troncotă es profesora asociada y directora del Centro de Estudios Europeos de la Universidad Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública (SNSPA) de Bucarest. Se doctoró en la misma universidad con una tesis sobre la europeización de Bosnia y Herzegovina. Ha obtenido varias becas de investigación en Berlín, Liubliana, Graz y Varsovia. Sus principales campos de experiencia son la política internacional, la integración europea, la política en el mar Negro y la reconstrucción postconflicto en los Balcanes occidentales, y ha publicado numerosos artículos académicos y comunicaciones sobre política en estos ámbitos. Está afiliada a redes profesionales como la Red de Antiguos Alumnos del Fondo Europeo para los Balcanes, Future Lab Europe, la Red de Antiguos Alumnos de Bosch y el programa Ambassadors de la ONG Balkans Beyond Borders.