Adam es el quinto de una familia de 7 hermanos. Nacido en Tánger, sus padres originarios de Taza, ciudad de la región de Fes, al noreste de Marruecos. A sus 12 años, Adam vive entre la calle y una pequeña habitación que su madre, Fátima, alquila en la medina de Tánger con el dinero que gana vendiendo flores cada noche en el nuevo y reluciente paseo marítimo de esta ciudad portuaria. Abandonados por un padre violento y poco responsable, han sobrevivido haciendo de la calle su primera proveedora de recursos. Mujer desgastada por el número de partos y las repetidas violencias, Fátima no se pierde ningún día de trabajo, desde las 19h hasta la medianoche, al que acude acompañada por su hija pequeña, para liquidar lo antes posible las rosas que (re)vende a 5 veces su coste a los paseantes de la noche tangerina.
«Soy vendedora de flores, poca gente me trata bien, a menudo me maltratan, cada día los conductores de coches de lujo me desprecian. Son pijos que roban la fortuna del país. No quiero que mis hijos crezcan en un país en el que no hay justicia, ni igualdad, ni protección. Adónde quiera que vayas, la gente te desprecia. Quiero que todos mis hijos se vayan y, si encuentro la oportunidad, también yo me iré.»
Testimonio de Fátima, madre de Adam, septiembre 2021.
Conocimos a Adam hace 6 meses en el hospital Mohamed V de Tánger, escayolado de pies a cabeza. Llevaba un mes oscilando entre la vida y la muerte tras haber sido atropellado por un autocar en el que estaba siendo deportado de la frontera de Ceuta a Casablanca. Consciente de que el autocar no pararía en Tánger, decidió saltar sin pensar que el conductor cerraría las puertas sobre él, quedándose con media pierna atrapada y el cuerpo arrastrado por el vehículo en marcha.
El 17 y 18 de mayo de 2021 son los días en los que Adam, junto con otros 1.500 menores y 8.000 adultos, marroquís y subsaharianos, cruzaron nadando la frontera que separa Marruecos de Ceuta, frontera abierta por el ejército marroquí de forma tan inexplicable como fugaz durante 48 horas. 48 horas durante las cuales se corrió la voz en todo Marruecos de que la frontera estaba abierta. 48 horas de riesgo y oportunidad para los que sueñan con irse: miles de niños y niñas, jóvenes, adultos, familias, mujeres y migrantes subsaharianos. 48 horas para que el ejército español empiece, a su vez, las devoluciones en caliente de adultos y también de menores.
Instrumentalitzación de la infancia
Instrumentalización de la infancia fue lo que ambos estados, Marruecos y España, consiguieron durante esa semana infernal, vulnerando gravemente el interés superior del menor y el cumplimiento de todas las garantías recogidas en las convenciones internacionales para la protección de la infancia, con fines exclusivamente políticos. Las implicaciones políticas de esta crisis migratoria y las respuestas sesgadas de los organismos internacionales de derechos humanos han puesto de manifiesto las dinámicas de poder y los desequilibrios presentes en el derecho internacional de los derechos humanos y, por lo tanto, cuestionan su universalidad.
En un informe elaborado en junio del 2021, las asociaciones activas en Ceuta, Maakum, No Name Kitchen y Elin, alertan sobre las violaciones de derechos humanos en Ceuta y señalan que «desde la entrada de miles de personas a nado y en pequeñas embarcaciones por las fronteras del Tarajal y de Benzú, hace ya dos semanas, hemos sido espectadores de cómo la defensa de las fronteras, las relaciones internacionales y los intereses entre Estados se anteponen claramente a la vida y seguridad de las personas.»
La historia de Adam es una prueba más de los límites de los Estados de derecho y del derecho internacional en la gestión de los retos de la inmigración de menores
La historia de Adam es el relato de un daño colateral del episodio de Ceuta, una prueba más de los límites de los Estados de derecho y del derecho internacional en la gestión de los retos de la inmigración de menores, especialmente en las zonas fronterizas, en las que las personas, cuanto más vulnerables, más invisibles son para acceder a sus derechos.
Rassif, un camino transancional basado en Derechos Humanos
Rassif es un proyecto destinado a dar respuesta a las múltiples violencias y discriminaciones que experimentan los niños y niñas marroquís en el recorrido migratorio que emprenden desde su país de origen, en el tránsito y en el país de destino [1]1 — En su significado árabe, Rassif, está ligado a un camino empedrado, símbolo del apoyo sin riesgo que aporta el proyecto a los niños y niñas en su recorrido transnacional. . Promovido por la asociación Casal dels infants, Rassif se desarrolla con socios del tercer sector de las dos orillas, Marruecos y Cataluña, para garantizar los derechos de menores migrantes marroquís, respondiendo a los retos que suscita su movilidad transnacional.
Los relatos de su itinerario, de la frágil frontera entre vivir en una familia, pasar momentos en la calle para huir de situaciones de violencia y finalmente lanzarse solo en un trayecto migratorio para sobrevivir, son los momentos claves de la vida de los niños y de las niñas a los que acompañamos desde Rassif. Con los derechos humanos como brújula de la intervención, en Rassif entendemos los derechos humanos como aquellas condiciones que garantizan llevar una vida digna y emanciparse en diferentes ámbitos vitales.
En ese sentido, dos conceptos en árabe guían nuestra visión: uno es la “Hogra”, literalmente humillación, la cual implica buena parte de las violencias y vejaciones que viven en lo cotidiano. El otro es el concepto de “Karama”, literalmente dignidad, que forma parte de su búsqueda por vivir su propia juventud con dignidad. Es importante señalar que ser joven es un derecho y ese derecho tiene que ser vivido con perspectiva de futuro, en el que el proyecto de vida sea una opción y una decisión del propio joven [2]2 — Nota metodológica: Proyecto Rassif-Transgang/UPF. Jose Sanchez, Nele Hansen y Celia Premat. .
En el caso de los menores migrantes marroquís, la “hogra” enturbia su ilusión de construir una vida digna en su país de origen y cataliza su proyecto migratorio como estrategia de supervivencia. Los riesgos presentes en su itinerario, aunque deterioren peligrosamente sus capacidades físicas y cognitivas, son vividos como una etapa inevitable del proceso de alcance de su “Karama”.
El abismo entre las expectativas del menor y los obstáculos que se encuentra en el camino, le conducen a procesos de marginación que fragilizan su identidad y su capacidad de empoderarse y salir adelante. La activación de la consciencia y responsabilidad colectiva de los actores (estados, familias, asociaciones…) y el reconocimiento de los menores migrantes como ciudadanos de pleno derecho, pueden permitir reducir los riesgos encontrados en el camino y emanciparlos como individuos para conseguir más oportunidades y opciones de vida.
Su participación en los procesos de movilización e incidencia generados, junto con un empoderamiento efectivo, permitirá ampliar la visión del menor y activar las palancas de cambio que necesita para tomar su camino de forma más consciente y preparada.
Otro nudo complejo en los procesos migratorios de menores es el lugar ocupado por el género en la construcción de la identidad de los y las jóvenes en los distintos contextos y las desigualdades generadas como un factor más de exclusión y vulnerabilidad.
Desde Rassif, desarrollamos mecanismos que aseguran la participación de jóvenes, menores en situación de gran vulnerabilidad y también familias, madres y padres de menores, personas que por su situación socioeconómica carecen de visibilidad social. Los procesos de participación están garantizados por el empoderamiento colectivo durante el acompañamiento tanto de los y las menores como de sus familias. En estos espacios de intercambio se comparte conocimiento y se aportan elementos para mejorar la comprensión de los procesos, reducir y prevenir los riesgos que viven los menores en su movilidad nacional y transnacional. Se constituyen también grupos de representantes comunitarios, chicas y chicos, motivados por liderar procesos preventivos de reducción de riesgo en su comunidad y portavoces en espacios colectivos de incidencia y movilización. La eficiencia de esta estrategia se garantiza con un proceso de empoderamiento de los grupos a través del trabajo de sus relatos de vida.
Rassif y las desigualdades de género
Otro nudo complejo en los procesos migratorios de menores es el lugar ocupado por el género en la construcción de la identidad de los y las jóvenes en los distintos contextos y las desigualdades generadas como un factor más de exclusión y vulnerabilidad. Aunque actualmente solo el 10% del colectivo de menores migrantes que viven en la calle son mujeres, consideramos que, por las dimensiones de vulnerabilidad y violencia propias, necesitan respuestas adecuadas y específicas que permitan reducir estas desigualdades.
El proyecto migratorio por vías ilegales conlleva un fuerte sesgo de género por el peligro y la vulnerabilidad que representa y la mayor exposición de las chicas a ser agredidas, explotadas y/o violadas. Paradójicamente, encontramos en origen y destino tanto a chicos como chicas que sufren explotación sexual: el derecho a la invulnerabilidad del propio cuerpo está en peligro para ambos sexos. La discriminación y marginalización por género se vive a ambos lados de la orilla pero con matices diferentes determinados por las condiciones materiales y contextuales en ambas orillas [3]3 — Sanchez, J., Hansen, N., Premat, C. (2021) Marroquíes entre dos mundos: jóvenes no acompañados, derechos humanos y marginalidades. Rassif-transgang. .
Consideramos también que las desigualdades de género vinculadas al concepto de familia y roles de poder dentro del sistema familiar son una de las causas de la violencia social vivida por los menores que influye y determina su proyecto migratorio.
Un diagnóstico realizado en el marco de Rassif en 2019 [4]4 — Diagnóstico “El contexto de los menores marroquís durante su proceso migratorio”. Agosto 2019-Proyecto Rassif-Casal dels infants-AICEED identificaba como una de las principales causas de la desestructuración de las familias y la consecuente “huida del hogar de menores” los roles de género que se reproducen en las familias marroquíes, influenciados por una visión patriarcal de la sociedad, mediante la cual el padre acapara las tareas productivas y sociales, es decir, llevar ingresos al hogar y la relación con la comunidad, y las madres quedan relegadas a las tareas reproductivas y al hogar.
Una vez que se rompen estos moldes sociales aparece la estigmatización social, pero también la violencia en el hogar. Por ejemplo, cuando un padre no es capaz de cumplir con las responsabilidades que la sociedad le impone. Los menores se juegan la vida en el proceso migratorio en muchas ocasiones para sustituir o escapar de la figura del padre, ausente o violento, para proteger o salvar a su madre, ayudarla económicamente y poder soñar con una vida mejor. Esta presión migratoria para cumplir con el proveedor y protector de la familia, interiorizado cultural y educativamente, les obliga a vivir situaciones de alto riesgo en este recorrido: calle, consumo de sustancias tóxicas, todo tipo de violencias.
Una vez alcanzado su destino, en ocasiones viven como conflictos y confrontaciones realidades diferentes en torno a las relaciones de género, y muchos chicos encuentran dificultades y viven con violencia sus relaciones emocionales. El género influencia todos los aspectos de las vidas de las personas, también las percepciones del riesgo y los procesos de salud/enfermedad. Especialmente en el caso de los chicos, que pueden asumir comportamientos de riesgo para afirmar su masculinidad.
Las acciones de imprudencia a través de conductas violentas, por ejemplo, son percibidas como signos de virilidad. Para ser “hombres” en las interacciones con las demás personas, los chicos incorporan comportamientos que tienen repercusiones profundasen sus vidas y en su salud como, en el caso del proceso migratorio, el uso de drogas, o en la hipersexualización corporal.
De una movilidad entre barrios, pasa a ser entre ciudades según las necesidades del momento, antes de convertirse en transnacional, haciendo de esta movilidad permanente un modo de vida y de supervivencia
Es por ello que Rassif plantea un trabajo de fondo con jóvenes y sus familias a través de grupos de apoyo de iguales sobre la violencia de género y las masculinidades positivas, para disminuir el impacto de las relaciones de poder, de la definición de los roles en la sociedad y de las violencias generadas. Trabajar con jóvenes en actividades de prevención de la violencia de género significa actuar por el empoderamiento con “las chicas” y en la deconstrucción de masculinidades violentas con “los chicos”.
Relatos de movilidades transfronterizas
La movilidad de los niños y niñas marroquíes empieza a nivel local, buscando libertad y refugio en los barrios de su ciudad, pasando cada vez más tiempo en la calle, abandonando la escuela, la familia y adaptándose al ecosistema de la marginación. Su capacidad de socialización se hace cada vez más frágil y limitada, encontrando en sus grupos de iguales los recursos suficientes para acceder y mantenerse en esta vida marginal. De una movilidad entre barrios, pasa a ser entre ciudades según las necesidades del momento, antes de convertirse en transnacional, haciendo de esta movilidad permanente un modo de vida y de supervivencia. El policonsumo de diversas substancias psicoactivas (benzodiacepinas, cánnabis, disolventes y éxtasis) les permite soportar los riesgos, las frustraciones y las violencias vividas en el itinerario, deteriorando muy rápidamente su salud y sus competencias psicosociales.
Rassif aborda también esta problemática, considerando la movilidad del menor y sus vivencias como elementos fundamentales para construir una intervención integral y coordinada entre los actores de los territorios que responda al conjunto de sus necesidades. Se trata de recoger y trabajar sobre los relatos de vida de los jóvenes para abordar los elementos que generan conflicto en el itinerario.
Cuando hablamos de los menores migrantes marroquís estamos ante un debate de posiciones sociales, intereses y necesidades de estos jóvenes, pero también de la sociedad de origen y de la que los acoge, que ve en este fenómeno, no una oportunidad, sino un riesgo para la estabilidad del sistema de identidades hegemónicas. El conflicto va variando de un momento a otro y viene determinado por las circunstancias y por el sistema de acogida. En todo caso, no es un tema resuelto y las opciones tomadas por las diferentes administraciones en origen, tránsito y destino demuestran no saber cómo afrontar este fenómeno migratorio. Existe de forma generalizada una percepción negativa sobre el conflicto y la mayoría de veces se percibe como un problema de difícil solución. Desde nuestra perspectiva el conflicto se aborda como una oportunidad de transformación y cambio [5]5 — Sanchez, J., Hansen, N., Premat, C. (2021) Marroquíes entre dos mundos: jóvenes no acompañados, derechos humanos y marginalidades. Rassif-transgang. .
«Estas biografías, desalentadoras son difíciles de reconstituir tanto los relatos como la vida de estos adolescentes son confusos y fragmentados. Lo que cuentan de ellos no siempre es real, pero tampoco falso. Los chicos poco cuentan cuanto han arriesgado su vida en el viaje entre Marruecos y España – o sino no tienen consciencia de estos riesgos. Las chicas hablan mucho de las otras chicas que han sido víctimas de violencias sexuales pero no dicen nada en relación a ellas mismas…
… Aquella noche, Ayoub es hablador. Sale del hospital, no sabe cómo fue ingresado. Debía de ser tarde por la noche. Se acuerda que iba colocado y borracho. Ha tenido que derrumbarse. Ahora tiembla como una hoja. Ha perdido su chaqueta o se la han robado, no sabe. Ayoub llego de Tánger hace tres años. Tenía 11 años. Dice que Paris es muy duro. ¿Dónde le gustaría ir? Se lamenta: “De verdad? te juro al Paraíso. Mírame: no he comido desde el hospital, duermo en la calle o en hoteles». Apoyado contra una pared no para de hablar: “eh si, robo, puedo decirlo porque si no robo no como. Los ricos no pueden entender, tiene la buena vida». Echa a llorar: ‘Robo, soy un ladrón. Pero también a mí me han robado 2000 Euros. Estoy intentando ahorrar para poder mandar dinero a mi familia’».
Extracto de prensa : « Le Monde les gamines à la dérive de Barbes ». 5 de marzo de 2021.
Finalmente, la experiencia migratoria interrumpida de Adam no ha roto su sueño ni sus planes de volver a intentarlo a pesar del trauma vivido. La vulnerabilidad económica y psicosocial de su familia y el contacto diario con Ahmed, uno de sus hermanos que consiguió cruzar la frontera el primer día de la crisis con Ceuta, alimentan su deseo.
Adam y los miles de menores que arriesgan cada día su vida, buscando una mejor y más digna realidad, huyendo del cotidiano de una existencia sin esperanza, son el catalizador de los retos y cambios a los que los Estados, sus jurisdicciones y el marco internacional de derechos humanos se tienen que enfrentar sin más demora.
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Referencias
1 —En su significado árabe, Rassif, está ligado a un camino empedrado, símbolo del apoyo sin riesgo que aporta el proyecto a los niños y niñas en su recorrido transnacional.
2 —Nota metodológica: Proyecto Rassif-Transgang/UPF. Jose Sanchez, Nele Hansen y Celia Premat.
3 —Sanchez, J., Hansen, N., Premat, C. (2021) Marroquíes entre dos mundos: jóvenes no acompañados, derechos humanos y marginalidades. Rassif-transgang.
4 —Diagnóstico “El contexto de los menores marroquís durante su proceso migratorio”. Agosto 2019-Proyecto Rassif-Casal dels infants-AICEED
5 —Sanchez, J., Hansen, N., Premat, C. (2021) Marroquíes entre dos mundos: jóvenes no acompañados, derechos humanos y marginalidades. Rassif-transgang.

Claire Trichot
Claire Trichot es desde hace 13 años directora de la delegación del Casal dels Infants en Marruecos, una asociación con sede en Barcelona que trabaja para mejorar la vida de niñas, niños, jóvenes y familias de barrios desfavorecidos en Catalunya. En Marruecos, el Casal dels Infants trabaja con 15 asociaciones locales para reforzar sus capacidades y llevar a cabo proyectos de desarrollo social y comunitario dirigidos a la población vulnerable como los jóvenes que no trabajan ni estudian (NEET), niños de la calle, mujeres víctimas de la violencia, etc. Después de un período de 9 meses trabajando como abogada en el CETI de Ceuta (Centro temporal de inmigrantes) en un proyecto de mediación con varias ONG, Trichot llegó a Tánger en 2001. Francesa de abuelos españoles, se involucró de lleno en la vida asociativa y los problemas sociales de esta ciudad en crecimiento. En 2006, participó en la fundación de la asociación 100% Mamas, con el objetivo de acompañar a las jóvenes madres solteras en situación de exclusión y marginalidad en su proyecto de maternidad y construcción de una vida mejor.