Escribir el prólogo de un volumen sobre demografía, sobre la evolución de la población en Catalunya, en España y en mundo, que analiza, desde diferentes vertientes, los principales fenómenos demográficos que explican esta evolución —fecundidad, mortalidad y migraciones— constituye forzosamente un ejercicio de metademografía. Una reflexión, al mismo tiempo, sobre la demografía como sistema de reproducción de las poblaciones —los grandes acontecimientos vitales y las decisiones que los rodean, que dan lugar a los comportamientos demográficos, junto con las transformaciones estructurales—, como disciplina científica —su papel y el cambio de paradigma propiciado por la revolución de la información y, por lo tanto, de los datos estadísticos, el big data y su tratamiento—, y como elemento de intervención política, tanto de la gobernabilidad y de la gestión de las poblaciones, como del conocimiento sobre la población convertido en campo de batalla de la democracia.
Un ejercicio arriesgado y necesario en los tiempos de lecturas crepusculares que vivimos. Sobre todo porque, en el siglo XXI, la mayoría de las sociedades desarrolladas han transitado hacia sistemas complejos de reproducción demográfica, donde el saldo migratorio (la inmigración menos la emigración) se convierte en el factor determinante del crecimiento vegetativo (los nacimientos menos las defunciones) para explicar la evolución de la población. Todo ello ocurre, en un contexto de fecundidad muy baja y de aumento de la esperanza de vida, lo que conlleva estructuras de población donde el peso de la población de edad avanzada aumenta: lo que conocemos como envejecimiento de la población. Si el nacimiento de la demografía y su primer impulso se situó en el proceso que llamamos de transición demográfica, la actualidad está marcada por las sociedades posttransicionales, que, a distintos ritmos, se enfrentan a nuevos retos.
Durante el paso de un régimen antiguo —en términos demográficos, pretransicional— marcado por una alta fecundidad y una alta mortalidad (que tuvo como consecuencia un crecimiento casi nulo de la población), a un régimen posttransicional (caracterizado por una muy baja fecundidad y mortalidad, con un crecimiento igualmente escaso o negativo), se consigue un formidable ahorro energético en el ámbito biológico. En el medio, el incremento acelerado de la población, producto de un descenso temprano de la mortalidad seguido del de la fecundidad, se acompañó de sus propios fantasmas: la explosión demográfica, hoy sustituida por el miedo tanto a la implosión y al reemplazo de la población a escala estatal y nacional y por el miedo a la sostenibilidad, teniendo en cuenta el medio ambiente, a escala planetaria.
El interés y la fascinación que la demografía despierta nace, en primer lugar, de la interpelación a la realidad biológica y social de cada uno de nosotros, tanto de los individuos como de las sociedades donde vivimos. Los fenómenos objeto de estudio son los que marcarán nuestra vida desde el principio, con el nacimiento, y hasta el final, con la muerte. Ritos de paso, acontecimientos la mayoría de los cuales están atravesados por la irreversibilidad. De esta forma, la demografía estudia la formación y la disolución de las uniones, de las familias, pero también los hitos de nuestra educación, de la inserción y la salida al mercado de trabajo, del uso del tiempo, de la salud y la enfermedad, del asentamiento en el territorio, y las migraciones, donde podemos ver fácilmente reflejadas nuestras trayectorias vitales. Y lo hace alcanzando el sexo y los papeles de género que le son asociados, las edades y la construcción social que se hace sobre la cronología, la cual, además, se ve alterada por la misma evolución demográfica, añadiendo años a la vida. Lo hace enmarcándonos en nuestro grupo generacional de coetáneos, con el cual compartimos año de nacimiento y las experiencias y la memoria del momento histórico común. Así pues, este interés, decíamos, también viene provocado por el agregado, porque la demografía estudia las características, la evolución y el devenir de las poblaciones y las subpoblaciones que constituyen las sociedades donde vivimos. Nos habla del “metabolismo demográfico” como el impacto que la sucesión de las generaciones tendrá en el cambio social y en el territorio. En definitiva, nos invita a examinar la relación entre reproducción demográfica y social, con una vocación predictiva, y de aquí viene, en parte, su centralidad en el debate político.
En estos momentos de giros vertiginosos, la disciplina ha asistido a un cambio de paradigma que ha privilegiado la observación desde una visión micro sobre el tradicional acercamiento macro en el análisis demográfico clásico, gracias a la revolución de la información, la producción de datos masivos y su tratamiento. Al fin y al cabo, además de aclarar la toma de decisiones sobre materias demográficas por parte de los individuos, tendría que ayudar a reducir la incertidumbre. En el caso de España, singularmente, este cambio en el ámbito estadístico se ha traducido en la sustitución del antiguo censo por uno nuevo, elaborado sobre la base del enlace con los registros administrativos. Esta revolución estadística nos promete más periodicidad en los datos estadísticos de población, y más profundidad en su información. Este camino ha favorecido la adopción de perspectivas interdisciplinarias anteriormente situadas en la periferia de la demografía formal. Se trata de un salto metodológico gigantesco. También ha crecido la presencia de la disciplina en los medios de comunicación, lo cual contrasta con la presencia migrada de la demografía en la academia, dónde no constituye un área de conocimiento, y la poca presencia de los profesionales en el debate público.
Finalmente, la demografía se inserta en el corazón de la gobernabilidad en el nacimiento del capitalismo y el liberalismo político, en aquello que el filósofo Michel Foucault bautizó como biopolítica: la voluntad de promocionar la vida, y lo intangible que supone la potencia de la vida, empezando por la fuerza de trabajo. No es extraño, pues, que la demografía —los comportamientos demográficos, los cambios estructurales, pero sobre todo las previsiones en horizontes futuros— ocupen un lugar nuclear en un espíritu del tiempo, un Zeitgeist, empapado por la angustia gramsciana de estar asistiendo al parto de un nuevo mundo del cual todavía no somos capaces de visualizar los contornos.
La erosión de los fundamentos de la democracia viene acompañada por todo lo que llamaré la práctica de la “demografía recreativa”, mayoritariamente por parte de personal completamente ajeno a la disciplina: el reclamo de un “sentido común demográfico”, anclado en paradigmas completamente superados, como cierta lectura del maltusianismo, que toma el equilibrio como axioma a través del cual articular el conocimiento sobre la población. De esta manera, se puede recorrer a lo que parecen habas contadas, en su doble vertiente de acudir al empirismo y al prestigio de la aproximación cuantitativa, en la tradición del objetivismo, reduciendo la complejidad del sistema demográfico a un simple juego de vasos comunicantes, para acabar promocionando fábulas de carácter moral, teorías de la conspiración o profecías autocumplidas.
Es por estas razones que agradecimos la propuesta que el Centre d’Estudis de Temes Contemporanis nos hizo al Centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona al encargarnos un volumen monográfico de la revista IDEES donde pudiéramos dar nuestra visión. Esta invitación surge, creemos, del hecho de haber traspasado el umbral de los ocho millones de habitantes en Catalunya a finales del año 2023, y de la celebración pública del cuadragésimo aniversario del CED en febrero de 2024, pero también está justificada por el giro que parece que está tomando el reflujo de la globalización, cosa que nos invita a situar la demografía como elemento clave de una geopolítica en mutación, tal como nos advierte el profesor Massimo Livi-Bacci en el artículo de introducción, en qué se aborda el futuro abierto de la población mundial. A continuación, como anticipábamos en el primer párrafo de este prólogo, hemos dividido el volumen en tres bloques guiados por la escalera geográfica: el primer bloque, dedicado a Catalunya; el segundo, a España, y el tercero, al mundo, con una vertiente más claramente prospectiva que las dos primeras. En ningún caso se ha pretendido cubrir exhaustivamente la evolución demográfica para los tres ámbitos, sino utilizar la diferencia de escaleras como prisma complementario.
El primer bloque se inicia con una presentación de los retos que, en términos demográficos, se plantean en la Catalunya de los ocho millones en tres elementos definitorios: el volumen, la estructura por sexo y edad, y los orígenes cambiantes a causa de la inmigración internacional, a cargo de Julián López Colás y Albert Esteve, director del Centro de Estudios Demográficos. El segundo artículo de este bloque, firmado por Pau Miret, aborda uno de los temas clásicos del debate público: la incidencia de la evolución de la población en el sistema de pensiones —en las afiliaciones, las prestaciones y las pensiones— y la relación de dependencia. En el tercer artículo, yo mismo, Andreu Domingo, pongo de relieve la posición de las migraciones en la reproducción demográfica y social, en la que Catalunya prefigura con mucha más intensidad lo que está sucediendo en la mayoría de los países desarrollados. Para cerrar este primer bloque, la cuarta contribución, a cargo de Jordi Bayona, está estrechamente ligada a la anterior: analiza los resultados escolares según el origen del alumnado como indicador del proceso de integración de la población inmigrada y sus descendientes.
El bloque dedicado al conjunto de España lo empezamos con la reflexión sobre las implicaciones del proceso de envejecimiento de la población a cargo de Dolores Puga, que contrasta los discursos alarmistas sobre este cambio demográfico con la realidad. En el segundo artículo, Roberta Rutigliano aborda la relación entre el descenso de la fecundidad —que, en el caso español, como en el catalán, ha sido de máximos— con los condicionantes socioeconómicos que ayudan a explicar la evolución. Para cerrar el apartado dedicado a España, Diederick Boertien aprovecha los datos del censo de 2021 para plantear el impacto de la fecundidad en las transformaciones familiares.
En el último bloque, dedicado al mundo, volvemos a los tres fenómenos esenciales que componen la demografía. El primer artículo de este bloque está dedicado a la reflexión sobre las migraciones, a cargo de Leo van Wissen, a partir de las disparidades demográficas y económicas de las grandes regiones mundiales, así como de los cambios recientes en las políticas migratorias. A continuación, Iñaki Permanyer reflexiona sobre la evolución del envejecimiento a escala mundial desde los años setenta, con el alargamiento de la longevidad como factor clave. Finalmente, Alícia Adserà nos presenta una valoración del descenso de la fecundidad a escala mundial y analiza las posibles políticas con las cuales se puede abordar este fenómeno.
Por las limitaciones de espacio, somos conscientes de haber sacrificado la exposición de temas cruciales: desde la visión de larga duración que comporta la demografía histórica hasta las proyecciones sobre el crecimiento futuro de la población, pasando por el despoblamiento rural. También la profundidad de análisis de temas lo bastante complejos. Pero esperamos compensar estas carencias con el esfuerzo por utilizar, al mismo tiempo, un lenguaje comprensible y una aproximación rigurosa, con una mirada innovadora a los retos que plantea la evolución de la población. Además de dar una visión miscelánea de los cambios en los principales fenómenos demográficos a tres escalas diferentes, el propósito principal de este número radica en contribuir constructivamente, con cada una de las pinceladas que componen el volumen, al debate público sobre las implicaciones de la evolución demográfica desde una perspectiva profesional.
Andreu Domingo
Andreu Domingo i Valls es doctor en Sociología y subdirector del Centre d’Estudis Demogràfics (CED) de la Universitat Autònoma de Barcelona, donde es investigador principal del grupo Globalización, Migraciones y Espacio, una de las tres áreas estratégicas del centro. También es miembro numerario del Institut d’Estudis Catalans. Especializado en inmigración internacional y formación de familias, también ha trabajado sobre la población y el imaginario social. Actualmente codirige, junto con Jordi Bayona, el proyecto MIGRA-GOC sobre migraciones y estrategias de reproducción demográfica y social en España, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Entre sus últimas publicaciones destacan Catalunya 3D: Demografia, Diversitat i Democràcia (L’Avenç, 2022) y, como editor, Demografia y posverdad. Estereotipos, distorsiones y falsedades sobre la evolución de la población (Icaria, 2023). Ha coordinado el monográfico de la Revista IDEES “Demografía: los retos de la sociedad del futuro”.