En las transiciones a la democracia, sobre todo en las de tercera ola en África, se tiende a dar por hecho que se producirá un aumento de la participación de las mujeres en la política, y que la desigualdad de género se reducirá. Una de las principales presuposiciones que suelen hacerse es que las mujeres serán representadas en el gobierno por otras mujeres que abogarán por asuntos que afectan específicamente a las mujeres (representación sustantiva). Uno de los mecanismos que los gobiernos africanos emplean para aumentar la representación en consonancia con los desarrollos globales, es la política de cupos y escaños reservados. En términos generales, allí donde se aplican cupos, aumenta la representación descriptiva (la cantidad de mujeres). Algunos países del África subsahariana han duplicado con creces la representación femenina desde la Declaración de Beijing de 1995, concebida para mejorar la igualdad de género de un 10% en 1995 a un 24% en 2019 millorar la igualtat de gènere d’un 10% el 1995 a un 24% en 2019. Burundi, Kenia, Ruanda, Somalia, la República Unida de Tanzania y Uganda tienen cupos constitucionales para la elección a sus parlamentos. Uganda también tiene escaños reservados a las mujeres. Sudáfrica tiene una cuota de partido voluntaria. Y un país africano, Ruanda, cuenta con el mayor número de mujeres en una legislatura en el mundo, un 61%, como parte del acuerdo establecido después del conflicto.
Sudáfrica suele mencionarse como un caso de éxito en cuanto a la representación de la mujere en el gobierno, con uno de los mayores porcentajes de mujeres en el parlamento (45%), y una serie de leyes progresistas favorables a las mujeres, aprobadas por el parlamento. Y lo cierto es que, a primera vista, Sudáfrica parece un país africano que se toma en serio la igualdad de género. Pese a esto, los entresijos de la política post-apartheid, con un estado democrático estancado en un paradigma nacionalista caduco, con una altísima incidencia de casos de corrupción y clientelismo, combinado con una extraordinaria incidencia de casos de violencia de género, apuntan a una realidad muy distinta. Esas fisuras ya existentes son ahora más profundas debido al problema de la pandemia de COVID-19, que agravó el desempleo y la desigualdad de género, de manera que los recursos principales que existen ahora para luchar contra la exclusión social son el activismo femenino y la creación de movimientos.
Más abajo analizo la representación femenina en el gobierno, la política del mecanismo nacional que se ocupa de las cuestiones de género en Sudáfrica, y el activismo femenino y la creación de movimientos de la mano de jóvenes feministas radicales e interseccionales.
Política institucional
La transición a la democracia y el fin de la lucha por la liberación a principios de la década de 1990 brindó una oportunidad para las organizaciones de mujeres, y las activistas y académicas feministas, para introducir cuestiones relativas a la mujer en el programa de la transición. A esto se sumó la demanda de una representación descriptiva. El Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés) fue el único partido que aceptó un cupo voluntario del 30% en un sistema electoral de representación proporcional por votación de listas cerradas. De 400 representantes elegidos en las elecciones de 1994, 111 fueron mujeres, pero pocos nombres femeninos encabezaban la lista (las listas cebra [1]1 — En una lista cebra, el nombre de cada candidato masculino se alterna con el de uno femenino. En algunos países se llama «lista cremallera». no se usarían hasta más tarde). El resultado se acercó a una masa crítica del 30%, lo cual permitió a las mujeres un rápido acceso al parlamento [2]2 — Dahlrup, D., Lenita F. (2005) “Quotas as a Fast Track to Equal Representation for Women: Why Scandinavia Is No Longer the Model”. International Feminist Journal of Politics 7(1):26-48. , de manera que, al menos, quedaba garantizada una representación descriptiva. Para las elecciones nacionales de 2009, el cupo de la ANC ascendió al 50%.
El primer parlamento era cualitativamente diferente de los previos, cuando las activistas feministas que también estaban a la cabeza del movimiento feminista de la época, la Coalición Nacional de Mujeres (WNC, por sus siglas en inglés), pasaron a ser legisladoras e impulsaron un programa feminista en el calendario legislativo. En esa época se promulgaron una serie de leyes que eran favorables para las mujeres, como la Ley de Violencia Doméstica (Ley 116 de 1998) [3]3 — Esta ley penaliza la violencia en la intimidad del hogar y permite a las mujeres obtener órdenes judiciales contra los agresores. , la Ley de Manutención (Ley 99 de 1998) [4]4 — Esta ley impone a los padres la obligación de pagar la manutención de sus hijos. ,la Ley de Reconocimiento de Matrimonios Consuetudinarios (Ley 120 de 1998) [5]5 — Esta ley reconoce los matrimonios celebrados según el derecho consuetudinario africano y obliga al registro del matrimonio. y la Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (Ley 92 de 1996) [6]6 — Esta ley legaliza el aborto. . Posteriormente se promulgó la Ley de Delitos Sexuales y Asuntos Relacionados (Ley 32 de 2007) [7]7 — Esta ley modifica la definición de «violación» de modo que no se limita a la penetración e incluye asistencia a las víctimas. . Esto es lo más cerca que Sudáfrica ha estado de tener una representación sustancial de las mujeres por mujeres.
Aunque se suele aludir a esta historia como un éxito, durante la segunda legislatura del presidente Thabo Mbeki (menos abierto a una agenda feminista) empezaron las disensiones, sobre todo cuando las mujeres criticaron algunas acciones del gobierno, como el negacionismo [8]8 — El presidente Mbeki negó que el VIH cause el SIDA, de manera que el gobierno desestimó el reparto de medicamentos antirretrovirales que podrían haber salvado muchas vidas. del presidente respecto al SIDA, y su falta de solidaridad por el escándalo de la compra de armas [9]9 — Las organizaciones de mujeres y feministas criticaron al gobierno por comprar armas que el país no necesitaba, por valor de miles de millones de rands, cuando muchas mujeres viven en la pobreza y la indigencia. Véase: Crawford-Brown, T. (2004) “The Arms Deal Scandal” Review of African Political Economy, 100, pp 329-342. . Tras las elecciones de 1999, muchas diputadas salieron del gobierno, lo cual redujo la influencia feminista en el parlamento.
Las mujeres tienen la capacidad de influir en unas elecciones, pero los partidos políticos no utilizan su aportación como agentes de poder, porque no tienen interés en atraer a votantes femeninas
Pese a la falta de representación sustancial, más mujeres que hombres han participado en la política de Sudáfrica. En las elecciones nacionales de 2019, se inscribieron para votar más mujeres que hombres, con un porcentaje del 55% frente al del 45% [10]10 — Gouws, A. (2019) “The Gender Gap and the 2019 Elections” a Schulz-Herzenberg, C., Southall, R. (eds) Election 2019. Pretoria: Jacana, p. 154. . También existe una diferencia sustancial de género en la forma en que las mujeres llegan a una decisión de voto. Votan menos por la lealtad a un partido, pero también analizan más las políticas, el liderazgo y la retórica. Las mujeres tienen la capacidad de influir en unas elecciones, pero los partidos políticos no utilizan su aportación como agentes de poder, porque no tienen interés en atraer a votantes femeninas. Salvo por un partido de la oposición, el Economic Freeedom Fighters (EFF), los programas electorales no tratan a las mujeres como un colectivo específico [11]11 — Ibíd. .
Un mecanismo nacional para tratar los asuntos de género
Con el fin de garantizar un gobierno propicio para las mujeres, estas y las activistas feministas se basaron en el mandato de la Plataforma de Acción de Nairobi (1985) y la Plataforma de Acción de Beijing (1995), convocadas por las Naciones Unidas, para respaldar la reivindicación de un mecanismo estatal que se ocupe de los asuntos de género. Sin perder de vista que, en África, estas estructuras de carácter estatal tienden a fracasar cuando conforman un solo organismo, como un Ministerio de la Mujer, la reivindicación consistía en crear un «paquete» de estructuras que promoviera los intereses de las mujeres en el ámbito presidencial, legislativo y ejecutivo. Estas reivindicaciones culminaron en la creación de uno de los conjuntos de mecanismos gubernamentales más integrales e integrados del mundo. Este consistía en lo siguiente: una Oficina de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en el Gabinete del Presidente, un Comité Conjunto de Seguimiento de la Calidad de Vida y la Condición Jurídica y Social de la Mujer (que supervisaba todos los departamentos gubernamentales), una Unidad de Empoderamiento de la Mujer en el Gabinete del Presidente, un grupo multipartidista de mujeres en el Parlamento, oficinas de género en todos los departamentos de la administración pública (en el ámbito nacional y provincial) y una Comisión para la Igualdad de Género autónoma, amparada por la Constitución [12]12 — Gouws, A. ed (2022, próxima publicación) Feminist Institutionalism in South Africa: Designing for Gender Equality. Maryland: Rowman and Littlefield. .
En África, muchos partidos políticos cuentan con auxiliares femeninas o ligas de mujeres, vestigio de diversas luchas de liberación [13]13 — Geisler, G. (2004) Women and the Remaking of Politics in Southern Africa. Uppsala: Nordic Africa Institute. . Sin embargo, esas auxiliares son bastante críticas con el feminismo, y movilizan a las mujeres en plataformas nacionalistas. En Sudáfrica, la Liga de Mujeres del Congreso Nacional Africano (ANCWL por sus siglas en inglés) moviliza a las mujeres para que ayuden a aplicar el programa del partido en general. Los miembros del ANCWL se reclutan en función de su lealtad al partido y su movilidad política, no porque exista un interés en fomentar la igualdad de género. El nacionalismo define a las mujeres y la liberación de la mujer de maneras muy concretas, la mayoría de las veces, como las reproductoras de la nación. Como señala Hassim [14]14 — Hassim, S. (2006) Women’s Organizations and Democracy in South Africa. Scottsville: UKZN Press, p. 40. , la labor de la Liga se vio obstaculizada por su capacidad para responder a las reivindicaciones que desafiaban a las jerarquías que sostenían el poder político masculino, porque se desempeñaba dentro del ámbito autorizador de un nacionalismo que «impone su hegemonía a todas las mujeres que moviliza». Se llegaron a contratar a miembros de la Liga de Mujeres para formar parte de importantes comités en el parlamento, así como para integrar la Comisión para la Igualdad de Género, encargada de poner en práctica el programa del partido gobernante. La parlamentaria Angie Motshekga, que fue presidenta de la ANCWL, negó públicamente que la ANCWL fuera una «organización feminista (…) hostil» a los líderes masculinos [15]15 — City Press, 27 de Noviembre de 2012. .
A pesar de las críticas de las feministas a los ministerios de la mujer, la ANCWL exigió un ministerio, que se institucionalizó en 2009 a costa de otras estructuras. Muchas otras estructuras se han ido eliminando o ya han desaparecido del todo. Y hoy por hoy, casi todas las oficinas de género se han cerrado. Las únicas estructuras que se han mantenido son la Comisión para la Igualdad de Género y un grupo multipartidista de mujeres que lucha por mantenerse en pie [16]16 — Gouws, A. (2022, de próxima publicación) op. cit. .
La ANCWL ha erosionado los ámbitos de acción del activismo feminista por iniciar un movimiento de mujeres propio, impulsado por el estado bajo el nombre de Movimiento de Mujeres Progresistas, que moviliza a las mujeres en función de la agenda política gubernamental, dejando a un lado las iniciativas feministas desarrolladas en la sociedad civil, sobre todo en lo tocante a la violencia de género.
Makhunga [17]17 — Makhunga, L. (2014) “South African Parliament and Burred Lines: The ANC Women’s League and the African National Congress’ Gendered Political Narrative”, Agenda, 28: 2, p40. acusó a la ANCWL de ser un «parche» para tratar la violencia de género, ya que fue incapaz de localizar la violencia de género en el contexto más amplio de un fracaso en la aplicación de los derechos socioeconómicos, y de problemas sistémicos mucho más profundos como las normas patriarcales y las desigualdades estructurales. La ANCWL percibe la violencia de género como un asunto moral, y promueve la restauración moral y la recuperación de los valores familiares como soluciones para la violencia de género. Su participación y su presencia en casos judiciales de violencia de género se limita a mostrar su interés mediante actos «performativos». Así, las integrantes del ANCWL, por ejemplo, cantarán y bailarán antes los tribunales y corearán cosas como «que los violadores se pudran en la cárcel». Centrarse en la encarcelación no resuelve las causas fundamentales de la violencia.
Captación de estados
En aquellos países africanos donde los movimientos de liberación alcanzaron el poder como partidos, siempre ha habido enfrentamientos latentes entre distintas facciones dentro del partido. El Congreso Nacional Africano se considera a sí mismo «una iglesia abierta» que une a facciones con distintas ideologías, así como al Partido Comunista Sudafricano y a los sindicatos. Esto hace que casi sea imposible una gobernanza coherente. Cuando un líder más tradicional (con un electorado rural y amplias redes de apoyo), Jacob Zuma, fue votado como Presidente en 2009, aumentó la corrupción hasta el extremo de que se tomaban decisiones en entornos informales y se eludían normas administrativas, un fenómeno que ha venido a llamarse «captura del Estado». La captura del Estado es algo que más que la malversación fondos o el enriquecimiento personal: es una readaptación de las instituciones gubernamentales para distintos propósitos que se desvían de sus finalidades formales [18]18 — Chipkin, I., Swilling, M. (2018) Shadow State. Johannesburgo: Wits University Press. .
En una situación de estado sumergido las redes masculinas dominantes excluyen a las feministas/mujeres, y la mantienen al margen de cualquier toma de decisión y de la distribución de los recursos
Esta situación conduce a un estado sumergido que se desarrolla en simbiosis con el estado constitucional, en detrimento del feminismo gubernamental, porque el estado y el partido se fusionan, cancelando entornos de intervención para las feministas. La institucionalización feminista se desarrolla en el marco del estado constitucional, conforme con unas normas formales, y en casos como el descrito, las redes masculinas dominantes excluyen a las feministas/mujeres, y la mantienen al margen de cualquier toma de decisión y de la distribución de los recursos. Así, a través del proceso de captura del Estado, todas las instituciones gubernamentales quedan socavadas.
Cuando los canales institucionales se cierran y no se ha alcanzado una representación sustancial, las mujeres deben recurrir otra vez al activismo para implicar al estado. Más abajo analizo dos ejemplos: la Campaña Shukumisa y la Alianza para la Democracia Rural.
Movimientos de mujeres
A medida que el activismo femenino crecía con la transición a la democracia, también se debilitaba debido a la política cambiante del compromiso institucional. La Coalición Nacional de Mujeres, un movimiento a escala nacional organizado en torno a un objetivo común, la Carta de la Mujer, acabó por fragmentarse hasta desaparecer, para ser sustituido por lo que yo vine a llamar «movimientos temporales localizados» [19]19 — Gouws, A. (2016) “Women’s activism around gender-based violence in South Africa: recognition, redistribution and representation”, African Review of Political Economy. 43: 149, pp 400-415. . Estos movimientos actúan de manera sectorial y, a menudo, unen a las partes interesadas en torno a una única legislación, como por ejemplo la Campaña Shukumisa que se constituyó en torno a la Ley de Delitos Sexuales, con el fin de garantizar la inclusión de las reivindicaciones feministas en el proyecto de ley y su aprobación en el parlamento. La Campaña de Shukumisa dio paso a lo que Beckwith [20]20 — Beckwith, K. (2007) “Mapping Strategic Engagement – Women’s Movements and the State”, International Feminist Journal of Politics, 9:3, p. 325. llama «una estrategia de coalición», donde se crean alianzas entre diversos grupos feministas o de mujeres (incluyendo activistas feministas individuales que trabajan dentro y fuera del estado). El trabajo interno (supervisión de la legislación) se combina con tácticas externas de movilización de las mujeres. La Campaña de Shukumisa incluye una labor de concienciación de la violencia de género, como la campaña «Súbete al bus y frena la violencia sexual». Una de estas organizaciones, Tswaranang Legal Advocacy Centre, tiene un compromiso con el estado a nivel nacional y provincial.
Las actividades que Shukumisa promueve se engloban en cuatro temas:
- Reforzar la ley y la política
- Reforzar el sistema judicial penal
- Reforzar el sector dedicado a la violencia de género
- Reforzar la Campaña y Coalición de Shukumisa.
Otro movimiento temporal localizado fue la Alianza para la Democracia Rural (integrada por organizaciones de mujeres, organizaciones de justicia social y la Comisión para la Igualdad de Género), cuyo objetivo era evitar que el parlamento aprobara el proyecto de ley de Tribunales Tradicionales, pues era de carácter misógino. De haber salido adelante, este proyecto de ley habría prohibido a las mujeres hablar por sí mismas en cualquier tribunal tradicional. Habrían dependido de familiares masculinos para poder hacerlo, y se habría permitido que fueran condenadas a sufrir castigos físicos por cometer actos transgresivos, lo cual es del todo inconstitucional. Gracias al activismo promovido por la Alianza para la Democracia Rural, el proyecto de ley se desestimó [21]21 — Gouws, A. (2016) op. cit. .
Aunque la reforma de la ley siempre ha sido una herramienta esencial para mejorar la igualdad de género, una generación de feministas más jóvenes que se declaraban feministas radicales, africanas e interseccionales, rechazaban la política institucional por los escasos adelantos en asuntos de violencia de género. En Sudáfrica se denuncian entre 40 000 y 60 000 violaciones (a los servicios de policía sudafricanos) al año, y los datos de feminicidio íntimo quintuplican la media mundial [22]22 — Brodie, N. (2020) Femicide in South Africa. Ciudad del Cabo: Kwela. . Por otra parte, el porcentaje de casos que no se denuncian es elevado (se estima que solo se denuncian 1 de cada 9) de manera que las estadísticas no reflejan lo mucho que está realmente extendida la violencia sexual.
Las feministas más jóvenes establecen una relación directa entre las circunstancias de violencia y las historias del colonialismo expresadas en #campañas digitales.
Las #campañas
La inexistencia de un cambio socioeconómico en la vida de muchos sudafricanos tras la abolición del apartheid, así como el aumento de la pobreza y la desigualdad, llevaron a los estudiantes a rebelarse contra el régimen establecido y, en concreto, contra las instituciones de enseñanza superior. En 2015/2016, las revueltas estudiantiles en todo el país dio lugar a las campañas #Rhodesmustfall, #OpenStellenbosch, #Endrapeculture y #Feesmustfall. Relacionando su enajenación con la que refleja en su obra el psiquiatra argelino Franz Fanon sobre la brutalidad de la colonización francesa en Argelia y contra el líder de la conciencia negra, Steve Biko, en Sudáfrica, identificaban su propia marginación en las instituciones culturales de las universidades históricamente blancas con la experiencia del «dolor negro». Este discurso del dolor se relacionaba con el sufrimiento existencial de las personas negras y, para las estudiantes, también con el sufrimiento de la violencia sexual en manos de hombres que integraban campañas como #RhodesMustFall y #FeesMustFall. Esto derivó en las campañas #EndRapeCulture que exigían poner fin a prácticas y estereotipos de relaciones sexuales, en el entorno de la educación superior, que normalizan la violencia sexual. Esta campaña se manifestó con marchas de mujeres que mostraban sus pechos desnudos para denunciar la objetificación sexual de su cuerpo, evocando así la antigua «maldición» africana de «desnudarse para reivindicarse» [23]23 — Gouws, A. (2017) “Feminist Intersectionality and the Matrix of Domination in South Africa” Agenda, 31: 1, pp19-27. .
La investigación de Naminata sobre las protestas con mujeres desnudas es muy importante para comprender el activismo femenino como una continuidad del pasado pre-colonial, cuando las mujeres solían desvestirse para manifestar su rechazo a las estructuras de poder. Naminata sostiene que estas reivindicaciones deben interpretarse como una contestación a la represión. Cuando las mujeres africanas se desnudan, despiertan a la vez una sensación de desesperación y de poder. Las mujeres no son solo víctimas sin capacidad de acción. Otro ejemplo de esta táctica es la resistencia de la profesora Stella Nyanzi a ser encarcelada por su supuesto «acoso» al presidente de Uganda Museveni, con la publicación de un poema sobre él en los medios sociales. Cuando fue sentenciada a 18 meses de cárcel en 2019, enseñó los pechos como muestra de desafío.
Las estudiantes sudafricanas que participaron en estas marchas se hacían llamar feministas radicales interseccionales africanas. La interseccionalidad alude a las relaciones de dominación de carácter social, político, cultural y económico. Estas relaciones o poder sitúan a las mujeres en contextos diferentes según su raza, clase, género, y otras categorías de identidad, y son múltiples, dinámicas y simultáneas, y acaban emplazándolas en una matriz de dominación [24]24 — Bilge, S. (2010) “Recent Feminist Outlooks on Intersectionality” Diogenes, 225, p 58. . Las protestas de esta jóvenes abrieron vías de debate intergeneracionales, pero también proporcionaron un contexto más radical desde el que abordar la violencia de género [25]25 — Véase, por ejemplo: Shange, N. (2017) “Mappings of Feminist/Womanist Resistance within Student Movements Accross the African Continent” Agenda, 31 (3-4), pp 60-67. Ndlovu, H. (2017) “Womxn’s Bodies Reclaiming the Picket Line: The ‘Nude’ Protest during #FeesMustFall”, Agenda, 31 (3-4), pp 68-77. Gouws, A. (2017) op. cit. .
En agosto de 2018 varias generaciones de mujeres salieron a las calles bajo el lema #TotalShutDown para exigir al gobierno que escuchara su voz contra la violencia sexual y el feminicidio íntimo [26]26 — Gouws, A. (2021) “Reducing Women to Bare Life: Sexual Violence in South Africa” Feminist Encounters, 5:1, pp 1-12. . Desde entonces, el gobierno ha adoptado un Plan Estratégico Nacional contra la Violencia de Género y el Feminicidio. El plan establece intervenciones para reducir los elevadísimos niveles de violencia de género. El encargado de implementar el plan es el Ministerio de la Mujer, la Juventud y las Personas con Discapacidades.
Si bien Sudáfrica está entre el 10% de países del mundo con más representación femenina, se queda corto en cuanto a la aplicación efectiva de sus políticas, sobre todo en lo que respecta a los elevados niveles de violencia de género
El plan consiste en seis pilares, y se aplica en función de cada uno de estos:
- Pilar 1: Responsabilidad, coordinación y liderazgo
- Pilar 2: Prevención y reconstrucción de la cohesión social
- Pilar 3: Justicia, seguridad y protección
- Pilar 4: Respuesta, atención, apoyo y recuperación
- Pilar 5: Poder económico
- Pilar 6: Investigación y sistemas de información
Aunque el plan es una paso positivo en la dirección correcta, no está nada claro cómo se financiará ni cómo se alcanzarán sus objetivos. Y es que el problema de la violencia de género se agravó con la pandemia de COVID 19.
La pandèmia de la COVID-19
La pandemia de COVID 19, que puso de relieve los elevados niveles de desigualdad entre los países del Hemisferio Norte y los del Hemisferio Sur, también reveló que la violencia de género ha aumentado debido a que las mujeres se vieron obligadas a confinarse con sus agresores. Así, aunque el período de confinamiento estricto reflejó un descenso en las estadísticas de violencia de género, los casos de violencia real revelan algo muy distinto, como quedó de manifiesto una vez concluido aquel.
En los países en vías de desarrollo, la COVID 19 agravó desigualdades ya existentes. En Sudáfrica, el desempleo se disparó, de niveles ya elevados al 45% en 2021, incluyendo a ciudadanos desencantados con la búsqueda de empleo. Dadas las desigualdades que se arrastran del apartheid, las mujeres negras fueron las más afectadas por los efectos secundarios de la pandemia. Quienes vivían de la economía informal (como la venta de artesanía, fruta y verdura en la calle) no podían trabajar bajo el confinamiento de nivel 5, que imponía restricciones más severas. La escasez de alimento acabó siendo un grave problema. Por otra parte, cuando se cerraron escuelas y lugares de trabajo, las mujeres también tuvieron que asumir la mayor parte de las labores de cuidados en casa. Debido a los niveles de desigualdad, muchos hogares no disponen de ordenadores ni de acceso a Internet, lo cual deja a muchas mujeres y niños al margen de la posibilidad de trabajar y de la educación escolar, algo que a su vez conlleva un aumento de la exclusión social y la indigencia [27]27 — Gouws, A. Ezeobi, O. (eds) (2021) COVID Diaries: Women’s Experience of the Pandemic. Ciudad del Cabo: Imbali Press. .
Conclusión
El panorama descrito en este artículo sobre el papel político, el compromiso y la representación de las mujeres en Sudáfrica es complejo. Si bien la representación descriptiva sitúa a Sudáfrica en el 10% de los países del mundo con una representación femenina elevada, se queda corto en cuanto a la aplicación efectiva de sus políticas, sobre todo en lo que respecta a los elevados niveles de violencia de género. Y muchas iniciativas feministas quedan socavadas por la Liga de Mujeres del Congreso Nacional Africano con su programa nacionalista. Mientras los movimientos de liberación, reconvertidos en partidos políticos tras las luchas de liberación en África, no estén a la altura de las exigencias de la democracia constitucional, las mujeres no verán los beneficios democráticos que les corresponden por derecho.
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Referencias
1 —En una lista cebra, el nombre de cada candidato masculino se alterna con el de uno femenino. En algunos países se llama «lista cremallera».
2 —Dahlrup, D., Lenita F. (2005) “Quotas as a Fast Track to Equal Representation for Women: Why Scandinavia Is No Longer the Model”. International Feminist Journal of Politics 7(1):26-48.
3 —Esta ley penaliza la violencia en la intimidad del hogar y permite a las mujeres obtener órdenes judiciales contra los agresores.
4 —Esta ley impone a los padres la obligación de pagar la manutención de sus hijos.
5 —Esta ley reconoce los matrimonios celebrados según el derecho consuetudinario africano y obliga al registro del matrimonio.
6 —Esta ley legaliza el aborto.
7 —Esta ley modifica la definición de «violación» de modo que no se limita a la penetración e incluye asistencia a las víctimas.
8 —El presidente Mbeki negó que el VIH cause el SIDA, de manera que el gobierno desestimó el reparto de medicamentos antirretrovirales que podrían haber salvado muchas vidas.
9 —Las organizaciones de mujeres y feministas criticaron al gobierno por comprar armas que el país no necesitaba, por valor de miles de millones de rands, cuando muchas mujeres viven en la pobreza y la indigencia. Véase: Crawford-Brown, T. (2004) “The Arms Deal Scandal” Review of African Political Economy, 100, pp 329-342.
10 —Gouws, A. (2019) “The Gender Gap and the 2019 Elections” a Schulz-Herzenberg, C., Southall, R. (eds) Election 2019. Pretoria: Jacana, p. 154.
11 —Ibíd.
12 —Gouws, A. ed (2022, próxima publicación) Feminist Institutionalism in South Africa: Designing for Gender Equality. Maryland: Rowman and Littlefield.
13 —Geisler, G. (2004) Women and the Remaking of Politics in Southern Africa. Uppsala: Nordic Africa Institute.
14 —Hassim, S. (2006) Women’s Organizations and Democracy in South Africa. Scottsville: UKZN Press, p. 40.
15 —City Press, 27 de Noviembre de 2012.
16 —Gouws, A. (2022, de próxima publicación) op. cit.
17 —Makhunga, L. (2014) “South African Parliament and Burred Lines: The ANC Women’s League and the African National Congress’ Gendered Political Narrative”, Agenda, 28: 2, p40.
18 —Chipkin, I., Swilling, M. (2018) Shadow State. Johannesburgo: Wits University Press.
19 —Gouws, A. (2016) “Women’s activism around gender-based violence in South Africa: recognition, redistribution and representation”, African Review of Political Economy. 43: 149, pp 400-415.
20 —Beckwith, K. (2007) “Mapping Strategic Engagement – Women’s Movements and the State”, International Feminist Journal of Politics, 9:3, p. 325.
21 —Gouws, A. (2016) op. cit.
22 —Brodie, N. (2020) Femicide in South Africa. Ciudad del Cabo: Kwela.
23 —Gouws, A. (2017) “Feminist Intersectionality and the Matrix of Domination in South Africa” Agenda, 31: 1, pp19-27.
24 —Bilge, S. (2010) “Recent Feminist Outlooks on Intersectionality” Diogenes, 225, p 58.
25 —Véase, por ejemplo:
- Shange, N. (2017) “Mappings of Feminist/Womanist Resistance within Student Movements Accross the African Continent” Agenda, 31 (3-4), pp 60-67.
- Ndlovu, H. (2017) “Womxn’s Bodies Reclaiming the Picket Line: The ‘Nude’ Protest during #FeesMustFall”, Agenda, 31 (3-4), pp 68-77.
- Gouws, A. (2017) op. cit.
26 —Gouws, A. (2021) “Reducing Women to Bare Life: Sexual Violence in South Africa” Feminist Encounters, 5:1, pp 1-12.
27 —Gouws, A. Ezeobi, O. (eds) (2021) COVID Diaries: Women’s Experience of the Pandemic. Ciudad del Cabo: Imbali Press.

Amanda Gouws
Amanda Gouws és professora de Ciències Polítiques i ocupa la Càtedra de la SARChI (Iniciativa per a la investigació a Sud-àfrica) en Política de Gènere a la Universitat d'Stellenbosch (Sud-àfrica). Va ser comissària a la Comissió per a la Igualtat de Gènere del Govern de Sud-àfrica i és integrant de l'Acadèmia de Ciències de Sud-àfrica (ASSAF). Ha rebut diversos premis, entre els quals un guardó al millor llibre de psicologia política Overcoming Intolerance in South Africa: Experiments in Democratic Persuasion (2003), del qual en va ser coautora. També és editora del llibre (Un)Thinking Citizenship: Feminist Debats in Contemporary South Africa (2005). Ha publicat diversos articles que relacionen la política sud-africana amb la política de gènere. Els seus projectes actuals giren al voltant de la igualtat de gènere i la cultura, el moviment de les dones sud-africanes post-apertheid i els obstacles de les dones al parlament.