El panorama demográfico y el ilimitado potencial de África constituyen actualmente uno de los debates más relevantes sobre el futuro del continente. Los discursos que predominan sobre la evolución demográfica del continente son negativos y provienen principalmente de un punto de vista eurocéntrico. Este artículo analizará un discurso alternativo sobre esta cuestión, y destacará el potencial para una demografía africana resiliente. El artículo no pasa por alto la realidad de los diversos desafíos que plantea la demografía africana. De hecho, muchos de estos son coherentes con un continente polifacético en cuanto a cultura, habitantes y condiciones socioeconómicas. Sin embargo, un enfoque generalista no permite un retrato eficiente de la dinámica demográfica del continente; proporciona un sesgo implícito que empaña la perspectiva occidental para entender los desafíos demográficos de África.

El argumento del autor estriba en resaltar que la demografía africana es resiliente, diversa y antitética, frente a la óptica miope que domina el discurso sobre el continente y sus retos demográficos. Para ello, primero se expondrán las cuestiones fundamentales a las que hace frente la demografía africana y, a continuación, se analizarán los debates y las perspectivas de futuro sobre estas cuestiones.

Entender la demografía y los desafíos de África

Descifrar la demografía africana es complejo. En términos muy amplios, puede decirse que el continente está dividido en la región Septentrional y la Subsahariana. La distinción en sí misma apenas contempla las innumerables diferencias socioeconómicas que existen dentro de África: solo la región Subsahariana integra cuarenta y dos países de África Continental, y nueve pequeños estados insulares con economías, poblaciones y recursos naturales muy distintos. Y es que la diversidad de elementos que configuran los países africanos es tal que resulta imposible analizar en términos absolutos la demografía africana en su dimensión continental. Los retos a los que se enfrentan la mayoría de los países africanos son similares, pero existen diferencias en cuanto al grado y la capacidad de resiliencia para afrontarlos. Los desafíos demográficos más relevantes que pueden aplicarse en líneas generales a los países africanos son los siguientes: 1. La elevada tasa de fecundidad, 2. La seguridad alimentaria/El hambre, 3. El cambio climático, 4. La elevada tasa de desempleo juvenil, y 5. La elevada tasa de dependencia. Si bien estos asuntos suelen estar presentes en la idea general que existe sobre los desafíos que afronta África, es necesario analizarlos brevemente a fin de poder establecer la base para examinar los debates y las perspectivas de futuro clave de la cuestión.

Elevada tasa de fecundidad

Las tasas de fecundidad en África tienen un efecto directo sobre el carácter explosivo del crecimiento demográfico africano. Las tasas de fecundidad en África y, en concreto, en la región Subsahariana, son las más altas del mundo. En la actualidad, la tasa de fecundidad en el continente es de 4.5 niños por mujer, una cifra que, aun siendo elevada, representa una disminución respecto a solo 40 años atrás, cuando ascendía a 6.6 niños por mujer.

El argumento que predomina entre los responsables de formular políticas y algunos especialistas en la materia es que las tasas de fecundidad en África no decrecen lo bastante deprisa, en comparación con los modelos demográficos del Sudeste Asiático. Esta situación favorece el crecimiento demográfico y el consiguiente aumento de los niveles de pobreza, a medida que el volumen de población sobrepasa los recursos disponibles.

Cambio climático

El cambio climático es quizá uno de los problemas más importantes al que se enfrenta la demografía africana, si bien uno de los menos reconocidos entre los responsables de formular políticas y los gobiernos africanos. Esto se debe a que afecta desproporcionadamente a los medios de subsistencia de las poblaciones más vulnerables. El cambio climático ha desacelerado los avances de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), a la vez que las comunidades más vulnerables están más expuestas a sufrir las consecuencias socioeconómicas derivadas de desastres naturales como inundaciones, desplazamientos y deterioro ambiental. De esta manera, el cambio climático se convierte en una gran amenaza para una población con ascendentes niveles de pobreza y constante crecimiento demográfico. Esta situación se agrava porque, aunque África es mínimamente responsable de las actividades humanas que causan el cambio climático, el continente carga desproporcionadamente con el peso de sus efectos.

Seguridad alimentaria

La seguridad alimentaria está intrínsecamente ligada al cambio climático. África es un continente agrícola, en el que dos tercios del total de los puestos de trabajo proceden de la agricultura [1]1 — Cleland, J., & Machiyama, K. (2017) The challenges posed by demographic change in sub-Saharan Africa: a concise overview. Population and Development Review, 43, 264-286. . Aun así, ha crecido su dependencia de alimentos importados, y el hambre sigue siendo un problema generalizado. El rendimiento por hectárea no crece, y la producción nacional de cultivos alimentarios no aumenta al mismo ritmo que la población. Así, por ejemplo, entre 1985 y 2005, la producción de cereales aumentó un 65%, mientras que la población creció un 71% [2]2 — Ibídem. .

Elevada tasa de desempleo juvenil

Este es uno de los factores demográficos más determinantes que afectan a África. La alta tasa de desempleo juvenil suele achacarse a un «aumento de la población joven». Este fenómeno se da en gran parte de los países más pobres del mundo y, en particular, en los de África Subsahariana y Asia, donde las elevadas tasas de fecundidad han dado lugar a una estructura demográfica excesivamente joven. En consecuencia, actualmente África se halla ante una difícil situación: o invierte en una población joven que crece, y acelera así la innovación y el crecimiento económicos, o el rápido crecimiento demográfico, combinado con la falta de oportunidades para los jóvenes obstaculizará el progreso en salud, desarrollo y seguridad.

Un enfoque generalista proporciona un sesgo implícito que empaña la perspectiva occidental para entender los desafíos demográficos de África

Elevada tasa de dependencia

La tasa de dependencia puede definirse como la proporción de una población (joven y vieja), cuyo sustento depende de la población activa. Una tasa de dependencia elevada perjudica el crecimiento económico, porque tiende a suprimir cualquier posibilidad de inversión y crecimiento, ya que los ingresos disponibles se destinan a atender a la población dependiente. En 2016, África Subsahariana registró la tasa más elevada de población no activa frente a la activa, lo cual constituye un desafío demográfico fundamental.

Perspectivas de futuro y debates clave

Si bien este artículo tiene en cuenta los múltiples debates sobre el pronóstico demográfico del continente, se ocupará específicamente de aquellos relacionados con la dinámica demográfica y el papel que desempeña a favor de un desarrollo sostenible en África. Un argumento que predomina en la literatura que existe sobre este tema es la «trampa Malthusiana» en la que África parece haber caído. Hay quien sostiene que los recientes avances en asistencia sanitaria han propiciado un aumento de la población, que no se ha correspondido con un aumento del nivel de vida. Se trata de un debate ya antiguo en términos de política social y sanitaria. Así como unos expertos afirman que un aumento de ingresos en los países menos desarrollados permitiría aumentar los beneficios sanitarios de manera significativa y el nivel de vida en general, otros argumentan que los ingresos no son tanto un factor causal directo, como uno de los muchos factores que contribuyen a mejorar el nivel de vida.

Otro debate se refiere a las posibilidades de que África alcance un dividendo demográfico. El «dividendo demográfico» consiste en una ganancia económica a corto-medio plazo, que resulta de un crecimiento económico acelerado causado por el descenso de la tasa de fecundidad y la tasa de mortalidad, y el consiguiente cambio de la estructura por edad de la población de un país o una región. El Banco Mundial calcula que África representará el 80% de la población mundial, de los 4 mil millones de personas más previsto para 2100. Una buena gestión del crecimiento resultante del aumento de la población activa, combinado con un mayor índice de desarrollo, permitirían alcanzar un dividendo demográfico.

Las expectativas de los expertos sobre la evolución del panorama demográfico africano son positivas. Aparte de subrayar la necesidad de aplicar políticas coordinadas, apuntan al descenso de las tasas de fecundidad y el potencial de crecimiento económico africano no explorado, como indicadores de que África puede alcanzar dividendos demográficos significativos. Sin embargo, no todos los expertos creen que vaya a ser posible alcanzar un dividendo demográfico en el continente. Aunque hay quien arguye que alcanzarlo es del todo improbable, este artículo expone argumentos que sugieren que, aun cuando una región consigue alcanzar un dividendo demográfico, es improbable que obtenga los beneficios que se esperaban.

Gráfica 1: Tasa global de natalidad frente al dividendo demográfico en África

Cilliers, J. (2018) “Africa’s demographic challenge is a fact”, ISS Today [Disponible en línea].

La previsión pesimista en cuanto al dividendo demográfico del continente impide observar que, en realidad, las tasas de fecundidad africanas están descendiendo

Según los datos de la gráfica 1, el futuro índice de crecimiento económico africano, en su punto álgido del período de dividendo demográfico, probablemente no alcanzará una media del 5% anual. Si la proporción entre la población activa y la dependiente permanece baja, será difícil alcanzar una mejora laboral y un aumento del nivel de vida significativos. Esta perspectiva sobre el crecimiento africano es una previsión pesimista de la evolución demográfica africana.

Combatir mitos y estereotipos negativos

Un mito habitual entre los responsables políticos y la sociedad civil es la aplicación de políticas probadas y contrastadas en otras regiones, a distintos contextos demográficos africanos. Esta aproximación obvia las diferencias socioculturales entre los países africanos, así como el papel de la religión en la psique africana. Un buen ejemplo es la aplicación de políticas de control de fertilidad usadas en China y otros países asiáticos para reducir rápidamente las tasas de fecundidad, con el objeto de alcanzar un dividendo demográfico. Por lo tanto, predecir la trayectoria demográfica de África confiando en que seguirá el mismo patrón de otras regiones del mundo, es una idea sumamente equívoca.

Más aún, la previsión pesimista en cuanto al dividendo demográfico del continente, y la tesis de que la elevada tasa de fecundidad es un factor clave que repercute en un aumento de la pobreza, impide observar que, en realidad, las tasas de fecundidad africanas están descendiendo. Parece que exista una voluntad de obviar este hecho, cuando las Naciones Unidas sobrevaloran constantemente el rápido descenso de la fertilidad africana. En consecuencia, puesto que las tasas de fecundidad africanas no coinciden con sus expectativas, las previsiones demográficas crecen una y otra vez.

La gráfica 2 ilustra el crecimiento constante en cada modelo (representado con una V de «versión» en inglés, a continuación del año) de los pronósticos de las Naciones Unidas para la población africana de 2050 a 2100.

Gráfica 2: Previsión de las NU sobre el crecimiento de la población africana para 2050 y 2100 entre 2000 y 2017

Stone, L. (2018) “African Fertility is Right Where It Should Be” Institute for Family Studies’ Blog [Disponible en línea].

Que los diseñadores de políticas vean la elevada fertilidad de África como un agujero negro socioeconómico es un enfoque equívoco, porque es inadecuado utilizar las tasas de fecundidad como criterio para medir la transición demográfica. En primer lugar, la mortalidad infantil juega un papel fundamental en la tasa de fecundidad de una región determinada. Y una razón fundamental por la cual las tasas de fecundidad en África no coinciden con las estimaciones occidentales es que la mortalidad infantil en el continente africano es todavía muy alta en comparación con otras regiones. Para poder ejemplificar la intrínseca relación entre las dos variables, la siguiente gráfica compara las tasas de fecundidad con las de mortalidad infantil de varios países del mundo.

Gráfica 3: Comparación entre las tasas de fecundidad y de mortalidad infantil (2016)

Stone, L. (2018) “African Fertility is Right Where It Should Be” Institute for Family Studies’ Blog [Disponible en línea].

Como se observa en la gráfica 3, las tasas de fecundidad en África van a la par con las tasas de mortalidad, dentro de una expectativa razonable. De hecho, países como Ghana o Zimbabue, han logrado reducir relativamente sus tasas de fecundidad y de mortalidad infantil. El problema real no radica en que las tasas de fecundidad son desproporcionadamente elevadas, sino que las familias están decidiendo tener más niños para compensar las tasas de mortalidad infantil equiparables, como se ha observado en Somalia, Malí, Chad y Níger.

Otro mito es el argumento de que África afronta en la actualidad un problema de desempleo juvenil sin precedentes, que se desacredita fácilmente si se comparan los datos demográficos históricos de África y las regiones del Sudeste asiático

Otro mito es el argumento de que África afronta en la actualidad un problema de desempleo juvenil sin precedentes. Esta creencia se debe al crecimiento de la población joven, situación que podría repercutir en un aumento de la delincuencia, la inseguridad y el hambre. No obstante, este argumento se desacredita fácilmente si se comparan los datos demográficos históricos de África y las regiones del Sudeste asiático. Y es que hace cuarenta años, los datos demográficos juveniles de estas eran similares a los de África en la actualidad y, pese a los desafíos que afrontaba la población, esta salió adelante y, en algunos casos, hasta prosperó. La población activa joven africana alcanzó su punto álgido en 2001, cerca del 38% (solo un 4% más que las economías asiáticas) y, desde entonces, ha ido decreciendo. Es más, el porcentaje de jóvenes con respecto a la población activa en África en su cénit era de un 50% menos que la de Asia Oriental. Por lo tanto, si estas regiones superaron un período de aumento de la población juvenil sin por ello atravesar una crisis, no es disparatado esperar que África podría lograr una hazaña similar.

Una visión alternativa sobre la evolución del panorama demográfico en África

Las políticas de bienestar social pueden influir en las tendencias demográficas si los gobiernos las gestionan adecuadamente y, como se ha visto en otras regiones, pueden acabar convirtiéndose en oportunidades de desarrollo. África tiene una capacidad de resiliencia demográfica de la que poco se habla. Resulta sorprendente, dada la experiencia demográfica asiática de los últimos cuarenta años. Es necesario revisar la tendencia a retratar a la población africana como simples espectadores, en vez de agentes con capacidad para actuar frente a los retos demográficos. Existe un enfoque alternativo sobre la evolución demográfica africana: los retos que afronta África no son tanto conclusiones fatalistas predeterminadas, como un impulso hacia nuevas posibilidades, que permitan renovar plenamente la manera de entender sus procesos demográficos.

Hacia un dividendo demográfico

Para entender los beneficios del dividendo demográfico, es importante destacar que los países africanos y otros agentes estratégicos determinantes deben establecer una serie de políticas pensadas expresamente para mejorar la situación demográfica. Estas podrían abarcar desde el fácil acceso a infraestructuras de salud y educación de calidad, a ofertas de trabajo de niveles de alta o media cualificación. Es importante señalar que no existe una solución universal. Algunas de las soluciones propuestas podrían ayudar a materializar un dividendo demográfico son tan diversas como la demografía africana en sí misma. Pero África tiene posibilidades de alcanzar un buen dividendo demográfico. Las tasas de dependencia y de natalidad del continente siguen decreciendo, lo cual ha suscitado optimismo entre líderes e instituciones que tratan asuntos africanos. La siguiente gráfica muestra la disminución de la tasa global de natalidad y una reducción de la tasa de dependencia en África.

Gráfica 4: Tasa global de fertilidad en África

Como muestra la gráfica, la tasa de fecundidad de África seguirá decreciendo, lo cual, a su vez, reducirá la tasa de dependencia hasta mediados del siglo XXI. Esta expectativa de desarrollo alienta a pensar que la demografía puede dar paso a una era de desarrollo económico sostenible en las próximas décadas. El rápido crecimiento demográfico y urbanístico del continente brindan la oportunidad de alcanzar una coyuntura decisiva que favorezca un crecimiento socioeconómico sostenible y la prosperidad. Cerca del 70% de las regiones y ciudades africanas urbanizadas está aún en proceso de desarrollo. Esto se debe a los cambios demográficos y al ritmo de urbanización del continente. Y permite que los sectores público y privado trabajen conjuntamente e inviertan en habitantes, comunidades y ciudades.

El aumento de la población joven: una ventaja insospechada

La enorme población joven africana tiene la capacidad de transformar el panorama político y socioeconómico de África. Si bien es innegable que la combinación de pocas oportunidades laborales y un gran volumen de jóvenes despierta malestar social, no hay que desdeñar el potencial innovador y emprendedor de estos. En la última década, se observó un crecimiento exponencial en la cantidad de start-ups africanas, lo cual hace que el país atraiga cada vez más oportunidades de inversión y negocio. Estas start-ups, muchas de las cuales están dirigidas por africanos jóvenes ambiciosos con formación competente, han evolucionado para ser el motor de desarrollo y crecimiento económico del continente.

Fomentar la resiliencia demográfica

La capacidad de resiliencia demográfica es un aspecto clave que suele pasarse por alto en los debates y expectativas sobre los desafíos demográficos africanos. Un claro ejemplo es el potencial de resiliencia de la población ante el cambio climático y la seguridad alimentaria. Adoptar un enfoque regional de adaptación basada en el ecosistema puede ser una estrategia flexible y rentable para hacer frente a problemas de seguridad alimentaria. Este enfoque refuerza la resiliencia de África frente a efectos adversos y contribuye a conservar y restaurar los recursos naturales esenciales, de los que depende la población, sobre todo, la más pobre. Un buen ejemplo de ello es la restauración de los manglares en el distrito mozambiqueño de Xai-Xai; la recuperación del ecosistema impulsó la producción y el rendimiento de la pesca. Otro ejemplo es la introducción del método Za Pit (llenar pequeños hoyos con una mezcla de tierra y estiércol en campos deteriorados) en el Sahel para mejorar la fertilidad del suelo.

Es necesario proteger a las comunidades más vulnerables de los peligros del cambio climático. Esto debería tratarse como un asunto prioritario, ya que supone una amenaza considerable para cualquier comunidad en vías de desarrollo o cualquier grupo de población que se encuentre en proceso de consolidación. Los gobiernos, tanto desde el ámbito local como desde el nacional africano, deben aplicar el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres o políticas similares de prevención de desastres para proteger a las comunidades más vulnerables a los riesgos asociados al cambio climático.

Mujeres y niños: la clave para la transición demográfica

El panorama demográfico africano mejorará mucho si mejora el modo de vida de mujeres y niños. Es necesario proporcionar más educación a las mujeres y fomentar la equidad y la igualdad de género. Y es que las mujeres que cuentan con una educación formal o semi formal, tienden a tener menos niños, y más sanos. En África, el género condiciona el grado de pobreza: una cantidad desproporcionada de mujeres carecen de acceso a servicios sociales básicos.

El panorama demográfico africano podría transformarse, y en muy pocos años, si se aplican políticas sólidas orientadas directamente a los desafíos socioeconómicos del continente, y se aprovecha bien la capacidad de una creciente población joven

Esta desigualdad de género afecta de dos maneras al desafío demográfico africano. Por un lado, impide el crecimiento económico, porque una proporción significativa de la población no puede contribuir al proceso de desarrollo. Por otro, coarta la efectividad de otras iniciativas que podrían servir para mejorar el dividendo demográfico. La resiliencia demográfica mencionada más arriba es inalcanzable si las mujeres carecen de poder económico. Por ejemplo, muchas comunidades que colaboran en proyectos de refuerzo a pequeña escala, relacionados con sus ecosistemas, como se observa más arriba, están a cargo de mujeres. Y esto, que les da poder para mejorar la capacidad de adaptación de sus comunidades, es sumamente importante para la capacidad de adaptación del continente al cambio climático. Más aún, es importante destacar que la asimilación de prácticas de salud y de planificación familiar más adecuadas está, cada vez más en manos de familias y comunidades con mujeres a la cabeza, contrariamente a lo que dictan las normas sociales dominadas por los hombres en el continente.

Conclusión

El propósito de este artículo ha sido subrayar los desafíos, debates y previsiones sobre la demografía africana. Pese a que África va a la zaga en términos de transición demográfica, y que la gran cantidad de retos que afronta podrían redundar en consecuencias adversas para su desarrollo y crecimiento económicos, las oportunidades para el desarrollo son ilimitadas. El panorama demográfico africano podría transformarse, y en muy pocos años, si se aplican políticas sólidas orientadas directamente a los desafíos socioeconómicos del continente, y se aprovecha bien la capacidad de una creciente población joven. Sin embargo, el punto de partida clave está en reconocer que existe, en efecto, un potencial de crecimiento; los mitos y los estereotipos solo sirven para añadir confusión a un plan de acción per se ya complicado para que África pueda alcanzar sus dividendos demográficos.

  • Referencias

    1 —

    Cleland, J., & Machiyama, K. (2017) The challenges posed by demographic change in sub-Saharan Africa: a concise overview. Population and Development Review, 43, 264-286.

    2 —

    Ibídem.

Chukwuma Chinye

Chukwuma Chinye es auxiliar de programas en el Centro por la Democracia y el Desarrollo de Nigeria (CDD África Occidental). Graduado en Historia y Política por la Universidad de Loughborough, su trayectoria profesional se centra en el ámbito del desarrollo internacional. Tiene un Máster en gobernanza de conflictos y desarrollo internacional por la Universidad de East Anglia (Reino Unido). Sus ámbitos de investigación giran en torno a los estudios de desarrollo y a los impactos que tienen en las naciones del tercer mundo, así como los problemas de seguridad de los estados-nación fallidos. Tiene un gran interés en los problemas de desarrollo de África subsahariana y ha escrito numerosos artículos que abordan los estereotipos negativos asociados a África. Desde septiembre de 2020, es colaborador del blog The Best of Africa.