En noviembre de 2023, la población de Catalunya alcanzó los 8 millones de habitantes, según las Estimaciones de población del Instituto de Estadística de Catalunya (Idescat). Este crecimiento, que ha llevado Catalunya a tener de 7 a 8 millones de habitantes en solo 17 años, se produjo a pesar de dos crisis importantes: la crisis económica de 2008, que invirtió los flujos migratorios, y la pandemia de la Covid-19, que paralizó las dinámicas migratorias. Esta evolución demográfica es un reflejo de la resiliencia poblacional catalana, que ha duplicado su población en las últimas seis décadas: de 4 millones en 1961 a 8 millones en el 2023. De este incremento, 2 millones se sumaron entre 1961 y 1987, mientras que los 2 millones restantes se han añadido en los últimos 36 años (figura 1).
Las cifras redondas, como los 8 millones actuales, motivan reflexiones sobre la situación presente y los retos futuros. En este artículo se analizan tres grandes retos demográficos para Catalunya en los próximos años y sus implicaciones para la sociedad: el volumen y la distribución territorial de la población, el envejecimiento poblacional y la cohesión social ante la diversidad creciente.
Población cada vez más urbana y concentrada en el litoral y en el prelitoral
En el 2022, Catalunya incrementó su población en 140.000 personas y llegó a los 7.902.000 habitantes el 1 de enero de 2023. Este crecimiento, el más alto desde el 2007, se debió exclusivamente al saldo migratorio positivo con el extranjero, ya que tanto el saldo migratorio interno con el resto de España (−5.900 personas) como el saldo natural (−14.300 personas) fueron negativos. En la actualidad, las migraciones son el único componente positivo del crecimiento poblacional catalán.
Según las proyecciones de población elaboradas por el Idescat, se prevé que Catalunya continúe creciendo a medio y largo plazo. Basadas en la población de 2021, estas proyecciones tienen como horizonte temporal el año 2071 para el conjunto del territorio y el 2046 para las proyecciones territoriales de ámbitos, comarcas y municipios. El Idescat define las proyecciones tomando como referencia los años anteriores a la pandemia de la Covid-19 y plantea tres escenarios —bajo, medio y alto— que combinan diferentes hipótesis sobre fecundidad, esperanza de vida y flujos migratorios. Para las proyecciones territoriales recomienda utilizar el escenario medio con el horizonte de 2041, que combina valores intermedios de los tres componentes y se considera el más plausible. Los otros dos escenarios, el bajo y el alto, sirven para evaluar los niveles máximos y mínimos de población que podría presentar Catalunya en el futuro.
El escenario medio estima que la población llegará a los 8,4 millones en el 2041 y a los 8,7 millones en 2071, impulsada principalmente por el saldo migratorio positivo con el extranjero. Territorialmente, se espera una concentración mayor de población en las ciudades de más de 50.000 habitantes y en las comarcas litorales y prelitorales, el 56% y el 86% del total de la población, respectivamente, para el año 2041.
Envejecimiento imparable
El envejecimiento de la población es uno de los principales retos demográficos en Catalunya, un fenómeno compartido con el resto de Europa y gran parte del mundo occidental. Este proceso responde a tres factores fundamentales: el incremento de la esperanza de vida, la disminución sostenida de la natalidad y el impacto de los flujos migratorios, cuyo efecto puede variar según el saldo migratorio y la composición por edades de las personas que se trasladan.
El proceso de envejecimiento empieza en el último cuarto del siglo pasado y se ha intensificado en las dos últimas décadas. En el año 2001, el 17,4% de la población catalana tenía más de 65 años, cifra que aumentó hasta el 19% en 2023 (figura 2). Durante este periodo, Catalunya ha mantenido una de las esperanzas de vida al nacer más alta de Europa: en 2023, alcanzó los 81,3 años en el caso de los hombres y los 86,5 años en el de las mujeres. La natalidad, por su parte, ha seguido cayendo: el índice coyuntural de fecundidad ha disminuido de 1,28 hijos por mujer en el año 2001 a 1,1 en 2023, lo que ha reducido la base de la pirámide poblacional y ha acentuado el desequilibrio generacional. Aunque las migraciones han mitigado parcialmente este envejecimiento, con una aportación neta de más de 1,2 millones de personas jóvenes a lo largo de las últimas dos décadas, no han bastado para contrarrestar las tendencias estructurales.
Según las proyecciones, este proceso seguirá intensificándose. En el escenario medio, se estima que en 2071 la población mayor de 65 años representará el 29,4% del total, frente el 19,0% de 2023. Además, el índice de dependencia de la población mayor, que relaciona el número de personas de 65 años o más con las de entre 15 y 64 años, pasará del 29,1% en 2023 al 43,7% en 2041 y al 50,4% en 2071. Eso implicará una presión creciente sobre el sistema laboral y los servicios sociales, con importantes disparidades territoriales entre zonas urbanas y rurales, y entre comarcas litorales y de interior.
Territorialmente, se prevé un incremento de las diferencias entre los índices de dependencia más bajos y los más altos, cosa que acentuará la brecha existente entre las áreas urbanas y rurales. En particular, las comarcas litorales y prelitorales, que incluyen ámbitos más urbanos y con una población más joven, como el Área Metropolitana, el Camp de Tarragona, las comarcas de Girona y el Penedès, seguirán presentando índices relativamente bajos. Por el contrario, las comarcas del interior, menos pobladas y más envejecidas, como las Terres de l’Ebre, el Alt Pirineu y Arán, las comarcas centrales y Ponent, experimentarán índices significativamente más elevados.
Una población cada vez más diversa
El tercer gran reto, no menos relevante que los anteriores, es la creciente diversidad de la población catalana. En las dos últimas décadas, la proporción de población extranjera ha pasado de representar el 4,1% en 2001 al 16,3% del total en 2022, lo que significa un aumento de más de 1 millón de personas. Este fenómeno confirma la vigencia del “sistema de reproducción catalán” definido por Anna Cabré, en el que la migración constituye el principal motor del crecimiento poblacional en un contexto de fecundidad sistemáticamente baja.
En consonancia con lo que se ha mencionado anteriormente, la población catalana es cada vez más diversa en lo que respecta al lugar de nacimiento. De los 8 millones de habitantes actuales, 5 millones nacieron en Catalunya; 1,3 millones, en el resto de España, y los 1,7 millones restantes, en el extranjero, lo que en números relativos equivale al 64%, al 15% y al 21% del total, respectivamente.
La población extranjera en Catalunya se concentra principalmente en las grandes ciudades. Más del 62% de las personas nacidas fuera de España residen en municipios con más de 50.000 habitantes, una proporción 10 puntos porcentuales superior a la registrada para el conjunto de la población. Por el contrario, la población extranjera está infrarrepresentada en los municipios más pequeños, especialmente en aquellos con menos de 10.000 habitantes. En términos generales, la distribución territorial de la población extranjera es más heterogénea que la de la población total, con una concentración mayor en determinados municipios y comarcas, pero con menos presencia en el área metropolitana y en localidades menos pobladas. Esta distribución refleja, en gran parte, factores socioeconómicos y laborales que influyen en los patrones de asentamiento. Como se observa en el mapa de la figura 3, la localización de la población extranjera es más importante en los lugares donde los sectores económicos como la agricultura, la construcción y el turismo tienen un papel relevante; es decir, donde la demanda de mano de obra extranjera es especialmente significativa.
Uno de los rasgos más distintivos de la población extranjera en comparación con el resto de la población catalana es su juventud. La pirámide de población de las personas nacidas al extranjero (figura 2) muestra que la gran mayoría pertenece a edades activas: el 88% de las personas extranjeras tienen entre 15 y 64 años (nacidos entre 1958 y el 2007). Este porcentaje contrasta significativamente con el 61% registrado por el resto de la población catalana. Además, el peso relativo de las personas de menos de 15 años y el de las de más de 65 años es 11 y 16 puntos porcentuales más bajo, respectivamente, en la población extranjera en comparación con el resto. Estos datos destacan la relevancia económica de la población extranjera, ya que su estructura por edades contribuye positivamente a mitigar los efectos del envejecimiento demográfico.
El impacto de la población extranjera no se limita a su estructura por edades, sino que también tiene implicaciones directas en la natalidad. El año 2002, los nacimientos de madres extranjeras representaban cerca del 14% del total en Catalunya; dos décadas después, esta proporción llega al 33%. A escala municipal, la proporción de nacimientos varía considerablemente según la presencia de población extranjera. Como se observa en el mapa de la figura 4, los municipios con porcentajes de nacimientos de madres extranjeras superiores al 50% abarcan una amplia diversidad de localidades: desde pequeños municipios, donde pocos nacimientos pueden generar porcentajes elevados, hasta grandes ciudades como Hospitalet de Llobregat y Santa Coloma de Gramenet. También destacan ciudades medias como Salt, Lloret de Mar y Figueres, así como localidades más pequeñas como Castelló d’Empúries, Torroella de Montgrí y Mollerussa.
Otro aspecto significativo de la población extranjera es su diversidad de origen. Por regiones continentales, en 2022 predominan las personas nacidas en América Latina (44,8%), seguidas de las procedentes de Europa (22,1%), África (20,8%) y Asia (11,3%). Con respecto a los países de nacimiento, Marruecos ocupa el primer lugar con 266.000 empadronados, equivalentes al 15% de la población extranjera. Lo siguen Colombia, con 121.000 (6,8%), y Argentina, con 98.000 (5,5%). En total, la lista de países de origen se extiende hasta incluir 170 nacionalidades, lo que refleja un panorama extremadamente plural.
La diversidad de la población extranjera trasciende el lugar de nacimiento y abarca también aspectos étnicos, religiosos y lingüísticos. Esta pluralidad no solo enriquece el tejido social y cultural de Catalunya, sino que también plantea retos significativos que van más allá del ámbito demográfico, ya que reta a la sociedad a encontrar vías para gestionar y aprovechar esta diversidad en beneficio de su cohesión y desarrollo.
Reflexiones finales
La inercia de la estructura demográfica catalana hace inevitable el envejecimiento progresivo de la población, un fenómeno que ya es una realidad y que se intensificará en las próximas décadas. Este proceso está directamente vinculado al envejecimiento de las generaciones del baby-boom, que irán ocupando y ampliando los peldaños superiores de la pirámide poblacional. Ni con el aumento de la natalidad ni con los flujos migratorios externos es suficiente para frenar esta dinámica, que se inscribe en una tendencia global de envejecimiento demográfico.
El envejecimiento de la población plantea retos económicos, sanitarios y sociales significativos, como la sostenibilidad del sistema de pensiones y de los servicios públicos, el aumento de las curas médicas más largas y duraderas, y la necesidad de adaptar las ciudades y los servicios a una población más envejecida.
La cuestión que se plantea es cómo hacer frente a los retos del envejecimiento con una proporción de población activa cada vez más pequeña. La demografía ofrece dos vías: fomentar la natalidad y facilitar la migración, que no son excluyentes, sino complementarias. La primera requeriría políticas sociales que dieran apoyo a las personas que quieren tener hijos, así como mejoras en el acceso, la estabilidad y la calidad del empleo. No obstante, incluso en el caso improbable de un aumento espectacular del número de nacimientos, los resultados tardarían años a materializarse. La segunda vía, la migración, contribuye a compensar el envejecimiento poblacional, a aumentar la natalidad, a equilibrar la distribución territorial de la población y a hacer la sociedad más diversa.
Catalunya, como muchas otras sociedades desarrolladas, necesita la llegada de población extranjera en edades activas porque aporta vitalidad a la demografía y a la economía, así como diversidad cultural. Pero su integración requiere políticas que fomenten una sociedad cohesionada, que promueva el bienestar colectivo, minimice las desigualdades y facilite la interacción positiva entre los diferentes grupos.
Es fundamental combatir los estereotipos y las medias verdades que perpetúan actitudes racistas y xenófobas, como la falsa creencia de que los inmigrantes quitan puestos de trabajo a los autóctonos o los discursos alarmistas sobre la “sustitución étnica”. En este sentido, los datos desmienten estas ideas: aunque el número de nacimientos de madres extranjeras se mantiene prácticamente igual al de hace dos décadas, lo que ha cambiado es que las mujeres autóctonas tienen menos hijos.
Este proceso de acogida masiva no es nuevo en Catalunya. Durante las décadas de 1950 y 1960 también llegó 1 millón de personas en 20 años, un fenómeno comparable, al menos con respecto al aumento poblacional registrado en las últimas dos décadas. Esta experiencia histórica destaca la capacidad de adaptación de Catalunya, pero también subraya la necesidad de aprender del pasado para garantizar la cohesión y el desarrollo social ante los retos actuales.
Julián López Colás
Julián López Colás es doctor en Demografía por la Universitat Autònoma de Barcelona e investigador en el Centre d’Estudis Demogràfics (CED). Es especialista en demografía residencial y territorial, y ha centrado su investigación en las proyecciones de demanda residencial y el uso de segundas residencias en España. Ha colaborado en proyectos destacados como las previsiones de demanda residencial para la Diputación de Barcelona, proyecciones de población para la Generalitat de Catalunya y estudios de I+D+i sobre el sistema residencial español. También ha participado en iniciativas europeas como los proyectos WorldFam y Data Without Boundaries, y ha presentado los resultados de sus investigaciones en conferencias internacionales y publicaciones académicas. Actualmente, combina su actividad como investigador con la participación en el proyecto Explorador Social, una plataforma de acceso abierto que proporciona datos geoespaciales para analizar y entender mejor la realidad sociodemográfica, económica y medioambiental del territorio.
Albert Esteve
Albert Esteve es demógrafo e investigador. Es director del Centre d’Estudis Demogràfics (CED) y director de investigación del Departamento de Sociología de la la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Ha realizado estancias de investigación en instituciones como la Universidad de Minnesota, el Institut National d’Études Démographiques (París) y la Universidad de Princeton. Su investigación se centra en el ámbito de las parejas, los mercados matrimoniales y la estructura de los hogares, con una mirada internacional comparada. Actualmente, dirige el proyecto Advanced Grant-CORESIDENCE, financiado por el European Research Council, tarea que combina con la rectoría de la Escuela Doctoral Europea en Demografía. También ha tenido un papel clave en la difusión y armonización de microdatos censales, en colaboración con el Population Center de la Universidad de Minnesota. Ha publicado en revistas como Demography, Population and Development Review o Annual Review of Sociology, y ha sido editor del Journal of Population.