Pocos frentes yihadistas han tenido un momento de horror y gloria más internacional que la insurgencia yihadista del noreste de Nigeria conocida como Boko Haram. El secuestro de más de 200 niñas de una escuela de Chibok en 2014 provocó una auténtica conmoción internacional, y el movimiento #BringBackOurGirls se hizo eco en todas las redes sociales. La persecución de Abubakar Shekau, el líder de Boko Haram, en la selva de Sambisa como escenario, se usó como escena inicial en el éxito de taquilla Black Panther (2018), donde los héroes de Wakanda interceptan y reducen a unos combatientes yihadistas, para liberar a un grupo de niñas secuestradas.

Sin embargo, en la vida real, pese a la agitación que despertó el caso en todo el mundo, la intervención internacional en el conflicto de Boko Haram ha sido más bien restringida e indirecta. Cierto que ha habido un interés internacional, si bien inconstante, en el asunto y se ha dado apoyo a los países afectados, como Nigeria y, en menor grado, a sus vecinos, como los países de la cuenca del lago Chad, Chad, Níger y Camerún. Pero la intervención internacional contra Boko Haram ha sido mínima en comparación con la lucha global contra los yihadistas en Malí, otro país vecino, donde el ejército francés y las tropas de las Naciones Unidas, han estado presentes durante años, junto con una misión de adiestramiento militar de la Unión Europea y tropas de la coalición de países africanos G5 Sahel.

El por qué de esta situación subyace en una compleja combinación de factores, que tienen que ver con el conflicto y con Nigeria en sí mismo, con sus aliados regionales e internacionales, y con las circunstancias y el momento en que el conflicto entró en el «mercado» global de escenarios de conflicto. Esta complejidad ha fomentado sospechas entre todas las partes, que en algunos casos han derivado en elaboradas teorías conspirativas, lo cual ha complicado más la cooperación internacional. Como afirma Denis Tull en un innovador estudio sobre la intervención internacional en Malí, es importante mantener cierto grado de simetría, estudiar la percepción de ambas partes, y no centrarse tanto en la interpretación de la situación de una sola parte [1]1 — Denis Tull, “Rebuilding Mali’s Army: the dissonant relationship between Mali and its international partners”, International Affairs, 95 (2), 2019, p. 405-422. . Sin embargo, yo también opino que pese a esas percepciones bien o mal entendidas entre los países de la cuenca del Chad y sus aliados internacionales, la cooperación ha sido efectiva. Quizá el legado más significativo es que se facilitó la cooperación entre los propios países de la cuenca, algo que ha sido complicado desde hace mucho tiempo, y que sigue siendo complejo.

Pese a la agitación que despertó el caso ‘Bring Back Our Girls’ en todo el mundo, la intervención internacional en el conflicto de Boko Haram ha sido más bien restringida e indirecta en comparación con la lucha global contra los yihadistas en Malí

Ahora bien, antes de dar comienzo a este debate, me gustaría exponer una aclaración terminológica al respecto. Boko Haram (traducido del hausa como «la educación occidental está prohibida») es una designación peyorativa, una distorsión utilizada por sus detractores a partir de la hostilidad del movimiento contra la educación de estilo occidental. La denominación precisa del movimiento, a principios de la década de 2010, fue Jama’atu Ahl al-Sunnah li-Da’awati wal-Jihad (grupo de la gente de la sunnah para la predicación y la yihad, o JASDJ). En 2015, el JASDJ pasó a ser el ISWAP después de que Abubakar Shekau jurara lealtad al Estado Islámico; y en 2016, algunos detractores de Shekau recuperaron la denominación de JASDJ. En 2021, el ISWAP se movilizó contra el JASDJ, lo cual llevó a Shekau a suicidarse con una bomba, para luego pasar a ser el movimiento dominante, salvo por la presencia de grupos periféricos a JASDJ que se resisten a formar parte de aquel. Esta historia tiende a omitirse, y la denominación «Boko Haram» sigue usándose ampliamente en los medios de comunicación y entre la población. En este artículo, se utilizará ocasionalmente para designar al movimiento antes de 2016, o para referirse a las dos facciones juntas a partir de ese año.

¿Es realmente una amenaza periférica para todos?

Un factor principal para la escasa participación internacional en el conflicto de Boko Haram es probablemente que, pese a la desolación que ha llegado a causar, se ha mantenido en un plano periférico incluso para el propio estado nigeriano y los otros tres afectados. El conflicto solamente ha afectado a zonas periféricas de los cuatro países de la cuenca del Chad, lejos de sus capitales o de las regiones económicas más importantes. Y aunque en última instancia la yihad acabó perpetrando ataques terroristas en las capitales de Chad y Nigeria, fue por poco tiempo, ya que las redes implicadas no tardaron en ser desmanteladas. Desde que existe el conflicto de Boko Haram, sus facciones no han representado una amenaza efectiva de expandirse más allá de las zonas del noreste de Nigeria en las que han operado, a diferencia de la yihad maliense, que en enero de 2013 se desplazó en masa del norte de Malí a la región central del país, lo cual provocó la intervención del ejército francés.

La única excepción parcial a esta «periferalidad» de la insurgencia de Boko Haram es Chad, ya que el lago Chad, un baluarte yihadista, está mucho más cerca de Yamena, la capital de Chad, que de las capitales de los otros tres países. Pero el auténtico centro de Boko Haram ha sido Nigeria. En Chad, los yihadistas nunca han traspasado los límites de las orillas del lago. Una maniobra reveladora, después de que un ataque brutal de una facción de Boko Haram contra una base militar de Chad, en Bohoma en 2020, suscitara la inquietud de que los yihadistas avanzarían aún más en territorio chadiano, Francia envió aviones de combate con base en Yamena para que sobrevolaran el área del lago que pertenece a Chad, a fin de mandar una clara señal, advirtiendo que, aunque en ese momento no pretendían intervenir en los humedales del lago Chad, estaban dispuestos a atacar si los yihadistas osaban adentrarse en el territorio abierto hacia Yamena. Así, esta excepción confirma en gran medida la regla: los yihadistas de Boko Haram han propiciado en parte cierta intervención internacional, porque sus actos no han puesto en entredicho la capacidad de supervivencia de los países contra los que se enfrentan.

Por otra parte, las relaciones entre los yihadistas nigerianos y la yihad global viene siendo un asunto polémico desde hace tiempo. Así como todos los observadores reconocen que a principios de la década de 2010, JASDJ estaba relacionado de alguna manera con Al Qaeda, los analistas académicos estiman que este vínculo nunca llegó a establecerse o, cuando menos, nunca fue tan importante como el de AQIM o el movimiento Al-Shabab de Somailia con Al Qaeda [1]1 — Denis Tull, “Rebuilding Mali’s Army: the dissonant relationship between Mali and its international partners”, International Affairs, 95 (2), 2019, p. 405-422. . Es probable que esta valoración fuera correcta, si bien según nueva información aportada desde entonces, realmente existió un vínculo [3]3 — Vincent Foucher, “Last Words of Abubakar Shekau: A Testament in the Politics of Jihadi Extraversion”, Sources. Materials & Fieldwork in African Studies n° 3, 2021, p. 1-27. . Aun después de que Shekau jurara lealtad al Estado Islámico en 2015, muchos observadores siguieron mostrando recelo, desestimando ese nuevo vínculo como una maniobra mediática. Las dudas persistentes sobre la conexión entre la yihad del lago Chad y la yihad global podrían haber influido en una merma de la respuesta internacional a esta, pero es difícil descartar el vínculo con la yihad global en Malí.

Otro elemento tiene que ver con el momento de su expansión. En 2013-2014, cuando el JASDJ logró su propósito de alcanzar repercusión internacional, gracias a su expansión territorial en el estado de Borno y a espectaculares actos de violencia como el secuestro de Chibok, los principales países intervencionistas, Estados Unidos, Francia y Reino Unido, a menudo referidos como el P3, alegaron falta de disponibilidad para actuar o mostraron cierta renuencia para hacerlo. En aquel momento, los países del P3 ejercían presión para intervenir en Siria, y Francia estaba implicada de lleno en Malí. Bajo el mandato de Barack Obama, elegido en 2009, Estados Unidos replanteó la lucha contra la yihad global, reconsiderando su presencia en Afganistán y la retirada de Irak, a favor de una estrategia de «presencia moderada» en otra ubicación, basada en el uso de drones, fuerzas especiales y el apoyo a ejércitos de la región. En una declaración de marzo de 2013, James Clapper, director de la Inteligencia Nacional, aseguró que «no le constaba ninguna organización [en Nigeria] que en ese momento tuviera la intención de lanzar un ataque contra Estados Unidos, o la capacidad para hacerlo» [4]4 — “Statement for the Record Submitted the Senate Committee on Armed Services by Rosa Brook”, 16 de Mayo de 2013 [Disponible en línea] . No fue hasta que se produjo el episodio de Chibok, cuando se envió un pequeño despliegue de militares y expertos en seguridad norteamericanos a Maiduguri, con la misión inicial de ayudar a las fuerzas militares nigerianas a buscar a las niñas desaparecidas, y aviones de vigilancia y drones norteamericanos que empezaron a sobrevolar la región. Con todo, el despliegue tuvo muy poca repercusión. Como se verá a continuación, la relación de los países de la cuenca del Chad, y Nigeria en particular, con sus aliados internaciones es complicada.

¿Es Nigeria un aliado difícil?

Otro factor que refrena el compromiso internacional en la lucha contra Boko Haram han sido las estrategias de gobierno y la política nigerianas. Si bien algunos especialistas críticos han insistido en que las autoridades del país han presentado la historia de Boko Haram como parte de la yihad global, con el propósito de captar apoyo internacional y dar rienda suelta a la represión, la situación es de una complejidad mucho mayor. A menudo, los cargos administrativos describen a Boko Haram, unas veces como un peligroso grupo terrorista de escala mundial que reivindica un compromiso internacional, y otras como una panda de bandidos que en breve caerá a manos del ejército nigeriano. Esta percepción se debe, sin duda, a la propia susceptibilidad del país como soberanía, a la imagen que tiene de sí mismo como potencia continental y a su afán de liderazgo tanto en África Occidental como en todo el continente. A un país de estas características, siempre le ha costado reconocer que afronta graves desafíos internos. Esto se observa en la política de comunicación de su ejército, que tiende a restar importancia a las derrotas y a exagerar sus logros, así como a negar rotundamente los informes de violación de derechos humanos elaborados por organizaciones consolidadas, dedicadas a velar por estos.

La negación de estos hechos no es lo único que complica las alianzas con Nigeria. Muchos aliados internacionales ven a Nigeria como un país que, pese a contar con abundantes recursos derivados de los cuantiosos ingresos obtenidos del petróleo, hace un mal uso de estos. Los constantes escándalos de malversación de fondos estatales, principalmente para incrementar presupuestos militares, no ayudan precisamente a paliar esa percepción. O peor, los problemas de gobernanza de las fuerzas armadas nigerianas van más allá de la malversación de fondos: el ejército de Nigeria tiende a ser visto como un cuerpo militar de baja moral, especialmente proclive a la violación de los derechos humanos [5]5 — Véase: Temitope B Oriola, T. B. (2021) “Nigerian Soldiers on the War Against Boko Haram”, African Affairs 120 (479), 2021, p. 147–175. Amnesty International, “Stars on their shoulders. Blood on their hands. War crimes committed by the Nigerian military”, 2 de Febrero de 2016. . Extraoficialmente, algunos expertos militares extranjeros, así como las fuerzas armadas de los tres países vecinos, ponen en tela de juicio su desempeño gubernamental. Todo esto convierte a Nigeria en un aliado difícil, sobre todo para los países occidentales [6]6 — Claro está, los otros estados del lago Chad no están exentos de este juicio. La macabra ejecución de dos mujeres y sus hijos en 2018, bajo la acusación de ser cómplices de Boko Haram, de la mano de las fuerzas militares de Camerún, levantó una protesta generalizada, que llevó a Estados Unidos a anunciar en 2019 que recortaría su ayuda para la seguridad del país. La fuerte presión llevó a las autoridades camerunesas a dejar de negar estos actos, y arrestó y condenó a los soldados involucrados en la ejecución. La evidente diferencia con las autoridades nigerianas es que estas nunca han intervenido públicamente tanto, cuando se han dado acusaciones similares. .

Un factor que refrena el compromiso internacional en la lucha contra Boko Haram han sido las estrategias de gobierno y la política nigerianas, relacionadas con la imagen que Nigeria tiene de sí misma como potencia continental y su afán de liderazgo en África

En 2013, el embajador norteamericano McCulley, puso en claro que Estados Unidos no estaba «muy satisfecho» con el modo en que se había gestionado el conflicto [7]7 — “Boko Haram: Why US hasn’t released $7m reward promised on Shekau – Envoy”, Vanguard, 29 de Agosto de 2013 [Disponible en línea]. . Bajo la administración de Barack Obama, Estados Unidos suspendió las ventas de armamento a Nigeria, conforme con la Ley Leahy, una disposición jurídica que prohíbe a este país proporcionar asistencia militar a cualquier fuerza de seguridad que viole los derechos humanos. Así, Washington bloqueó a Israel la venta de helicópteros de combate Cobra fabricados en Estados Unidos en 2014, así como la venta de Super Tucanos, (aviones de combate diseñados para el ataque a tierra y la contrainsurgencia) a Nigeria, tras el bombardeo por parte de las fuerzas aéreas nigerianas de un campo de refugiados en 2017. Posteriormente, el presidente Trump dio marcha atrás a esta decisión, de manera que en 2021 las fuerzas armadas nigerianas empezaron a utilizar Super Tucanos contra el ISWAP. Sin embargo, a finales de 2021, el secretario de estado Anthony Blinken insistió en que Estados Unidos volviera a implementar la Ley Leahy, en esta ocasión a raíz de la represión ejercida por el gobierno del país africano contra protestas civiles que nada tenían que ver con la situación de Boko Haram en 2020.

¿Es Nigeria un aliado suspicaz?

La suspicacia es recíproca y, en Nigeria, tanto los funcionarios estatales como el público general tienen sus propias reservas respecto a los agentes internacionales y, sobre todo, a los países del P3. Estas reservas y sospechas provienen de las relaciones históricas entre Nigeria y sus aliados internacionales, pero también de las ambivalencias e incertidumbres más recientes relacionadas con el compromiso internacional en cuanto a la crisis de Boko Haram discutida más arriba. En algunos casos, estas sospechas han derivado en elaboradas teorías conspirativas, sobre todo en Nigeria y Camerún, lo cual sin duda ha complicado aún más la cooperación internacional.

La experiencia colonial y postcolonial de Nigeria y los países de la cuenca del lago Chad condiciona su postura actual sobre la cooperación internacional, de manera que Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos están considerados tanto países problemáticos como aliados principales contra la insurgencia. En 2015, Gran Bretaña desplegó un equipo de instructores y asesores militares en Maiduguri, pero las dificultades de cooperación con los militares nigerianos obligaron a retirar al equipo en 2020. Por otra parte, las autoridades nigerianas rechazaron la reciente propuesta de Gran Bretaña de incorporar fuerzas especiales británicas a las tropas de Nigeria. Francia ha intervenido algo menos en Nigeria, pero tiene acuerdos bilaterales con Níger, Chad y Camerún, y proporciona apoyo a sus fuerzas militares de diferentes maneras. Ahora bien, este apoyo no esta exento de sospechas: un funcionario francés aseguró al autor del presente artículo que un pequeño grupo de asesores militares franceses desplegados en una base militar nigeriana en Diffa fueron ampliamente marginados por los militares nigerianos.

Lo cierto es que la sospecha ha derivado en elaboradas teorías conspirativas en todos los países de la cuenca del Chad y, en algunos casos, como en el Sahel, se han repetido teorías similares. En el caso de Nigeria, persiste el recuerdo del apoyo que Francia proporcionó a los rebeldes de Biafra durante la guerra civil de Nigeria de 1967 a 1971, y la preocupación de que se perpetúe una «Franceafrique» está especialmente arraigada. Dada la nacionalidad francesa del autor de este artículo, diversos funcionarios civiles y militares, entre ellos algunos diplomáticos de alto nivel, nigerianos, cameruneses y chadianos, han llegado a preguntarle si tenía la intención de armar al grupo Boko Haram, una fake news recurrente en internet, donde aparecen videos e imágenes para demostrar que esas supuestas entregas son habituales [8]8 — A fin de verificar la información, véase, por ejemplo, Faivre Le Cadre, A.-S., “No, a French helicopter did not deliver weapons to Boko Haram”, Agence France Presse, 12 de novembre de 2018. . La circulación de estas teorías conspirativas suele provenir de la mano de secuaces profesionales contratados por determinados sectores del gobierno a los que interesa desviar la culpa, como se vio en 2019, cuando unos «manifestantes» macharon ante la embajada de Francia en Abuya para denunciar los vínculos del país europeo con Boko Haram [9]9 — Sobre la proliferación de ONGs a favor del gobierno y del ejército en Nigeria, véase Page, M. (2021) “Fake Civil Society: The Rise of Pro-Government NGOs in Nigèria”, Carnegie International Endowment for Peace. . En cuanto a la implicación de Estados Unidos, el despliegue de fuerzas militares norteamericanas y agentes de seguridad en Maiduguri después del episodio de Chibok en 2014 mencionado anteriormente, dio escasos frutos, pues la cooperación no llegó a concretarse. Durante unas conversaciones privadas con el autor de este artículo, varios funcionarios nigerianos expresaron sospechas de actitudes racistas, doble moral, espionaje e intenciones neo imperialistas por parte de Estados Unidos. Visto el escaso progreso, las fuerzas militares estadounidenses iniciaron una retirada progresiva, que concluyó en 2019.

En verdad, las sospechas en torno a la intervención internacional, en concreto en Nigeria, se han extendido a formas de implicación internacional no militares. Así, en el estado de Borno, la labor de organizaciones humanitarias internacionales se ha puesto en duda de manera recurrente, con críticas que van de típicas denuncias sobre las repercusiones negativas de aquella (la dependencia que desarrollan los «beneficiarios» de sus ayudas, la trampa de vivir una constante situación de emergencia, el aumento de los alquileres), o acusaciones de conductas inapropiadas (sueldos excesivos, estilos de vida lujosos), a acusaciones directas de confabulaciones con la yihad (mediante el reparto de ayuda alimentaria o acusaciones infundadas contra las fuerzas militares nigerianas). En varias ocasiones, los servicios de seguridad de Nigeria han asaltado, suspendido o vetado alguna que otra organización de ayuda alimentaria, para luego revocar los procedimientos. Así pues, el clima en torno a la intervención internacional está, en general, tenso.

Reorientar la lucha global

Sin embargo, la complicada relación entre los países occidentales y los de la cuenca del Chad, sobre todo Nigeria, no ha impedido algunas formas de colaboración internacional. Algunas ya se han mencionado más arriba: algunos países occidentales mantienen desde hace mucho tiempo una cooperación militar con los ejércitos de la cuenca del Chad, por ejemplo, desarrollando programas especializados [10]10 — Sobre la historia reciente de la asistencia para la seguridad de EEUU a Nigeria, como información sobre los presupuestos, véase U.S. Department of State (2021) “U.S. Security Cooperation with Nigeria”, Fact Sheet [Disponible en línea]. . Un indicio de que el comportamiento de estos ejércitos despierta cierta preocupación es que estos programas suelen incluir proyectos de formación en derechos humanos («Derecho Humanitario Internacional»). Los países occidentales también han prestado a los cuatro países una amplia asistencia humanitaria y al desarrollo, bien de manera bilateral, o bien a través de marcos multilaterales como las agencias de las Naciones Unidas, ONGs internacionales, el Banco Mundial o la Unión Europea. Se ha prestado asistencia en toda clase de ámbitos, desde ayuda alimentaria a desplazados internos y refugiados, hasta financiación y experiencia especializada para desarrollar programas de «desradicalización». Asimismo, en el entorno de la contrainsurgencia siempre han existido otras vías de colaboración internacional.

Dado que Nigeria es un aliado especialmente difícil, los estados del P3 han buscado otras formas y canales de operación. Así, Estados Unidos ha aumentado la cooperación militar con países vecinos de Nigeria menos problemáticos como Níger y Camerún, desplegando una pequeña presencia militar en la ciudad nigerina de Diffa y en la camerunesa ciudad de Mora, dos localidades al frente de la lucha contra Boko Haram, con el objeto de proporcionar apoyo y adiestramiento a los ejércitos de estos países. Estados Unidos hacen sobrevolar aviones de reconocimiento y drones de Níger a Camerún, y a menudo comparten información confidencial con los países de la cuenca del Chad [11]11 — Compartir información confidencial puede ser complicado en ocasiones: algunos funcionarios norteamericanos expresaron su inquietud sobre compartir información concreta sobre la ubicación de las niñas de Chibok, ya que las fuerzas militares nigerianas podían decidir bombardear el lugar antes que lanzar una operación de rescate. Drew Hinshaw D., Parkinson, J. (2021) Bring Back Our Girls: The Untold Story of the Global Search for Nigeria’s Missing Schoolgirls, London: Swift. . En cuanto a Francia, mantiene desde hace años una cooperación militar estrecha y bilateral con los tres países francófonos de la cuenca del Chad, en concreto, diversos métodos de formación y adiestramiento.

Otro canal de participación internacional ha sido la cooperación entre los propios países de la cuenca del Chad, lo cual no ha sido fácil, dado el grado de suspicacia —y en ocasiones, de resentimiento— entre estos [12]12 — Durante mucho tiempo, Nigeria sospechó, y no sin motivos, que sus vecinos no tenían interés en represar las redes yihadistas que operaban en su suelo, y algunos de sus funcionarios incluso llegaron a colaborar con estas a cambio de dinero en efectivo, mientras sus vecinos pensaban, con razón, que, dado que la situación existía principalmente en Nigeria, correspondía al estado nigeriano abordarla con contundencia. En cuanto al resentimiento, el conflicto de baja intensidad entre Nigeria y Camerún sobre la península de Bakassi se resolvió apenas un año antes de que estallara. Para leer más sobre cooperación regional, véase, por ejemplo: International Crisis Group, “What Role for the Multinational Joint Task Force in Fighting Boko Haram?” 7 de Julio de 2020. . A consecuencia de la crisis de Chibok, Nigeria acudió a Francia para mejorar la cooperación con sus vecinos francófonos [13]13 — Schmidt, E. (2018) Foreign Intervention in Africa After the Cold War: Sovereignty, Responsibility, and the War on Terror,  Athens: Ohio University Press. . En mayo de 2014, París acogió una cumbre para tratar el asunto, a raíz de la cual se decidió reactivar un mecanismo de seguridad previamente existente, que abarcara toda la región del lago Chad. Esto llevó a crear la Fuerza Multinacional Conjunta (MNJTF por sus siglas en inglés) en el marco de una organización de desarrollo regional reformada, la Comisión de la Cuenca del Lago Chad (LCBC en inglés). Asimismo, recientemente se constituyó un foro para reunir a todos los gobernadores de las regiones alrededor del lago Chad. Una serie de aliados internacionales apoyaron estas estructuras regionales de varias maneras. El P3 asistiría a la MNJTF mediante una célula de cooperación y enlace, un grupo de funcionarios desplegados en la sede central de la MNJTF en Yamena, y la Unión Europea financiaría a partir de entonces a la MNJTF a través de la Unión Africana.

No obstante, la MNJTF era un sistema complejo a todos los niveles, y sus resultados operacionales fueron irregulares. Arrancó de manera muy progresiva y nunca llegó a ser una fuerza integrada, ya que cada país situó a sus unidades en función del territorio que le correspondía bajo la MNJTF, y la coordinación entre sus miembros tuvo considerables altibajos. Quizá esto se debió a los límites de la MNJTF, que justamente estaban en la zona del Lago dentro de cada ámbito de actuación que permitió crecer al ISWAP tras escindirse de Shekau y, así, convertirse en una fuerza formidable. Al menos, el apoyo internacional a la MNJTF contribuyó a consolidar la tan necesaria cooperación entre los países de la cuenca del Chad. Aunque para ser justos, la verdadera clave no ha sido tanto la MNJTF como el desarrollo de la cooperación bilateral, a veces no institucional y basada en intereses «difíciles», entre los países del lago Chad [14]14 — Lo que ha permitido una mejora de la cooperación no han sido tanto los esfuerzos del P3 como la creciente evidencia de los riesgos que Boko Haram podía plantear para todos los países de la cuenca del lago Chad. Esto no estuvo exento de sospechas, pues circulaban rumores sobre funcionarios, ya fueran de alto o bajo rango, de que este o aquel país del la cuenca, que vendían información confidencial o armas a los yihadistas o hacían la vista gorda a sus operaciones logísticas. Según declaraciones de ex combatientes de la yihad, estos rumores no eran del todo desacertados, sobre todo al principio. . Así, mediante estos vínculos, las tropas chadianas y camerunesas han entrado en territorio nigeriano en varias ocasiones para dar apoyo a las fuerzas militares de Nigeria.

La complicada relación entre los países occidentales y los de la cuenca del Chad, sobre todo Nigeria, no ha impedido algunas formas de colaboración internacional

Los países del P3 no han sido los únicos en intentar encontrar vías alternativas al compromiso internacional. Los países de la cuenca del Chad, y Nigeria en particular, han recurrido a otros socios internacionales para intentar ganar cierto margen de maniobra. Así, en diversas ocasiones, Nigeria ha buscado la colaboración de países que carecen de condiciones de cumplimiento de los derechos humanos (y a menudo con experiencia en la contrainsurgencia) como Rusia, China, Pakistán, Bielorrusia, Turquí o Sri Lanka, con el propósito de asegurar su acceso a las armas o al adiestramiento militar. En 2014, el presidente Goodluck Jonathan incluso contrató una serie de empresas militares privadas, que fueron clave para iniciar la contraofensiva contra el JASDJ. Sin embargo fue la experiencia duró poco. Y desde no hace mucho, parece que Nigeria está sopesando la idea de adquirir helicópteros de combate rusos Mi-35, dada la reticencia de Estados Unidos a venderle helicópteros AH1 [15]15 — “Nigèria turns to Russia after being deprived of its US helicopters”, Africa Intelligence, 6 de Septiembre de 2021. .

Conclusión

A pesar de las suspicacias recíprocas y las tensiones recurrentes, sobre todo entre Nigeria y los países del P3, los estados de la cuenca del lago Chad han recibido apoyo internacional en la lucha contra las facciones de Boko Haram. Hasta el momento, los países de la cuenca del Chad no han encontrado un modo de derrotarlas, y el ISWAP parece más fuerte que nunca tras su reciente victoria sobre Shekau. ¿De qué modo habría afectado un compromiso internacional más consistente y directo? Los recientes acontecimientos en Malí, Somalia o Afganistán, donde los niveles de compromiso internacional han sido mucho mayores, no son especialmente alentadores. Pese a todos los problemas en las reacciones de los propios países de la cuenca del Chad, el hecho de que, para bien o para mal, sigan siendo los principales «dueños» en la situación de Boko Haram, podría no ser algo tan malo al fin y al cabo.

  • Referencias

    1 —

    Denis Tull, “Rebuilding Mali’s Army: the dissonant relationship between Mali and its international partners”, International Affairs, 95 (2), 2019, p. 405-422.

    2 —

    Véase:

    • Alex Thurston, A. (2018) Boko Haram. The History of an African Jihadist Movement. Princeton: Princeton University Press.
    • Pérouse de Montclos, M.-A. (2016) “A Sectarian Jihad in Nigèria: The Caseof Boko Haram.” Small Wars & Insurgencies 27 (5), p. 878–895.
    3 —

    Vincent Foucher, “Last Words of Abubakar Shekau: A Testament in the Politics of Jihadi Extraversion”, Sources. Materials & Fieldwork in African Studies n° 3, 2021, p. 1-27.

    4 —

    “Statement for the Record Submitted the Senate Committee on Armed Services by Rosa Brook”, 16 de Mayo de 2013 [Disponible en línea]

    5 —

    Véase:

    • Temitope B Oriola, T. B. (2021) “Nigerian Soldiers on the War Against Boko Haram”, African Affairs 120 (479), 2021, p. 147–175.
    • Amnesty International, “Stars on their shoulders. Blood on their hands. War crimes committed by the Nigerian military”, 2 de Febrero de 2016.
    6 —

    Claro está, los otros estados del lago Chad no están exentos de este juicio. La macabra ejecución de dos mujeres y sus hijos en 2018, bajo la acusación de ser cómplices de Boko Haram, de la mano de las fuerzas militares de Camerún, levantó una protesta generalizada, que llevó a Estados Unidos a anunciar en 2019 que recortaría su ayuda para la seguridad del país. La fuerte presión llevó a las autoridades camerunesas a dejar de negar estos actos, y arrestó y condenó a los soldados involucrados en la ejecución. La evidente diferencia con las autoridades nigerianas es que estas nunca han intervenido públicamente tanto, cuando se han dado acusaciones similares.

    7 —

    “Boko Haram: Why US hasn’t released $7m reward promised on Shekau – Envoy”, Vanguard, 29 de Agosto de 2013 [Disponible en línea].

    8 —

    A fin de verificar la información, véase, por ejemplo, Faivre Le Cadre, A.-S., “No, a French helicopter did not deliver weapons to Boko Haram”, Agence France Presse, 12 de novembre de 2018.

    9 —

    Sobre la proliferación de ONGs a favor del gobierno y del ejército en Nigeria, véase Page, M. (2021) “Fake Civil Society: The Rise of Pro-Government NGOs in Nigèria”, Carnegie International Endowment for Peace.

    10 —

    Sobre la historia reciente de la asistencia para la seguridad de EEUU a Nigeria, como información sobre los presupuestos, véase U.S. Department of State (2021) “U.S. Security Cooperation with Nigeria”, Fact Sheet [Disponible en línea].

    11 —

    Compartir información confidencial puede ser complicado en ocasiones: algunos funcionarios norteamericanos expresaron su inquietud sobre compartir información concreta sobre la ubicación de las niñas de Chibok, ya que las fuerzas militares nigerianas podían decidir bombardear el lugar antes que lanzar una operación de rescate. Drew Hinshaw D., Parkinson, J. (2021) Bring Back Our Girls: The Untold Story of the Global Search for Nigeria’s Missing Schoolgirls, London: Swift.

    12 —

    Durante mucho tiempo, Nigeria sospechó, y no sin motivos, que sus vecinos no tenían interés en represar las redes yihadistas que operaban en su suelo, y algunos de sus funcionarios incluso llegaron a colaborar con estas a cambio de dinero en efectivo, mientras sus vecinos pensaban, con razón, que, dado que la situación existía principalmente en Nigeria, correspondía al estado nigeriano abordarla con contundencia. En cuanto al resentimiento, el conflicto de baja intensidad entre Nigeria y Camerún sobre la península de Bakassi se resolvió apenas un año antes de que estallara. Para leer más sobre cooperación regional, véase, por ejemplo: International Crisis Group, “What Role for the Multinational Joint Task Force in Fighting Boko Haram?” 7 de Julio de 2020.

    13 —

    Schmidt, E. (2018) Foreign Intervention in Africa After the Cold War: Sovereignty, Responsibility, and the War on Terror,  Athens: Ohio University Press.

    14 —

    Lo que ha permitido una mejora de la cooperación no han sido tanto los esfuerzos del P3 como la creciente evidencia de los riesgos que Boko Haram podía plantear para todos los países de la cuenca del lago Chad. Esto no estuvo exento de sospechas, pues circulaban rumores sobre funcionarios, ya fueran de alto o bajo rango, de que este o aquel país del la cuenca, que vendían información confidencial o armas a los yihadistas o hacían la vista gorda a sus operaciones logísticas. Según declaraciones de ex combatientes de la yihad, estos rumores no eran del todo desacertados, sobre todo al principio.

    15 —

    “Nigèria turns to Russia after being deprived of its US helicopters”, Africa Intelligence, 6 de Septiembre de 2021.

Vincent Foucher

Vincent Fourcher es consultor, analista e investigador senior del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia. También es investigador del Instituto de Estudios Políticos de Burdeos (Sciences Po Bordeaux) y afiliado al laboratorio Les Afriques dans le monde (LAM). Doctor en Estudios Políticos por la School of Oriental and African Studies de Londres, su investigación de doctorado se centró en el movimiento separatista de Casamance (sur de Senegal) y, en general, en la política senegalesa. Sus ámbitos de investigación se centran en áreas geográficas como Camerún, Guinea, Gambia, Nigeria, Chad o Senegal. Durante varios años, trabajó para la organización no gubernamental International Crisis Group, donde analizó cuestiones políticas, electorales y comunitarias de Guinea. Más recientemente, se ha interesado por el movimiento yihadista Boko Haram, originado en el noreste de Nigeria, que afecta también a ciertas zonas vecinas de Nigeria en la cuenca del lago Chad (Chad, Níger y Camerún). Actualmente es uno de los mejores especialistas mundiales en Boko Haram. Colabora con las revistas Politique africaine y Afrique XXI.